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miércoles, 7 de mayo de 2025

La Misión Sudamericana.

 

 

 

 

 

La Misión Sudamericana

Los Orígenes de la Iglesia de Jesucristo

De Los

Santos de los Últimos Días en Sudamérica.

Buenos Aires, Argentina.

 1925.

 Rodolfo A. Acevedo


 

 


 

 

 

Setenta y tres años después de que el Élder Parley P. Pratt abandonara Chile en  1852, los hermanos Andrew Jenson y Thomas S. Page viajaron a Sudamérica para ver las posibilidades de iniciar la obra misional aquí. El informe de ellos fue favorable para la organización de una misión en estas, las  tierras de promisión del Patriarca Lehi de la antigüedad americana.

Casi al mismo tiempo, Wilhelm Friedrichs y Emil Hoppe, los padres de dos familias alemanas que se habían cambiado a Buenos Aires, Argentina, también pidieron misioneros. Las dos familias habían estado realizando reuniones regulares y tenían varios amigos que deseaban ser bautizados, pero el hermano  Friedrichs era un diácono y el hermano Hoppe un maestro—sin autoridad para bautizar o para dirigir una rama.

Estos conversos alemanes estaban esperando ansiosamente cuando los élderes Melvin J. Ballard del Consejo de los Doce, Rulon S. Wells y Rey L. Pratt del Primer Consejo de los Setenta llegaron a Buenos Aires el 6 de diciembre de 1925, bajo la dirección de la Primera Presidencia. Pocos días después, el 19 de diciembre, seis conversos fueron bautizados—los amigos de las familias Friedrichs y Hoppe.

Temprano por  la mañana en la Navidad de 1925, Élder Ballard, Élder Wells, y Élder Pratt se reunieron en un parque llamado “Tres de Febrero” para dedicar la tierra para la obra misional. Élder Ballard ofreció la oración, diciendo, en parte, “Y ahora, Oh Padre, por la autoridad de la bendición y llamamiento de tu siervo, el Presidente de la Iglesia y por la autoridad del Santo Apostolado que tengo doy vuelta las llaves y abro la puerta para la predicación  del evangelio en todas estas naciones Sudamericanas y reprendo y ordeno a cada poder que pueda oponerse a la predicación del evangelio en estas tierras”.

Estos misioneros tuvieron desafíos muy diferentes que los que habían tenido sus antiguos predecesores. Élder Wells hablaba alemán y el Élder Pratt hablaba español, eliminando las dificultades del idioma. Pero el tiempo era tan caluroso y húmedo que el Élder Wells se vio obligado a regresar a casa después de algunas semanas, el día 14 de enero, debido a su mala salud.

El esfuerzo misional iba a ser exitoso, sin embargo, como el Élder Ballard profetizó unas pocas semanas antes de terminar un esfuerzo de dieciocho meses: “La obra del Señor se llevará a cabo aquí en forma lenta  por cierto tiempo, tal como un roble crece lentamente desde una bellota. No florecerá en un día como el girasol, que se desarrolla rápidamente y luego muere, pues miles se unirán a la Iglesia. Esta tierra será dividida en más de una misión y llegará a ser una de las más fuertes del Reino. La obra es ahora muy pequeña aquí, pero vendrá el día en que los lamanitas de esta tierra tendrán su oportunidad. La Misión Sudamericana será una potencia en la Iglesia”.[1]  Reinhold Stoof fue asignado para presidir sobre la nueva misión, y llegó con su esposa el 15 de Julio de 1926. Dos años después él envió misioneros a Brasil, y cuando fue relevado en 1935, después de nueve años de servicio, la misión estaba lista para ser dividida en las Misiones Argentina y Brasileña.[2]

 

 

En 1910, la nación Argentina celebró el centenario de su Independencia, y Buenos Aires por su condición de capital fue naturalmente el centro de estas celebraciones en un tiempo en que la ciudad había alcanzado un desarrollo económico y cultural muy importante con la ampliación de los servicios públicos, la construcción de teatros, museos y espacios verdes, que la igualaban a muchas de las capitales de los países más importantes del mundo de aquellos días.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde se desarrollara nuestra historia en este capitulo se sitúa sobre el margen derecho del Río de La Plata, y su eje histórico pronto llegará a hacerse familiar en las vidas, en los pensamientos y en los hechos de los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que pronto llegarán a sus muelles.

La vieja Buenos Aires quedara reflejada en sus las cartas que enviarán a sus familias y también en sus fotografías, las que pocas por esos años resultan suficientes pata hoy día ver a los primeros misioneros y a los miembros de aquellos días pioneros.

La Plaza de Mayo el núcleo de las grandes concentraciones populares, ha sido el escenario de los más importantes episodios históricos argentinos como lo fueron el primer paso hacia la independencia en 1810; El 13 de septiembre de 1816 el pueblo de Buenos Aires juró aquí la independencia de las Provincias Unidas (declarada en la provincia de Tucumán el 9 de julio de 1816), la jura pública de la Constitución en 1860 y la explosión popular del peronismo en 1945. La historia de la Plaza de Mayo comenzó cuando Juan de Garay, fundador de Buenos Aires, asignó la manzana situada frente al Cabildo para plaza pública.[3]

Hasta 1661, los jesuitas habían ocupado la manzana más cercana al Fuerte con una capilla y unas precarias viviendas. Demolidas estas construcciones, a partir de 1803 una recova situada a la altura de la actual calle Defensa, destinada al mercado, dividió los dos sectores conocidos entonces como Plaza Mayor (luego de la Victoria) y Plaza del Fuerte (luego del Mercado y 25 de Mayo). La recova fue demolida en 1886.

El nombre de la Plaza de Mayo varió desde el siglo XIX. La zona oeste fue Plaza Grande y luego Plaza Victoria; el sector este se llamó Plaza del Fuerte, de Armas y del Mercado. Se diseño en 1884, tras la demolición de la Recova que la dividía en dos partes.

¿Y que fue lo que los misioneros encontraron en esta plaza además de los edificios públicos del gobierno y de la propia casa de gobierno, la Casa Rosada?  En el centro de la Plaza de Mayo encontraron la Pirámide de Mayo que fue erigida en 1811 para conmemorar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, la que con sus 18 metros de altura está coronada con la estatua de la libertad.

También en la Plaza se encuentra el Monumento a Colón, el que se esculpió especialmente en Roma con motivo del centenario de la Revolución de Mayo, simbólicamente aquí se enlazan dos hechos de primera importancia en la historia de América, su descubrimiento y su emancipación, testificando a su vez del hecho cierto de que el viaje de Colón fue el prologo de nuestra independencia, aun cuando entre dos hechos hubieran mas de trescientos años que los separaran.

Como hecho anecdótico diremos que la Casa de Gobierno se pintó por primera vez de rosa durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento, y que fue construida a fines del siglo XIX, y que es custodiada hoy día por el histórico Regimiento de Granaderos a Caballos Gral. San Martín.

            En las cercanías se encuentra también la Catedral Metropolitana, el edificio católico más importante de Buenos Aires, la que fue reedificada seis veces desde 1580. Es un Monumento Histórico Nacional y ocupa este sitio desde 1620. El actual edificio fue construido en diferentes etapas desde 1758. La fachada inaugurada en 1821 está inspirada en el Palacio Bordón de Paris. Desde 1880 la Catedral acoge en un mausoleo los restos del general José de San Martín, héroe máximo de la independencia.

.Otros edificios importantes son el Palacio Municipal que fue construido en 1891, y que actualmente es sede del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y también una Casa de la Cultura y el Edificio del Cabildo, que hoy día es un Monumento Histórico Nacional. 

Como el tango que canta a los cien barrios porteños, los misioneros llegarían a familiarizarse con el viejo barrio de San Telmo, con La Boca, la Recoleta, Palermo, destino de una constante corriente migratoria desde las naciones gentiles europeas, especialmente de países como Italia, Alemania y España.

