domingo, 11 de mayo de 2025

El Regalo de Mi Salvación. El Testimonio de la Hermana Aida del Carmen Oyarce Faundez

 

El Regalo de Mi Salvación.

El Testimonio de la Hermana

Aida del Carmen Oyarce Faundez



3 de septiembre de 2009 127

Hermana Aída del C. Oyarce Faundez.

No exisitía la Misión Chilena todavia. Mi primer contacto con la Iglesia fue por invitación, invitación es la palabra clave, yo pololaba, y el chico pertenecía a la Iglesia y me preguntó si quería conocer la Iglesia, y yo le dije que si, entonces mi primer contacto con la Iglesia fue en junio del año 1959, cuando Chile junto con Perú formaban la Misión Andina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Por aquellos años (1960) vino el apóstol José Fielding Smith. Él visitó Viña del Mar y lo abracé junto a su esposa, ella cantaba en el Coro del Tabernáculo. En esa ocasión ella cantó solita, “Oración Secreta” y “Permaneced es Noche Ya”.

Élder José Fielding Smith

Las primeras charlas las recibí de algunos de los misioneros que después llegarían a formar el cuarteto de “Los Mormon Four”, recuerdo por ejemplo al Élder Shumway que tocaba la guitarra con la mano izquieda.

Shumway, Ronald Lee

Élder Ronald L. Shumway

Yo vivía en Quilpué pero asistía a la rama de Viña del Mar, y en ese tiempo fue que el Élder Shumway y su compañero me enseñaron las primeras charlas y cuando se abrió la Rama de Quilpué fue que conocí a los misioneros que me enseñaron y me bautizaron. Estuvimos dos años asistiendo a escondidas de mi papá, mi mamá solamente sabía y el problema fue cuando llegó el día del bautismo, los misioneros ya estaban regresando a su país, nosotras eramos tres hermanas.

Es el relato de la hermana Aida del Carmen Oyarce Faundez el que nos ha introducido en este testimonio de fe, la historia de su propia conversión. Ella tenía quince años cuando conoció la Iglesia y se bautizó en la Playa Las Torpederas en la vispera de un año nuevo. También ese día se bautizó la familia Palma, que eran dos hermanas y la mamá, y la familia Serrano que era la mamá con su hija, fueron como ocho personas las que se bautizaron ese mismo día. Los élderes Richard McBride y Richard Clark les enseñaron y bautizaron.

McBride, Richard Dwayne        Clarke, Richard Lionel

         Élder Richard Mc Bride    Élder Richard L. Clarke

La Rama se reunía en un a casita y aun a nosotras sin ser miembros todavía, junto con mi hermana nos dieron llamamientos. Por ejemplo yo era maestra en la Escuela Dominical de Menores, y mi hermana dirigía la música.

Lo lindo fue como pudimos lograr que mi papá nos diera permiso para bautizarnos, y en esta parte del relato entra en escena quien ya era para esos días el Presidente de la Misión Chilena, el Élder A. Delbert Palmer.

Palmer, A

Élder A. Delbert Palmer.

Los elderes estaban tan desesperados por bautizarnos y no había caso que nos dieran permiso porque en aquella época nadie conocía a los mormones, y si se les llegaba a conocer se decía que era una secta satánica y ningún papá estaba dispuesto a entregar a su hija a algo desconocido, entonces fue terrible, no había caso, aparte de que nosotras ibamos a escondida de mi papa, ya que le teníamos un poquito de miedo.

Los misioneros no hallaban que hacer, yo se que ellos oraron mucho y hablaron de la situación con el Presidente Palmer, ¿Qué podemos hacer presidente? le preguntaron. Hagánle un regalo, les respondió él.

Y así fue como llegaron un día los misioneros, y usted no se puede imaginar el regalo que traían, al abrir la puerta, allí estaban ellos con una bolsa de papel asi de grande y de la cual sobresalía el cuello de una gansa.

Mi papá se enamoró de esa ave, tengo unas fotos de ella, a mi papá le gustó. Se enamoró de la gansa, ella estaba en las noches de hogar, Claudia le pusimos, y estaba en las Noches de Hogar con nosotros y gracias a ese regalo, mi papá nos dio la autorización para bautizarnos.

El Presidente Palmer le había dicho a los misioneros: “hagánle un regalo”, pero no les dijo qué regalo, yo me imagino a los misioneros buscando el regalo, después me enteré de que habían conversado con una hermana y que la hermana les había dicho en medio de su desesperación, “miren lo único que tengo es una gansa”, y  así fue como ellos llegaron con la gansa a la casa.