Como parte del fuerte proceso migratorio desde Europa hacia las costas argentinas, varios miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días llegaron a la capital del Plata procedentes de Alemania, encontrándose entre ellos las familias de Wilhelm Friedrichs y de Emil Hoppe, las que se habían mudado desde Alemania a Buenos Aires en 1923, y las cuales “durante sus dos años de residencia en Argentina habían extrañado sus actividades en la Iglesia y que habían trabajado muy duro para lograr  interesar a sus amigos en el evangelio”.[4]

El Hermano Wilhelm Friedrichs comenzó a intercambiar correspondencia con el Obispo Presidente, el Élder Charles W. Nibley, quien hablaba alemán, y aún cuando el hermano Friedrichs no había sido llamado para servir como misionero, sus cartas estaban llenas de informes de sus actividades misionales. El 2 de mayo de 1924, él señaló que la mayor parte de sus esfuerzos haciendo contactos habían sido a través de los diarios o a través de su trabajo con algún tracting on the side.  “Acerca de las cosas que conciernen a la misión aquí, es muy difícil porque uno no puede ir de casa en casa, pero puedo trabajar solo a través de los diarios y en los lugares de trabajo, porque uno no puede ir a las casa, sino que debe quedarse en la calle y hacer un ruido con sus manos, y entonces si alguien viene y acepta un folleto, está bien, pero en la mayoría de los casos ellos no lo aceptan” escribiría el hermano Friedrich..

 

En una carta, informó sobre los artículos que había publicado en el diario Alemán, posiblemente el Argentinishes Tageblatt, y acerca de las reuniones realizadas durante el mes de abril en la cual estuvieron presentes algunos investigadores, a quienes el llamaba amigos.

 

Con gozo informo a ustedes que el 6 de abril, se hizo mención publica de la Iglesia aquí. Yo tuve un artículo impreso en el diario alemán acerca “La Apostasía y la Restauración del Evangelio de Jesucristo”. Estuvieron dos amigos presentes en nuestra reunión. P. 19. El siguiente domingo, 15 de abril, no hice ningún anuncio, pero una mujer estuvo presente. El domingo, 20 de abril, publiqué un artículo acerca de la “Aparición de Ángeles en el siglo 19”. Cuatro hombres estaban allí, y vendí una “Voz de Amonestación” y di ocho folletos. Ese es un informe acerca de las conferencias. El 27 de abril, tuve una reunión pública de la Iglesia y no hubo amigos presentes, pero si algunos miembros vinieron, y yo sentí mucho gozo al tener esta reunión. El espíritu del Señor estuvo con nosotros en rica abundancia”.

 

Para el hermano Friedrichs hablar de amigos era sinónimo de hablar de investigadores y en una carta posterior él habló de convertir parte de su hogar en un lugar para reuniones de la Iglesia, y que en ausencia de un órgano, su hijo acompañaría los himnos con una mandolina.  

 

En nuestra casa aquí, hemos arreglado una sala para reuniones, pero no está perfecta. No tenemos un órgano, pero mientras estemos aquí en algunos tres meses, compraré uno. Nosotros nos ayudamos ahora con una mandolina, que mi hijo toca…”.

 

 

 Él también informó que había unido fuerzas con el hermano Hoppe que vivía a dos horas de su casa en auto:  

 

Nos hemos unido con el hermano Hoppe, para que los jueves por la tarde, a las 7 horas, tengamos clases de la Biblia en su casa. Él vive fuera de la ciudad, y yo deberé viajar por unas dos horas en auto para llegar a donde él vive, pero lo haré con gusto aún si tan solo una persona viene a escuchar el Evangelio”.


El 15 de diciembre de 1924, él informó que algunos amigos habían expresado el deseo de ser bautizados…. y el 15 de abril de 1925, resumió el trabajo realizado de la siguiente manera: La Rama aquí está en una buena condición. Los amigos amonestan a los Santos a mantenerse firmes en la fe…Hemos tenido la Escuela Dominical y reuniones cada domingo desde el 1° de enero al 1° de abril. En nuestra Escuela Dominical hemos estado estudiando los “Artículos de Fe”, ahora estamos aprendiendo la “Historia de la Iglesia”. Tenemos posibilidades de ganar nuevos amigos. Siempre tenemos amigos con nosotros, pero si ellos se van a unir a la Iglesia, no lo puedo decir. Anna Kullick, Ernst Biebersdorf y la Sra. Biebersdorf han pedido ser bautizados. El Sr. Kullick también asiste a las reuniones ahora. Al principio él estaba en contra de nosotros…él viene a nuestras reuniones y yo creo que cuando los misioneros vengan él consentirá en bautizarse, y posiblemente su hijo. La Sra. Kullick tiene una fuerte fe en el Evangelio.

 

En otra carta fechada el 29 de junio de 1925, el hermano Friedichs explicó que los investigadores (amigos) así como también los miembros estaban guardando la Palabra de Sabiduría, y que para ayudar en el esfuerzo misional él había escrito e impreso varias copias de un corto folleto. Él también señaló que las reuniones estaban siendo realizadas en tres diferentes lugares: Dock Sud, Liniers, y Lanús, todos suburbios de Buenos Aires. Y luego, creyendo que su carta anterior se había extraviado, renovó su pedido para que la Iglesia enviara misioneros a Argentina:

 

El año pasado les envié a ustedes diarios y un mapa de Buenos Aires, también una carta en la cual hacía referencia a una posible compra de un terreno para la Iglesia. ¿La han recibido? Por favor háganmelo saber.  También cuando podríamos esperar recibir algunos misioneros. Nuestra casa está abierta para ellos como lo estuvo en Alemania. Al hermano Uebel le gustaría venir con su familia. Esto significaría tener un director de coros con nosotros…espero encontrar a un alemán que pueda hablar español para que podamos trabajar entre los españoles y tener reuniones con ellos”.

 

El 28 de mayo de 1925, tras el fallecimiento del Élder Charles W. Penrose, el Obispo Nibley llegó a ser el Segundo Consejero del Presidente Heber J. Grant, y Sylvester Q. Cannon fue asignado como Obispo Presidente.  En una carta fechada el 24 de junio de ese año, el Obispo Cannon le informó al hermano Friedrichs del cambio que se había producido y le explicó lo que se había hecho en cuanto a su solicitud original de misioneros para Argentina:

 

“Nosotros hemos considerado con la Presidencia el asunto de enviar misioneros a la Argentina, pero nada definitivo ha sido decidido. Sin embargo, estamos haciendo averiguaciones con respecto a hombres adecuados que puedan hablar los idiomas alemán y español. Estaré contento de saber de usted, y también, acerca de cuantos alemanes hay en Buenos Aires, y si hay otras colonias alemanas en ese país”.

 

            El servicio del hermano Friedrichs a la Iglesia en aquellos días pioneros cuando la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días aún no estaba establecida oficialmente en Argentina, fue invalorable. Como ya hemos visto, sus actividades proselitistas incluyeron artículos en los diarios, escritos, impresos, distribución de folletos, discursos y la realización de  varios servicios religiosos.

En gran parte a causa de su interés y esfuerzos la Misión Sudamericana fue finalmente establecida y cuando los primeros misioneros llegaron encontraron a seis personas listas para ser bautizadas, tomaría algún tiempo antes de que esa proeza fuera duplicada.

           

 


 

 

“El período de lento crecimiento fue un período de hundimiento de raíces”

Frederick Salem Williams

 

 

 

 

 

“La Iglesia fue llevada a Argentina por unas pocas familias inmigrantes alemanas que se habían unido a ella en su tierra natal antes de emigrar.  Ellos sintieron que necesitaban esperar la visita del Élder Melvin J. Ballard antes de que pudieran bautizar aun a los miembros de sus familias que deseaban unirse.  Los primeros conversos no alemanes fueron bautizados en 1926. Por varios años los misioneros hablaron solo inglés y alemán, pero un gran énfasis fue después puesto en enseñar también en español, y eso trajo limitado éxito a la obra misional de la Iglesia.[5]

 

 

 

El Anuncio de la Creación de la

Misión Sudamericana

 

Presidente Heber J. Grant

El 3 de septiembre de 1925, el presidente Heber J. Grant anunció que la Primera Presidencia había estado considerando, durante un año y medio, la posibilidad de abrir una misión en Sudamérica y que habiéndose llegado a la conclusión de que era el tiempo indicado para hacerlo, uno de los Doce sería comisionado para ello. Posteriormente se dio a conocer que el Élder Melvin J. Ballard, del Consejo de los Doce, había sido escogido para la tarea, y que sería acompañado por los presidentes Rulon S. Wells –que hablaba alemán- y Rey L. Pratt (nieto de Parley P. Pratt y Presidente de la Misión Mexicana) –que hablaba español, ambos miembros del Consejo de los Setenta.