Nos bautizaron y al otro día partieron felices a su hogar por haber cumplido y de ahí hasta la fecha hemos estado fiel en la Iglesia. Mis hijas, mis yernos, mis nietos, todos, y ahora vengo a dejar  a mi nieto que va a servir en la Misión Ecuador Guayaquil, el élder Juan M. Perez Alegría.

La visita del Presidente Smith fue el primer contacto que tuve con la Iglesia y estuve alerta durante la reunión tratando de entender, después cuando ya me había bautizado en la Iglesia me pude dar cuenta de la importancia de haber conocido a un profeta del Señor, por esos años un Apóstol.

Y después cuando vino el apóstol Hugh B. Brown (1963), al teatro Imperio si no me equivoco que está en la calle Pedro Montt en Valparaíso, ahí se efectuó la conferencia y ahí yo creo que viví, píenso algo que jamás volveré a vivir, cantando en el coro dirigido por la hermana Neville, una misionera que se llamaba Noel Neville, sentí salir mi espiritu y me veía en el techo del teatro observándolo todo, debo haber tenido unos 17 o 18 años más o menos, fue una experiencia maravillosa, pero cuando todo pasó pareció ser algo tan normal para mí. 

Hermana Noel Neville

Recuerdo que mis ojos se posaron en mi abuela, que la había invitado y estaba allí, ella nunca se hizo miembro en vida pero se hizo la obra vicaria por ella. Todo fue maravilloso, aun sin entender en su profundidad la doctrina de la Iglesia yo sabía que estaba haciendo algo muy importante y mas que importante muy sagrado, haciendo un convenio, un compromiso con el Padre Celestial, en base a lo que nos habían enseñado los misioneros, no había nada más, imaginese no había ni templo. Nosotros sabíamos que Dios existía, yo no lo consideraba malo, pero le tenía terror, entiende, bueno ahora  el terror es a hacer lo malo porque se que eso me aparta de Él.

3 de septiembre de 2009 092

Hermana Oyarce junto a su nieto el Élder Juan Pérez Alegría, llamado a servir en la Misión Ecuador Guayaquil.

 

Hace poco tiempo atrás un joven me pregunto acerca de porque yo llevaba tantos años en la Iglesia. Sabes le dije, yo tengo un motor y ese motor se llama gratitud, no puedo olvidar lo que Jesucristo hizo por mi, imposible, imposible, entonces se que a Él tengo que darle cuenta,  y haga lo que haga en esta vida, no voy a poder pagar, nunca, nunca, jamás lo que Él  hizo por mi.

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Élder Pérez señalando el país de su misión, Ecuador.

La Iglesia es parte de mi vida, no la puedo separar, no no puedo. Cuando yo veo personas que dicen, “¡Hay! me voy porque hace calor”, “¡Hay! me voy porque hace frio en la Iglesia”, o “no vine por esto o me voy por lo otro”, cuando me levanto, miro por la ventana, para colocarme algo abrigado o algo más delgado, es lo único que hago. 

Nosotros vivimos cinco años en Punta Arenas, fue una experiencia muy linda, el poder entender a los pioneros, eso fue maravilloso, porque no hay fuego que pueda secar y aunque ellos prendieran fogatas, la ropa siempre iba a permancer mojada, humeda, los zapatos, tendrían que haber llevado 10 o 15 pares de zapatos para cambiarse, entiende, no hay zapato que resista el descongelamiento, entonces estoy agradecida porque ahora algo entiendo por todo lo que ellos pasaron.

“…ahora algo entiendo por todo lo que ellos pasaron”.

Alli caminabamos una hora, porque en primer lugar no había dinero, éramos seis en la familia, caminabamos una hora y de vuelta otra hora con nieve con lo que fuera, realmente siento una admiración muy grande por los hermanos de Punta Arenas. Salía de Maestra Visitante, con lo que fuera.

Nosotros viajamos desde Punta Arenas,  y al llegar a casa, la hermana Mackenna me dijo que la habían visitado otros misioneros, los que también habían sido parte de nuestra vida. Nunca he vuelto a ver a mis misioneros. Como me gustaría que ellos se enteraran de lo que ha sido nuestra vida como miembros de la Iglesia.  La perseverancia, la fidelidad, las interrogantes que nadie en la vida me había contestado, saber del propósito de mi vida, saber de donde vengo, porque estoy aquí y hacia donde voy, eso para mí es maravilloso y de que vale la pena ser fiel, vale la pena, porque después se ven los frutos. Si no hubiese sido fiel, mis hijas quizás no habrían estado en la Iglesia y a lo mejor mis nietos tampoco, entonces a pesar de todas nuestras debilidades, nuestras imperfecciones, aquí estamos.