Este anuncio fue dado a los miembros de la Iglesia durante la Conferencia General Semestral N° 96 del mes de octubre de 1925 la que se realizó entre los días 4, 5 y 6 de ese mes. El Presidente Heber J. Grant al concluir su mensaje en la sesión inaugural de la mañana de la Conferencia señaló emocionado:  “Un anuncio que deseo hacer, el cual indudablemente todos ustedes ya han visto en el periódico, y es que los élderes Melvin J. Ballard, Rulon S. Wells y Rey L. Pratt, han sido llamados a Sudamérica para abrir una misión allí”[6]

 

En los discursos de los líderes que fueron llamados a abrir la Misión Sudamericana quedó expresado también el verdadero sentido de esta misión, cada uno de ellos tendría la oportunidad de testificar y de enseñar acerca de esta nueva misión que se abría ahora en la propia tierra de promisión del patriarca Lehi.

Élder Melvin J. Ballard 

El Élder Ballard en el segundo día de sesiones de la Conferencia de Octubre de 1925 expresó los siguientes pensamientos con respecto a su misión:

 

 

“Mis hermanos y hermanas, respondo al llamado que ha venido de la Presidencia de la Iglesia, de dejar el hogar, a mis seres queridos y a mi tierra natal, para ir con el hermano Wells y el hermano Pratt al gran territorio de Sudamérica.

He sentido en mi alma que este tiempo llegaría y agradezco a Dios de que haya llegado, para que aquel gran continente pueda escuchar el Evangelio del Señor Jesucristo. Yo creo que, también, es Sion, como el profeta José Smith nos dijera[7]. Creo que es del todo conveniente y adecuado que más de la mitad de los misioneros de la Iglesia deban estar en las misiones de los Estados Unidos; porque es a esta tierra, la tierra de Sion, que el espíritu de recogimiento ha llamado a Israel desde toda la tierra. Ellos han estado viniendo, y aquí está la mayoría de nuestros conversos… ¿A dónde están yendo ahora todos ellos? De acuerdo a los antecedentes que he estado reuniendo desde que recibiera este llamamiento, millones de ellos están yendo a Sudamérica...Ellos han ido allí en grandes números desde todas las naciones, y si Dios está dispuesto a abrir sus corazones y a bendecirnos con la habilidad para llegar a ellos y de llevarles el mensaje del evangelio, es nuestro deseo que ellos, quienes provienen de las naciones gentiles puedan también, con otros, tener este privilegio de escuchar el mensaje del evangelio y venir al rebaño de Cristo. Yo no sé qué propósito puede Dios tener con su presencia en la gran tierra del Sur, la otra parte de Sion. Estos asuntos serán revelados en el propio y debido tiempo del Señor. Y entonces puede ser solo el comienzo de esa otra gloriosa obra que estamos anticipando que vendrá, porque el Libro de Mormón vino a nosotros, no por causa nuestra, sino que especialmente para los hijos e hijas del padre Lehi, quienes han degenerado en la incredulidad. Que pueda llegar rápidamente el día en que esta revelación sea llevada a esa tierra, a los millones de hijos e hijas que tienen la sangre del padre Lehi en sus venas, y que el día de su redención pueda llegar”[8].

 

 

 

Élder Rulon S. Wells

 

En su tiempo el Élder Rulon S. Wells, se refirió al linaje del género humano, y en particular al de los habitantes de nuestra tierra sudamericana y su origen divino:

“…Ha sido dicho por un estudioso Latino que la historia es el testigo del tiempo (Historia…testis temporum est)[9], y, me parece a mí que no hay nada que esté más impreso en la historia de la raza humana como el hecho de que en los propósitos del Todopoderoso, hay una Providencia sobre todo, y que él está guiando y dirigiendo los destinos de sus hijos. Pienso que ha quedado claro que la historia, si la comprendemos bien, comienza antes de que aun los fundamentos de esta tierra fueran puestos; que nosotros los que moramos sobre la faz de la tierra hoy día, contados como somos por cientos de millones, y aquellos que fueron antes de nosotros, aún desde los orígenes del tiempo, han en un tiempo morado en ese primer mundo en la presencia de nuestro Padre Celestial como sus hijos…en el principio, en ese primer estado del cual leemos en las santas escrituras, “Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios”.[10] Entonces y en ese estado pre-existente… hubo algunos que fueron nobles, grandes y buenos; hubo algunos que fueron  malvados y tenían muchas debilidades, y fracasaron en hacer las cosas que eran necesarias para su propio progreso y exaltación. Pero en medio de todos los hijos de Dios, cuando el plan fue anunciado, hubo algunos que cumplieron con su primer estado...Entre los grandes, como se nos ha dicho, estaba Abraham.

Abraham fue un hombre a quien Dios amó; y él, también,  amó al Señor, y el Señor lo conoció. Él sabía que él guardaría sus leyes, que él obedecería sus mandamientos, y no solo eso sino que él enseñaría a sus propios hijos después de él.

Es a través de ese linaje que nosotros hoy día tenemos el conocimiento del Dios verdadero y viviente. Es a través de ese linaje que un registro ha sido preservado entre los hijos de los hombres, dando una historia de las relaciones de Dios con sus hijos. Aquellos que fueron más favorecidos a causa de su fidelidad en el mundo pre-existente son los que iban a venir  a través del linaje de Abraham, porque el Señor bendijo a  Abraham le prometió que en él y en su cimiente serían todas las naciones de la tierra bendecidas. Aquellos que fueron fieles en un grado notable en aquel estado pre-existente fueron privilegiados para venir en el debido tiempo a través de ese linaje, el de los hijos de Abraham. ¿Qué mayor privilegio podría un hijo de Dios desear que ser contado entre aquellos a quien Dios permitió venir a través de ese linaje?  

En el progreso de este drama humano el Señor liberó a su pueblo escogido de su cautiverio en la tierra de Egipto, dirigido y guiado por un gran profeta de Dios, Moisés. Él los llevó a ellos al desierto e intentó erradicar de entre ellos las ideas idólatras que habían absorbido en la tierra de Egipto. Y el Señor llevó a su siervo, el Profeta Moisés, a lo alto de la montaña y le entregó la palabra del Señor con respecto al plan de vida y salvación. Las tablas sobre las cuales fue escrito, cuando él bajó de la montaña y los vio adorando el becerro de oro, fueron hechas pedazos en la ira  de aquel poderoso hombre de Dios. Él fue llamado otra vez al monte y regresó trayendo la ley de mandamientos carnales, para que los hombres pudieran arrepentirse de sus pecados y evitar los males del mundo y ser instruidos para que ellos pudieran difundir entre los habitantes del mundo un conocimiento de aquellos principios que tenían dentro de ellos el poder de Dios para salvación.

Y en un mayor proceso de tiempo, después de enviar a muchos profetas, a quienes ellos apedrearon y persiguieron, vino el Unigénito del Padre en la carne, para restaurar de nuevo aquella gran ley, la ley de gracia, el evangelio del Señor Jesucristo, para que el mundo no pudiera estar sin él y los hijos de Dios pudieran ser salvados, y pudieran ser llevado al arrepentimiento y se prepararan para aquella gloria eterna que fue pensada y preparada desde el principio. No obstante el espíritu de rebeldía que se manifestó a través de todas estas edades, ha sido encomendado a ese linaje un conocimiento de las cosas de Dios, y de él que fue verdaderamente el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Grandes promesas fueron hechas a ese linaje, y voy a leer unas pocas escrituras, que se encuentran en el capítulo cuarenta y nueve de Génesis. Abraham fue el padre de Isaac, e Isaac el padre de Jacob, a quien el Señor llamó Israel, quien llegó a ser el padre de las doce tribus de Israel; y que ese gran y poderoso hombre, cuando sus días comenzaron a acercarse al fin, llamó a su alrededor a sus doce hijos y confirió sobre cada uno de ellos en su orden su bendición para que se cumpliera sobre sus cabezas, y a José él dio esta bendición:

 

“Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro".

 

“Y después en esa misma bendición él dice: "Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará; Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo”.[11]

 

He pensado a menudo, ¿qué pueden estas referencias significar?

 

Aquí hay una familia, un linaje, una semilla esparcida entre los hijos de los hombres, por la cual todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Esa fue la bendición que le fue dada a Abraham, y el Señor le dio a él una promesa, y condujo a Moisés a la tierra prometida, que sería la tierra de su herencia, la tierra de Palestina, la tierra de Judea, la Tierra Santa. Esta fue la tierra que le fue dada a la semilla de Abraham para ser una herencia eterna para ellos. Pero aquí lo tenemos a él pronunciando la bendición sobre la Cabeza de José:

 

"Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro".  