 

PD. La hermana Aída Oyarce Faundez pertenece al  Barrio Aldebaran, de la Estaca El Belloto.

 

Del Historiador Rodolfo Acevedo

Santiago, Chile. Jueves 7 de enero de 2010.

13 Marzo 2012 Placa conmemorativa recuerda vivencia del primer misionero mormón que llegó a Chile en 1851.

 


Hace pocos meses la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días celebró los 50 años desde la llegada de sus primeros misioneros a Chile, dando inicio a la prédica del evangelio restaurado en nuestro país. Sin embargo, lo que no todos saben, es que en realidad el primer misionero en pisar suelo chileno fue Parley Parker Pratt, quien, el señalado 8 de noviembre de 1851 llegó a Valparaiso, Chile, junto a su esposa Phoebe y su compañero de misión Rufus Allen. Este viaje se inició en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos y se extendió por 64 días hasta llegar al puerto chileno. Luego de arribar, se establecieron primeramente en un hotel donde pagaban 4 dólares diarios por los tres de ellos. Era casi el fin de la primavera y el Elder Pratt resaltó en sus escritos "y todos los manantiales están colmados, toda la naturaleza está preñada de vida y amor". Poco después de su llegada visitaron una Iglesia existente en el lugar y quedaron asombrados por lo que les pareció a ellos una forma extraña de adoración, no obstante quedaron impresionados por la devoción y solemnidad de los feligreses. En las semanas que vinieron arrendaron una casa y se dieron a la tarea de aprender el idioma español. Por esos días, Phoebe, quien había viajado embarazada a Chile, dio a luz a un pequeño, a quien se dio el nombre de Omner. Dado la precariedad del viaje y de las condiciones en que nació, Omner vivió sólo 38 días y falleció. Sus restos fueron sepultados en el Cementerio de Disidentes de Valparaíso. En la página 47, con el registro número 992 del libro de Registro de Defunciones de dicho cementerio, se lee su nombre y que su causa de muerte habría sido "Debilidad". Este hecho fue un acontecimiento muy amargo para los Pratt, especialmente porque luego de sus esfuerzos misionales, debieron partir de Chile, dejando los restos de su amado hijo en este apartado rincón de la tierra. El Elder Pratt también escribió: "Encontramos al país sumido en una revolución y guerra civil; nos quedamos hasta que nuestros medios se acabaron y buscamos y oramos diligentemente para que nuestro camino fuera abierto; pero no pudimos hablar el idioma lo suficientemente bien como para predicar el evangelio, ni encontrarnos un medio de ganarnos la vida, así que se nos hizo necesario regresar a California". Ninguno de los tres viajeros volvió en su vida a Chile, no obstante, sus sacrificios no han sido olvidados. Ya durante los años 90, se colocó una placa recordatoria en el mencionado cementerio, pero faltaba aún algo más representativo; es así como ayer 11 de marzo de 2012, esto es, 160 años después del entierro del pequeño Omner, los miembros de la iglesia de Chile y el Departamento de Historia de la Iglesia colocaron en el Cementerio de Disidentes de Valparaíso, una placa recordatoria del lugar de su sepultura y del sacrificio de sus padres al cumplir con la voluntad de Dios de predicar el evangelio. El elder Marcus Nash, autoridad general de la Iglesia y director ejecutivo asistente del Departamento de Historia, hizo la oración dedicatoria del lugar. Al acto también asistieron las máximas autoridades de la Iglesia de Chile y aquellas de la V Región del país.


Fuente https://noticias.laiglesiadejesucristo.org/art%C3%ADculo/placa-conmemorativa-recuerda-vivencia-del-primer-misionero-morm%C3%B3n%C2%A0-que-lleg%C3%B3-a-chile-en-1851?country=chile

Una nueva estaca florece en el norte: Se organiza la Estaca Alto Hospicio Chile.

 


Una nueva estaca florece en el norte: Se organiza la Estaca Alto Hospicio Chile


Por Cristobal E. Acevedo

ALTO HOSPICIO, Chile  En una conmovedora conferencia realizada el domingo 11 de mayo de 2025, se organizó la Estaca Alto Hospicio Chile, la número 80 del país, marcando un hito importante en el desarrollo de la Iglesia en el norte chileno. Esta nueva estaca fue formada a partir del Distrito Alto Hospicio Chile, y la conferencia fue presidida por el élder Joaquín E. Costa, Setenta Autoridad General y presidente del Área Sudamérica Sur.