 

¿Qué significa? ¿No significa que esta bendición estaba siendo cumplida cuando el padre Lehi dejó las orillas de la antigua Arabia y cruzó las grandes aguas, aún el poderoso Océano Pacífico, y arribó probablemente a la costa occidental de Chile en Sudamérica, en Valparaíso? Uno casi podría pensar que el padre Lehi y su familia habrían sugerido el nombre, porque ese era el vallé del Paraíso. Seguramente ellos sintieron que bajo la guía que habían recibido habían llegado al paraíso de Dios, Valparaíso, el valle del Paraíso. Aquí entonces, me parece a mí, aun cuando vagamente declarado, podría estar el cumplimiento de esta promesa a José, cuyas ramas, no toda la casa de José, fueron sobre la muralla. Más bien vago, tal vez, pero déjenme leer el párrafo siguiente, donde dice:

 

“Y después en esa misma bendición él dice:

 

"Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará; Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo”

 

Aquí entonces hay otra referencia. A que más podría haberse referido sino a la tierra de América, estando como él estaba en ese tiempo en Egipto, diciendo que “sus ramas se extenderían sobre el muro, y que las bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo” serían dadas a él. Él pareció haber comprendido en ese tiempo que el mundo era redondo, y que esa parte (que ahora es América) que quedaba abajo iba a ser la tierra de José. Aun esta puede ser considerada una referencia algo vaga. Pero sigamos leyendo. Pareciera que había una determinación de desterrar toda duda de nuestras mentes cuando leemos estas palabras pronunciadas sobre la cabeza de José, porque dice aquí:

 

"Las bendiciones de tu padre", (que era Jacob, llamado Israel) "fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores".

 

¿Quiénes son ellos? Abraham, e Isaac, las bendiciones que fueron pronunciadas sobre ellos, al darles aquella tierra de promisión, —Palestina, Judea—serán una herencia eterna para la semilla de Abraham. Pero aquí había algo mayor y más allá pronunciado sobre la Cabeza de José. Dice él:

 

"Las bendiciones de tu padre (Jacob) fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos".

 

Que claro parece ser; lo vago desaparece; Pero eso está relacionado con la casa de José:

 

Leamos:

 

"Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el termino de los collados eternos, Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos".

 

Y aquí estamos en la tierra de José; y a través de la intersección del todopoderoso, sus propósitos están escritos en las páginas de la historia, en la cual él ha enviado la semilla de Abraham por todo el mundo, para que todas las naciones del mundo sean bendecidas en su semilla. Los judíos han de regresar a la tierra de su herencia, pero José debe ser reunido sobre la tierra de José, que es Norte y Sudamérica. Y así los estamos reuniendo desde los países de Europa. Aquellos que vinieron con el padre Lehi fueron mayormente los hijos de Manases, el hijo de José, pero la mayoría de aquellos que han sido esparcidos en las diferentes naciones de la tierra son los hijos de José a través de su hijo Efraín, y estos son los que escucharon la voz del buen Pastor y están siendo reunidos en la tierra de José a través de la ministración de los élderes de Israel en estos días, y en cuyas venas fluye la sangre de Abraham, Isaac y Jacob, y de José; porque ellos pertenecen a la tribu de José. ¿No han profetizado nuestros patriarcas sobre nuestras cabezas, vosotros hijos de Israel, vosotros hijos e hijas de Sión, no se nos ha dicho que somos los hijos de Abraham a través de José y Efraín? Y así, digo, los hijos de Efraín están siendo reunidos en la tierra de José, una tierra escogida sobre todas las otras tierras, extendiéndose desde el polo norte al polo sur en este gran hemisferio occidental.

 

 


 

“Me regocijo por lo tanto de tener la oportunidad de poner mi pequeño granito de arena al llevar a cabo esta gran obra, llevando el mensaje a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y reuniéndolos en el rebaño de los hijos de Abraham, llevándoles el mensaje de vida y de salvación, buscándoles donde quiera que puedan estar. Acepto, como el Élder Ballard lo hizo, el llamado que he recibido, y me regocijo por tener la oportunidad de jugar una pequeña parte al menos en la apertura de esta gran obra en el hemisferio sur entre los hijos de Lehi, y espero y sinceramente oro para que el Señor me califique para esta misión. Me regocijo en la compañía que tendremos del Élder Ballard, un apóstol del Señor, un testigo del Señor Jesucristo. Cuanto siento apoyarle y sostenerle, y me esforzaré por ayudarle con toda mi fuerza para que él pueda cumplir todo lo que el Señor desea que haga en esta gran misión. Me regocijo en la compañía del Élder Rey L. Pratt, a quien he aprendido a amar como mi compañero de labores en el Consejo al cual pertenezco, y en mi asociación con él. Con la ayuda del Señor deseo y descargarme del deber que ahora  recae sobre mí;  y en este trabajo espero y oro para que podamos tener la fe y las oraciones de los Santos de los Últimos Días, que los propósitos del Todopoderoso puedan ser fomentados, y que en ese continente donde el evangelio no ha encontrado todavía un punto de apoyo, pueda haber una apertura, que los hijos de Israel, los descendientes de Abraham, los descendientes del padre Lehi, puedan ser llevados al conocimiento de la verdad y se regocijen en la bendiciones del evangelio de nuestro Maestro, y oro por esto en el nombre de Jesucristo. Amén.[12]

 

            En la sesión de clausura de la conferencia el presidente Heber J. Grant dejó los últimos minutos al Élder Rey L. Pratt para que compartiera un mensaje y su testimonio, introduciendo al Élder Pratt con las siguientes palabras:

 

“Antes de concluir esta conferencia deseo escuchar el testimonio del hermano Rey L. Pratt. Deseo que este nieto de Parley P. Pratt que fue uno de los más grandes de todos los grandes escritores de los inspirados himnos en nuestra Iglesia, y uno de los grandes predicadores, comparta su testimonio con nosotros antes de partir a su misión en Sudamérica”.[13]

 

Tras las palabras de introducción del Presidente Grant, el Élder Rey L. Pratt del Primer Consejo de los Setenta y Presidente de la Misión Mexicana se paró de su asiento y expresó:  

 

 

Estoy muy feliz, mis hermanos y hermanas, por tener la oportunidad esta tarde de pararme ante ustedes aquí y de compartir mi testimonio concerniente a la divinidad del evangelio de nuestro Señor y Salvador, que ha sido restaurado en este día y siglo en el cual vivimos. Estoy verdaderamente feliz por haber sido considerado digno de ser el menor de los tres escogidos para ir a la tierra de Sudamérica con el propósito de establecer una misión allí, y abrir en esa tierra la obra del Señor para la predicación del evangelio a los hijos de nuestro Padre que viven allí. Particularmente estoy feliz, mis hermanos y hermanas, al pensar que el evangelio será llevado a más de los hijos de nuestro Padre en la casa de Israel, a saber, el pueblo Lamanita, que vive sobre esta tierra de América; mi corazón ha sido conmovido, mis hermanos y hermanas, con las claras y fieles enseñanzas de esta conferencia.

 

 

             Élder Ray Lucero Pratt

 

Yo soy de la casa de Israel a través de Efraín,  de acuerdo con la bendición patriarcal que he recibido en la cual creo absolutamente. La gente a quienes vamos a predicar son de la casa de Israel, de José a través de Manases principalmente, también con un poco de la sangre de Efraín entre ellos. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, ellos son nuestros parientes de sangre, ellos tienen una herencia sobre esta tierra, ellos son los herederos del evangelio. El Señor ha profetizado en palabras sencillas este día que ahora ha despuntado sobre nosotros, y por el cual muy verdaderamente le agradezco.

 

Si yo puedo abusar de su tiempo por un momento o dos me gustaría leer del Libro de Mormón algunas profecías que a mí me parecen haberse cumplido ahora. Por supuesto, toda la obra está ante nosotros, y no emprendo este trabajo con mis hermanos en el pensamiento de que estamos yendo allí para tener un particularmente buen tiempo, en el sentido como muchos consideran lo que es un buen tiempo, sino que me doy completamente cuenta de la responsabilidad de nuestro llamamiento y de la enorme cantidad de trabajo que tomará llevar a cabo el cumplimiento de las profecías del Señor y a la cuales me gustaría referirme aquí esta tarde. Si ustedes van al primer capítulo del libro de 2° Nefi encontraran registrado lo siguiente:

 

   Y aconteció que después que yo, Nefi, hube concluido de enseñar a mis hermanos, nuestro padre Lehi les habló muchas cosas también, y les recordó cuán grandes cosas el Señor había hecho por ellos al sacarlos de la tierra de Jerusalén,

   y les habló de sus rebeliones sobre las aguas, y de las misericordias de Dios al salvarles la vida, para que no fuesen hundidos en el mar;

y también les habló tocante a la tierra de promisión que habían obtenido, de cuán misericordioso había sido el Señor en advertirnos que saliéramos de la tierra de Jerusalén.

Porque he aquí, les dijo, he visto una visión, por la cual yo sé que Jerusalén está destruida; y si hubiésemos permanecido en Jerusalén, también habríamos perecido.

   Pero, dijo él, a pesar de nuestras aflicciones, hemos obtenido una tierra de promisión, una tierra escogida sobre todas las demás; una tierra que el Señor Dios hizo convenio conmigo de que sería una tierra para la herencia de mi posteridad. Sí, el Señor me ha dado esta tierra por convenio a mí y a mis hijos para siempre, y también para todos aquellos que la mano del Señor conduzca de otros países.

Por tanto, yo, Lehi, profetizo según el Espíritu que obra en mí, que nadie vendrá a esta tierra a menos que sea traído por la mano del Señor.

Por tanto, esta tierra está consagrada a quienes él traiga. Y en caso de que le sirvan según los mandamientos que él ha dado, será para ellos una tierra de libertad; por lo que nunca serán reducidos al cautiverio; si tal sucediere, será por causa de la iniquidad; porque si abunda la iniquidad, maldita será la tierra por causa de ellos; pero para los justos será bendita para siempre.

Y he aquí, es prudente que esta tierra no llegue todavía al conocimiento de otras naciones; pues he aquí, muchas naciones sobrellenarían la tierra, de modo que no habría lugar para una herencia.

Por tanto, yo, Lehi, he obtenido la promesa de que, si aquellos que el Señor Dios trae de la tierra de Jerusalén obedecen sus mandamientos, prosperarán sobre la superficie de esta tierra y serán preservados de todas las demás naciones, a fin de que posean esta tierra para sí mismos. Y en caso de que guarden sus mandamientos, serán bendecidos sobre la superficie de la tierra; y no habrá quien los moleste ni les quite la tierra de su herencia; y habitarán seguros para siempre.

   Pero he aquí, cuando llegue el día en que degeneren en la incredulidad, después de haber recibido tan grandes bendiciones de la mano del Señor —teniendo el conocimiento de la creación de la tierra y de todos los hombres, conociendo las grandes y maravillosas obras del Señor desde la creación del mundo, habiéndoseles dado el poder para hacer todas las cosas por la fe; teniendo todos los mandamientos desde el principio, y habiendo sido conducidos por su infinita bondad a esta preciosa tierra de promisión— he aquí, digo que si llega el día en que rechacen al Santo de Israel, el verdadero Mesías, su Redentor y su Dios, he aquí, los juicios del que es justo descenderán sobre ellos.

Sí, él traerá sobre ellos a otras naciones, a las que dará poder, y les quitará la tierra de sus posesiones, y hará que sean dispersados y afligidos.[14]

 

Mis hermanos y hermanas, Lehi previó cual sería la condición entre sus hijos si vivían en harmonía con los mandamientos del Señor que él había recibido para sus hijos sobre esta tierra y—que sería siempre para ellos una tierra de seguridad, la tierra de su herencia, y que ellos la poseerían sin ser molestados por otra gente. Pero cuando ellos rechazaran estas cosas lo contrario sería el caso. La historia nos enseña que ellos se apartaron del Dios de la tierra. Ellos rechazaron a Jesucristo después de que su reino hubo sido establecido aquí, y he aquí que la maldición del Señor descansó sobre la tierra. Yo estaba en compañía del Élder Richard R. Lyman y del Dr. George W. Middleton, recientemente mientras atravesábamos las partes de México donde yacían las ruinas de muchas ciudades importantes, y es asombroso notar la maravillosa civilización que una vez vivió allí, y es maravilloso observar cuan completamente aun el recuerdo de ellos ha sido borrado y no hay donde puedan ser encontrados. Si no fuera por el sagrado volumen de historia del cual he leído no habría respuesta para el gran misterio de aquellas maravillosas ciudades que fueron construidas con tal maravillosa arquitectura en aquella tierra. Grandes piedras que nosotros medimos y calculamos pesarían más de veinte toneladas, encajaban perfectamente unas con otras, habiendo sido llevadas por una distancia de tres millas, y las junturas encajaban sin cemento. Encajaban tan juntamente que la pluma de una cuchilla que llevábamos con nosotros no podía ser insertada entre las junturas. Esto habla de un pueblo que fue poderoso. Habla también del cumplimiento de la palabra del Señor con respecto a la destrucción de este pueblo. Los profetas de ese tiempo, particularmente Nefi el hijo de Lehi, previó todas estas cosas como una consecuencia de la negligencia entre el pueblo. ¿Qué mayor cumplimiento de la palabra del Señor pudiéramos desear?

 

Estos profetas declararon que ellos serían esparcidos y afligidos por otro pueblo. Otras profecías en el libro declaran que serían las naciones gentiles las que vendrían entre ellos y que ellos reducirían a este pueblo a un resto o vestigio. Los descendientes de los constructores de aquellas poderosas ciudades, mis hermanos y hermanas, han verdaderamente sido reducidos a vestigios. Las estadísticas proporcionadas por Jáuregui, un estadístico e historiador de Guatemala, indican que todas las tribus al sur del Río Grande han sido reducidas en nueve décimas partes desde la llegada de los españoles. Ellos han llegado a ser objeto de silbidos y burla; han llegado a ser los que cortan la leña y sacan agua para los opresores gentiles que han venido entre ellos.

 

Pero me regocijo, mis hermanos y hermanas, en la profecía que no tomaré tiempo para leer, sino solamente referirme a las palabras del Señor a Nefi; usted la encontrará registrada en I Nefi 13, en la que él vio todas estas terrible cosas que iban a suceder a su pueblo, pero él dijo que vio que en la providencia del Señor él no permitiría que las naciones Gentiles vencieran completamente y  aniquilaran al remanente de su semilla sino que él estaría entre sus hermanos los Lamanitas. Ni permitiría que ellos vencieran a la semilla de sus hermanos ni que los borraran de la faz de la tierra. Si ustedes van entonces a  II Nefi 30, encontrarán donde el Señor dijo que una Iglesia sería establecida entre el pueblo Gentil, y un libro sería traído. Muchos entre los Gentiles creerían las palabras del Libro que iba a ser escrito, y ellos lo llevarían de vuelta a los descendientes de aquellos que lo escribieron, para su redención, porque contendría la plenitud del Evangelio Sempiterno, y sería predicado entre los descendientes de aquellos que escribieron el libro, y no muchas generaciones pasarían antes de que ellos llegaran a ser un pueblo blanco y deleitable otra vez.

Entonces si ustedes van a III Nefi 21, encontraran registrado allí el tiempo cuando nosotros podríamos ver el comienzo de esta obra maravillosa de la restauración y de la redención de ese pueblo que había sido maldecido por el Señor, y que ha sufrido tanto y por tanto tiempo. Solo aquellos que han llegado a estar íntimamente asociados con ellos, mis hermanos y hermanas, y han sido tocados por las eras de tristeza por las que ellos han pasado, saben cómo han sufrido. Y el Señor dice que cuando estas cosas comiencen a suceder a la semilla de Lehi de los Gentiles a quienes estas cosas serán confiadas, y la semilla de Lehi comenzará a creer, entonces la Iglesia, entonces el mundo, entonces todos los hombres podrán saber que el Señor había puesto su mano para establecer su obra entre esa gente, y llevará a cabo sus promesas, y la gran redención que él había preparado para esa gente.

 

Les doy mi testimonio, mis hermanos y hermanas, esta tarde con toda solemnidad, que yo sé que esta es la obra del Señor, por diecinueve años he trabajado en la tierra de México y tenemos cientos y miles  de valientes, verdaderos, fieles Santos de los Últimos Días que creen en el mensaje del evangelio como ha sido restaurado. Ellos no solo han comenzado a recibirlo, sino que ahora lo están recibiendo en grandes números. Deseo llamar vuestra atención al hecho de que este año ya en la misión mexicana muchos Lamanitas de sangre pura han sido bautizados. Si, aún más de los que fueron bautizados durante la ministración de Moses Thatcher, como presidente de la misión mexicana, con aquellos que le sucedieron, a saber, August Wilson, Anthony W. Ivins, Heleman Pratt, Horace H. Cummings, and Henry Eyring. Más han sido bautizados este año que los que fueron bautizados durante el ministerio de todos aquellos hombres.