En esta significativa ocasión, el hermano Percy Danilo Yáñez Castañeda, de nacionalidad peruana, fue sostenido como el primer presidente de la estaca. A su lado, fieles líderes locales recibieron el llamamiento para servir como obispos de los cinco nuevos barrios de la ciudad.

El presidente Yáñez, visiblemente conmovido, expresó su gratitud por la presencia de numerosos miembros y líderes locales, incluyendo al alcalde de Alto Hospicio. “Esta es una obra del Señor. Nuestro próximo paso será preparar espiritualmente a nuestros barrios para que, en el tiempo del Señor, podamos organizar una futura Estaca La Pampa”, señaló con esperanza.

Los siguientes barrios fueron organizados a partir de ramas existentes, sin cambios en sus límites, y sus primeros obispos fueron sostenidos:

  • Barrio Los Cóndores: obispo David Roca Cabrera

  • Barrio Los Aromos: obispo Efraín Ramírez Urzagate

  • Barrio Tarapacá: obispo Pablo Rojas Gallardo

  • Barrio La Pampa: obispo Óscar Guerra Pino

  • Barrio Las Américas: obispo Daniel Julca Zeballos

Las ramas de Pica y Pozo Almonte, ubicadas fuera de la comuna, continuarán funcionando con sus respectivos presidentes de rama.

Esta nueva organización no es un hecho aislado, sino el fruto de décadas de esfuerzo, fe y perseverancia de los santos en el norte de Chile. Para comprender la magnitud de este momento, es necesario recordar los humildes comienzos de la Iglesia en esta parte del país.

Los primeros días en Iquique

La Rama Iquique fue oficialmente organizada el 24 de marzo de 1967 bajo la dirección de la Misión Andina, con sede en La Paz, Bolivia. Los primeros misioneros enviados fueron Michael R. Cox, quien también sirvió como presidente de rama, y Harry P. Terrill, seguidos por Paulo R. Puerta y Darwin L. Merrill.

En diciembre de 1969, bajo la dirección del presidente J. Donald Earl, la Misión Chilena asumió la responsabilidad del entonces Distrito de Tarapacá, integrando formalmente las ramas de Arica e Iquique al territorio nacional de la misión. La conferencia especial realizada el 8 de diciembre de ese año, en el local de la rama de Iquique en calle Zegers, fue presidida por el presidente Earl junto al presidente N. Keith Roberts de la Misión Andes Sur, marcando un momento histórico en la consolidación de la Iglesia en la región.

El presidente Earl testificó en aquellos días: “Las dos cosas que me impresionaron mucho el día que llegué a Chile fueron el hermoso día en que se podía ver claramente la cordillera de los Andes cubierta de nieve, y la recepción cálida que recibimos de la gente chilena”.


Como en muchos lugares, el crecimiento de la Iglesia en el norte no estuvo exento de desafíos. En 1970, la comunidad mormona en Iquique fue objeto de duras críticas públicas. Sin embargo, la respuesta firme, respetuosa y llena de doctrina del presidente Earl, publicada en la revista del diario El Mercurio, fortaleció la identidad de los miembros y dio una oportunidad para dar testimonio del Evangelio restaurado.

“Si el Libro de Mormón es de ‘estilo bíblico’ y de ‘carácter divino’, hay razones por qué. El mismo Dios guió a los pueblos y llamó a los profetas que los dirigieron”, escribió el presidente Earl, defendiendo con poder y amor las verdades del Evangelio.


Hoy, más de cinco décadas después de esos humildes comienzos, los frutos de aquella semilla de fe se hacen evidentes. Con la organización de la Estaca Alto Hospicio Chile, el país cuenta con 80 estacas, 9 distritos, 447 barrios y 126 ramas, reflejando el constante avance de la obra del Señor en esta parte del mundo.

La creación de esta nueva estaca no solo representa un crecimiento numérico, sino también un crecimiento espiritual. El presidente Yáñez y sus consejeros —hombres comunes con una fe extraordinaria— ahora tienen la sagrada responsabilidad de edificar el reino de Dios en esta porción del desierto de Tarapacá, donde alguna vez solo hubo una pequeña rama con unos pocos fieles.

“Esto es solo el comienzo”, expresó el presidente Yáñez con convicción. “El Señor tiene grandes planes para Alto Hospicio. Nuestra misión es prepararnos para recibirlos con fe y obediencia.”


fuente: Ramas Chilenas, Rodolfo Acevedo.

https://www.youtube.com/live/8JLWto-sRps?si=ts36gGQc-7javQrN

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