 

Así que tengo fe, mis hermanos y hermanas, que el tiempo ha llegado, y yo siento que nuestro líder, bajo la inspiración del Señor, no ha cometido un error al abrir la obra en esa tierra. Espero jugar bien mi parte. No tengo otro deseo que el de servir a Dios sirviendo a sus hijos que necesitan de mis servicios en esa tierra o en cualquier otra tierra, dedicaré mi vida a esta obra. Yo he puesto todo sobre el altar, y he tenido que hacer sacrificios. Como el Presidente Ivins dijo la noche pasada, nosotros trabajamos y hacemos sacrificios, y ha llegado a ser familiar para mí que el Señor algunas veces nos cobra la palabra cuando decimos que estamos dispuestos a hacer sacrificios. Yo he hecho mi parte en esa tierra extranjera para sacrificar por esta obra, y deseo continuar fiel, mis hermanos y hermanas, deseo ir con la fe, las oraciones y la buena voluntad de mis hermanos. Yo sé como lo declaré al comienzo, que solo voy como un ayudante. Estoy contento, estoy orgulloso, estoy dispuesto a ir como un asistente en esta gran obra del Señor en esa tierra. Oh, cuánto se regocija mi corazón al pensar, mientras me imagino ahora aquellos grandes edificios que visitamos el otro día y a aquellos que los construyeron, que podrían estar ahora sonriendo, ellos podrían estar ahora regocijándose en el hecho de que Dios ha influido sobre Sus siervos para llamar a algunos otros de Sus siervos para ir y llevar la verdad a sus descendientes, para sacarlos de su letargo, de sus supersticiones, de las tradiciones a través de las cuales se han revolcado todas estas generaciones —"se han revolcado"—, que pueda venir a ellos esa fe, la cosa más grande en todo el mundo, fe en el Señor Jesucristo, sobre la cual esta obra está edificada, para que puedan ser despertados en sus corazones y prenderse en una llama, para que ellos puedan llegar a ser trabajadores de rectitud.

 Me regocijo en esta gran obra. Oro para que las bendiciones del Señor estén sobre los Santos en casa y sobre nosotros que iremos tan lejos. Algunos hermanos han venido donde y me han felicitado por mi llamamiento, lo cual he aceptado con gusto, y ellos han dicho: "Me gustaría poder ir. Desearía haber sido contado entre aquellos que van a ir a esa tierra". Déjenme darle solo una sugerencia. Si ustedes real y verdaderamente desean ello, prepárense para la obra, porque pienso que puedo ver, mientras esta obra comienza a abrirse, la necesidad de llamamientos, no de mil hombres, sino de diez veces mil hombres, para llegar a todos los hijos de nuestro Padre que todavía necesitan de las bendiciones del evangelio. Prepárense por el estudio. Prepárense saliendo de sus deudas. Prepárense arreglando sus asuntos financieros para que cuando el tiempo llegue ustedes puedan responder: "Sí, Señor, estoy listo, tómame y haz conmigo como quieras, en la consumación de tu gran obra entre tus hijos aquí en la tierra."

Que el Señor les bendiga, mis hermanos y hermanas, y nos bendiga a todos en su servicio. Mi testimonio para ustedes es que Dios vive, que yo sé que Él vive, y que Jesucristo es su Hijo, y que yo, aún yo, en compañía de todos ustedes, fuimos hechos a su imagen y semejanza. Oh, cuánto me regocijo por saber estas cosas; oh, cuánto deseo mantener viva en mí la fe que tengo en Él, y cuánto me acongojo y cuánto me aflijo cuando pienso en la posibilidad de que la fe fuera destruida en mi niñez, cuando me vi obligado a dejar las bendiciones de las escuelas de ese tiempo, los colegios de la Iglesia y otros; y sé que hay condiciones y que hay hombres que, de ser posible, estaban ansiosos por destruir esa fe en mi niñez. Los amo a ellos como amo mi vida, pero más que nada, deseo que ellos mantengan viva la fe que es el fundamento de la vida eterna, fe en el Señor Jesucristo. Comparto este testimonio e invoco las bendiciones del Señor sobre todos nosotros, en el nombre de Jesucristo. Amén.[15]


El Viaje a Sudamérica

Después de un viaje de 21 días los élderes Ballard, Wells y Pratt llegaron a Buenos Aires el día 6 de diciembre de 1925, donde les esperaban los Friedrichs y los Hoppes.  Tras salir del puerto y de viajar por dos horas en auto los élderes llegaron a la casa de los Friedrichs en la calle Bariloche 1462, donde se sirvieron un almuerzo.

El hermano Williams en su obra “From Acorn to Oak Tree… escribió que después “los tres élderes se chequearon en el Grand Hotel y luego asistieron a una reunión en el hogar de los Biebersdorf en la calle Irala 1830 en Dock Sud; constituyéndose en la primera reunión de la nueva Misión Sudamericana. Fue realizada en alemán y el Presidente Wells tradujo. Nueve personas locales asistieron a la reunión y la semilla del evangelio comenzó a germinar. Esa misma tarde (6 de diciembre) el Élder Ballard envió el siguiente cablegrama al Presidente Grant: “Llegamos; todo bien; tras un agradable viaje“. Al siguiente día él recibió esta respuesta: “Felicitaciones; saludos; todo bien”.[i] From Oak

 

Los Primeros Bautismos en el Río de la Plata

Entre las primeras actividades de los misioneros en Buenos Aires estuvo la de mostrar sus credenciales al Intendente de la ciudad y a otras autoridades de gobierno, tras lo cual los élderes Ballard, Wells y Pratt bautizaron en el Río de la Plata (Dock Sud) a los primeros seis conversos, todos ellos de ascendencia alemana el día 12 de diciembre de 1925.

“El sábado 12 de diciembre de 1925, una semana después del arribo de los misioneros, ellos se reunieron con los miembros alemanes y amigos en la orilla del Río de la Plata, y el Élder Melvin J. Ballard bautizó a Anna Kullick, a Ernst Biebersdorf (hermano de Anna Kullick), a Jacob Kullick  (esposo de Anna), a María Biebersdorf (esposa de Ernst, a Herta Kullick  (hija de Anna y Jacob), y a Elisa Plassman (hija de Elizabeth Friedrichs de un matrimonio anterior). El hermano Ballard registró que al día siguiente, el domingo 13 de diciembre, todos ellos fueron confirmados miembros de la Iglesia. A las cuatro p.m. en el hogar de Jacob Kullick, en Lanús, la primera reunión sacramental y de confirmación fue realizada. Todos los Santos y algunos amigos (investigadores) estaban presentes, y los siguientes hermanos fueron confirmados miembros de la Iglesia: Anna Kullick, por Melvin J. Ballard; Erns Biebersdorf por Rulon S. Wells: Jacok Kullick por Rey L. Pratt; María Biebersdorf por Melvin J. Ballard; Herta Kullick por Rulon S. Wells; y Elisa Plassman por Rey L. Pratt…” Oak.

 

            Los registros de la Misión Sudamericana señalan que “Los misioneros establecieron la primera Casa de Misión en la calle Rivadavia 8972, Buenos Aires, donde se efectuaron las primeras reuniones públicas. y  que a mediados de enero de 1926 se arrendo el primer lugar de reuniones para los santos de los Últimos Días en el barrio de Liniers en Buenos Aires. Los misioneros “alternaron sus actividades de predicación en aquellos primeros días en Liniers donde vivían los Friedrichs, Dock Sud donde residían los Biebersdorf, los primeros conversos de Buenos Aires y Lanus, donde vivían los Kullick, también nuevos conversos”[16]

 

Una Reunión especial

en el Parque 3 de febrero de Buenos Aires.

A los Bosques de Palermo, se les considera hoy día como el más grande pulmón verde de Buenos Aires, siendo el sector del Lago Palermo y del paseo del Rosedal los sectores de jardines que fueron creados en 1914, lugares que además de plantas poseen diversas esculturas y fuentes.

Fue en este hermoso sector de Buenos Aires que el día 25 de diciembre de 1925, a las 7 de la mañana se llevó a cabo una reunión de testimonio, entre los sauces llorones, cerca del Río de la Plata, en el Parque Tres de Febrero, ocasión en que se dedicó Sudamérica para la predicación del evangelio.

En su obra From Acorn to Oak Tree…el hermano Williams nos presenta los siguientes antecedebntse de esta reunión fundacional:

Temprano en la mañana de Navidad en un hermoso, cálido y soleado día de verano, los élderes Melvin J. Ballard, Rulon S. Wells, y Rey L. Pratt viajaron al Parque Tres de Febrero cerca de las orillas del Río de La Plata, para tener una reunión especial. Ellos buscaron la soledad en una arboleda de sauces, y a las siete a.m. comenzaron los servicios dedicatorios para la apertura oficial de un continente para la predicación del evangelio de Él cuyo nacimiento el mundo cristiano estaba celebrando ese día. Antes del ofrecimiento de la oración dedicatoria, ellos cantaron “El Alba ya Rompe”, Hail to the Brightness”, y “An Angel from the High”.

            El Presidente Pratt leyó del Libro de Mormón (1 Nefi 13, 2 Nefi 31 y 3 Nefi 21) El Presidente Wells leyó Génesis 29: 22 al 26, y el Élder Ballard ofreció la oración dedicatoria, después de lo cual ellos cantaron “Praise to the Man”. Cada uno de los hermanos habló brevemente concerniente a su misión y a su voluntad de dar lo mejor de sí para establecer la obra; ellos también hablaron de su amor perfecto del uno para con el otro y por la obra del Señor.       Ellos se bendijeron el uno al otro, y sintieron que como resultado de la apertura de esta misión, muchos europeos viviendo en aquella tierra recibirían el evangelio, pero que finalmente la gran importancia de la misión serían los indios, los descendientes del Padre Lehi.

La oración ofrecida esa mañana de Navidad por el Élder Melvin J. Ballard fue la siguiente:

Élder Melvin J. Ballard

 

 

Oración Dedicatoria de Sudamérica

                “Padre Nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre. En el nombre de Jesucristo, tu amado Hijo, nosotros, tus siervos, nos acercamos a ti en esta mañana de Navidad de este lugar retirado de la ciudad de Buenos Aires, en una tierra muy distante de nuestro hogar en las montañas, pero en un país que ha sido llamado como parte de Sión”

                “Estamos agradecidos por haber sido elegidos por tu siervo, el Presidente Heber J. Grant, para venir a esta gran tierra de Sudamérica para abrir la puerta para la predicación del evangelio a Israel que ha sido dispersada entre las naciones gentiles, muchos de los cuales, influenciados por el espíritu de recogimiento se han reunido en esta tierra”.

                “Derrama tu espíritu en sus corazones, de que ellos puedan recibirnos como verdaderos mensajeros de Dios para salvación. Ayúdanos a obrar con el mismo espíritu en nosotros, el cual Él tuvo –quien amó al hombre de tal modo que murió por el- que podamos eficazmente “llamar, persuadir, invitar” al hombre a venir a Cristo. Te agradecemos por los pocos de aquellos que nos han recibido y por aquellos que hemos tenido el gozo de llevar a las aguas del bautismo en esta tierra, que son los primeros frutos de esta gloriosa cosecha”.

                Rogamos que podamos tener la oportunidad de presentar a la gente el mensaje, el cual tú nos has enviado a entregar, que ángeles enviados por ti han visitado la tierra en esta dispensación, trayendo al hombre otra vez el evangelio eterno; de que Juan el Bautista visitó a José Smith, sobre el cual confirió la autoridad de bautizar; que Pedro, Santiago y Juan lo ordenaron apóstol del Señor Jesucristo, y lo invistieron con las llaves del Santo Sacerdocio, con autoridad para bendecir con fuego y con el Espíritu Santo para organizar la Iglesia de Jesucristo otra vez en la tierra; y que Moroni, nuestro antiguo profeta de las Américas visitó a José Smith y entregó en sus manos las planchas que contenían una historia de los primeros habitantes de estas tierras. Y  que por tus poderes José Smith tradujo los caracteres sobre las planchas de las cuales obtuvo el Libro de Mormón; y de que fue visitado por ti y tu amado Hijo quien confió a las manos de José una grande y nueva dispensación del evangelio para todo ser. Estamos agradecidos de ser los portadores de estas buenas nuevas para las gente de las naciones de Sudamérica, y también rogamos que podamos ver el comienzo del cumplimiento de las promesas contenidas en el Libro de Mormón para los indígenas de esta tierra, quienes son descendientes de Lehi, millones de los cuales residen en este país, quienes han sido por mucho tiempo pisoteados y han sobrellevado mucha aflicción y sufrido por el pecado y las transgresiones que aún los profetas del Libro de Mormón predijeron. Tu inspirasteis a estos profetas a que prometieran a sus descendientes que tú sacarías a luz en los últimos días los registros de sus padres, y que cuando estos registros fueran presentados a sus hijos, ellos comenzarían a creer y a arrepentirse y aceptar tu Evangelio y cuando ellos hicieran esto, tu misericordia volvería a ellos y que entonces tu recordarías las promesas hechas a sus padres, que si sus descendientes se arrepintieran y recibieran el evangelio comenzarían a prosperar y a ser bendecidos sobre la tierra y nuevamente se volverían una gente blanca y deleitable”.

                “Oh, Padre, permite que tu espíritu obre sobre ellos y manifieste la verdad de estas cosas a ellos, como a nosotros y tus siervos atestiguarán de las promesas previas a esta rama de la casa de Israel”.

                “Padre, bendice tu Iglesia en toda la tierra, continúa guiando a aquellos a quienes tú has llamado para dirigirla, con la sabiduría y poder de llevarla adelante para cumplir su gran misión en la tierra”.

                “Sostén a tus siervos que trabajan como misioneros en todas partes del mundo, que puedan tener la oportunidad y poder de advertir a todos los hombres que la hora del juicio se acerca y de que tú has ofrecido a través del evangelio un medio de escapar de las calamidades que vendrán sobre toda carne a menos que se arrepientan”.

                “Recuerda en misericordia la esperanza de Israel, la juventud de tu Iglesia que deberán sobrellevar las responsabilidades del futuro, que ellos puedan mantenerse limpios y puros de los pecados del mundo, de que puedan ser hallados dignos de su herencia y llegar a su glorioso destino”.

                “Bendice a aquellos que son sus pastores, los vigías sobre las torres de Sión, que puedan guardar bien el rebaño y ser capaces de alimentar con el pan de vida a las ovejas y los corderos…”

                “Bendice los presidentes, gobernantes y los líderes de estos países de Sudamérica, que ellos puedan recibirlos con bondad y darnos permiso para abrir las puertas de salvación a la gente de estas tierras; que sean bendecidos al administrar los asuntos de sus varios llamamientos, que la gran buena voluntad hacia la gente y que la paz pueda estar sobre los valientes libertadores de estas tierras; que la rectitud pueda obtener plena libertad para la prédica de tu evangelio”.

                Detén el poder del mal, para que no triunfe sobre tu obra, para que todos tus enemigos sean sujetos a tu voluntad y tu verdad triunfe”.

                “Y ahora, Oh Padre, por la autoridad de la bendición y llamamiento del Presidente de la Iglesia y por la autoridad del Santo Apostolado que tengo doy vuelta las llaves y abro la puerta para la prédica del evangelio en todas estas naciones Sudamericanas y reprendo y ordeno que cada poder que pueda oponerse a la predicación del evangelio en estas tierras sea detenido, y bendecimos y dedicamos estas naciones en esta tierra para la predicación de tu evangelio y hacemos todo esto para que la salvación pueda llegar a todo hombre y que tu nombre sea honrado y glorificado en esta parte de la tierra de Sión”.

                “Ayúdanos a traer hombres a ti y a tu Hijo, y apurar el día cuando Él venga a gobernar como Rey de Reyes y Señor de Señores. Y para todos, tus bendiciones, las cuales traerán éxito a nuestras labores, y atribuiremos honor y poder y gloria a ti por siempre y siempre, Amén.

                Algo después el hermano Ballard escribió: “A continuación entonamos el himno  Loor al Profeta. Cada uno de los hermanos habló brevemente con respecto a su misión allí y a sus deseos de hacer todo lo posible por establecer la obra del Señor, de su perfecto amor por sus semejantes y por el plan divino. El espíritu de que disfrutamos fue glorioso. Nos bendijimos unos a otros y manifesyamos nuestro presnetimiento de que como consecuencia de la inauguración de esta misión , muchos europeos residentes en aquellas tierras recibirían el evangelio; pero que principalmente , la obra misional habría de ser para los indígenas . Fue aquel un día inolvidable. Todos estábamos visiblemente afectados. Nuestro gozo fue expresado con lágrimas”.

 

El Arribo de nuevos misioneros

            El día 6 de junio de 1926 llegaron a Argentina cuatro misioneros adicionales: el presidente Reinhold Stoof, su esposa Ella, y los élderes J. Vernon Sharp y Waldo Stoddard.

 

Este es el sitio exacto donde el Élder Melvin J. Ballard (1873–1939), un miembro del Quórum de los Doce Apóstoles dedicó Sudamérica para la predicación del evangelio el 25 de diciembre de  1925 en Buenos Aires, Argentina. Esta foto fue tomada en junio de 1926. De izquierda a derecha: Presidente Reinholdt Stoof, presidente de la Misión Sudamericana; su esposa, Hermana  Ella Stoof; Élder Melvin J. Ballard; Presidente Rey L. Pratt; y James Vernon Sharp. (Seguramente el Élder Stoddard tomó la fotografía)

 

            Los élderes Ballard y Pratt habían recibido de la Primera Presidencia instrucciones de regresar a Salt Lake City tan pronto como los nuevos misioneros fueran encaminados en la obra. El élder Rulon S. Wells había regresado antes debido a sus malas condiciones de salud con un diagnostico de “disminución sanguínea, resultante del endurecimiento de las arterias”[17].

            El Élder J. Vernon Sharp nos dejó escrito el testimonio de su arribo a Buenos Aires: “La fecha de nuestro arribo, el 6 de junio, fue un domingo. Inmediatamente nos trasladamos a la Rama existente sobre la calle Rivadavia, número 8968, donde se estaba llevando a cabo una reunión con algunos Santos alemanes y unos pocos investigadores argentinos. Dicha reunión estaba siendo conducida por el presidente Rey L. Pratt, puesto que él Élder Ballard había ido al puerto a recibirnos. Yo fui llamado a dar un discurso en español; el presidente Pratt debían interpretarlo en inglés, a fin de que el presidente Stoof, que no sabía español pudiera traducirlo al alemán. Sin embargo ni bien hube comenzado a hablar, el hermano Stoof dijo que estaba entendiendo perfectamente cada palabra que yo pronunciaba, y al terminar mi discurso, se levantó y lo tradujo palabra por palabra en alemán. Grande fue la sorpresa de las personas de habla hispana allí presentes, cuando se enteraron que el presidente Stoof no hablaba español. Hasta el último de sus días el hermano Stoof comentó siempre esta ocasión en la que él disfrutó del don de lenguas”.[18]

            El 4 de julio de 1926 en una reunión de testimonios en Buenos Aires, Argentina en la casa de la familia Friedrichs en Liniers, el élder Melvin J. Ballard, del Consejo de los doce profetizó de acuerdo a las palabras registradas por el Élder J. Vernon Sharp en su diario personal lo siguiente:

“La obra del Señor se llevará a cabo aquí en forma lenta  por cierto tiempo, tal como un roble crece lentamente desde una bellota. No florecerá en un día como el girasol, que se desarrolla rápidamente y luego muere, pues miles se unirán a la Iglesia. Esta tierra será dividida en más de una misión y llegará a ser una de las más fuertes del Reino. La obra es ahora muy pequeña aquí, pero vendrá el día en que los lamanitas de esta tierra tendrán su oportunidad. La Misión Sudamericana será una potencia en la Iglesia”.[19]

 

Tras su regreso de Sudamérica tanto el Élder Ballard como el Élder Pratt tuvieron la oportunidad de expresar sus testimonios de la gran experiencia vivida en tierras lejanas y extrañas para ellos.

 

En la Conferencia General de 0ctubre de 1926 el Élder Melvin J. Ballard comenzó su discurso diciendo: Deseo, mis hermanos y hermanas, leer algunos versículos del capítulo 26 del libro de Segundo Nefi, comenzando con el versículo 23 en adelante:

 

 

EL EVANGELIO UNIVERSAL

 

“Porque he aquí, amados hermanos míos, os digo que el Señor Dios no obra en la obscuridad.

Él no hace nada a menos que sea para el beneficio del mundo; porque él ama al mundo, al grado de dar su propia vida para traer a todos los hombres a él. Por tanto, a nadie manda él que no participe de su salvación.

   He aquí, ¿acaso exclama él a alguien, diciendo: Apártate de mí? He aquí, os digo que no; antes bien, dice: Venid a mí, vosotros, todos los extremos de la tierra, comprad leche y miel sin dinero y sin precio.

  He aquí, ¿ha mandado él a alguno que salga de las sinagogas, o de las casas de adoración? He aquí, os digo que no.

He aquí, ¿ha mandado el Señor a alguien que no participe de su bondad?”.

 

Leo ahora del versículo 33:

 

“Porque ninguna de estas iniquidades viene del Señor, porque él hace lo que es bueno entre los hijos de los hombres; y nada hace que no sea claro para los hijos de los hombres; y él invita a todos ellos a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres; y se acuerda de los paganos; y todos son iguales ante Dios, tanto los judíos como los gentiles”.

 

 

UNA MEJOR COMPRENSIÓN

 

Ha sido mi privilegio asociarme con mis compañeros, los hermanos Rulon S. Wells y Rey L. Pratt, durante el pasado año para llegar a una mejor comprensión de los sentimientos del Señor hacia sus hijos e hijas, como están expresados en esta escritura que recién les he leído. Como ustedes han escuchado, fuimos asignados para ir como los primeros misioneros de la Iglesia a Sudamérica.

 

 

PRIMERA VISITA MISIONAL EN SUDAMERICA

 

Sin embargo, ustedes estudiantes de nuestra historia recordarán que el hermano Parley P. Pratt hizo una visita a la costa oeste de ese territorio unos setenta años atrás. Él se quedó por algunos meses, hasta que sus medios se agotaron, luchando con el idioma español. Él no fue tan afortunado como nosotros, porque nosotros tuvimos a su nieto, el hermano Rey L. Pratt, quien es un maestro de idioma español. Eso nos permitió hacer un trabajo que el hermano Parley fue incapaz de realizar. Entonces también estoy seguro de que ha habido un progreso en Sudamérica, en estos últimos setenta años, un maravilloso cambio que hizo necesario preparar los corazones de la gente y de los gobiernos para el mensaje del evangelio que estaba viniendo. Nosotros sabíamos, sin embargo, que no iba a ser fácil, pero nosotros estuvimos dispuestos para ir a los fines de la tierra, y hacer cualquier sacrificio, para descargar la gran obligación que el Señor ha puesto sobre su Iglesia, para llevar a todos los hombres las buenas nuevas de que él ha hablado otra vez, y ha establecido su Iglesia en la tierra, para que toda carne, blanca y negra, cautiva y libre, Judío y Gentil, puedan conocer todas estas buenas cosas que el Señor ha hecho.

 

 

 

EL RECIENTE TRABAJO MISIONAL EN SUDAMERICA.

 

Hicimos un largo viaje hacia aquella tierra del sur—y, por el camino, hubieron algunos que se preguntaron porque no íbamos a San Francisco y navegábamos a Sudamérica desde ese punto, pero si ustedes miran el mapa  y trazan una línea directamente al sur desde la ciudad de Nueva York, la línea los llevará a ustedes a unas doscientas millas al oeste de Valparaíso, en la costa de Chile. De manera que prácticamente toda Sudamérica se ubica al este de la Ciudad de Nueva York. Nosotros navegamos desde la Ciudad de New York el día 14 de noviembre, y después de seis días y seis noches llegamos a una de las islas de las Indias Occidentales. Sentimos con seguridad que estábamos a una gran distancia de nuestro hogar. Nosotros podríamos haber estado en Europa para ese tiempo. Luego navegamos nueve días y nueve noches sin ver tierra, y luego nos encontramos al frente de la parte este de Sudamérica y no muchos cientos de millas al oeste de las Islas Británicas. Luego tres días más y estuvimos en el Puerto de Río de Janeiro, en las costas de Brasil. Luego cinco días más y llegamos a nuestro destino en Buenos Aires, la gran capital del sur, una ciudad de dos millones doscientos cincuenta mil habitantes. Le dije a algunos de los hermanos que era una experiencia extraña mientras pasábamos del frio invierno de la ciudad de Nueva York, al templado clima de verano de Sudamérica, donde es verano allí es invierno aquí; pasar bajo el Ecuador y tener al sol moviéndose hacia el norte y elevarse en el noreste y ponerse en el noroeste y a la luna siguiendo el mismo rumbo; y todas las estrellas que conocimos verlas desaparecer, y un nuevo cielo y una nueva tierra vino a nuestra vista, porque era una tierra diferente de la nuestra, diferente vegetación, clima, gente, y para mí un idioma diferente, hasta que me sentí como uno que había sido completamente sacado del mundo que conocía.  Estoy agradecido de que hayamos tenido la ayuda del hermano Pratt hablando el español; y la ayuda del hermano Wells hablando alemán, porque tuvimos dos familias que hablaban alemán en Buenos Aires quienes se habían unido a la iglesia en Alemania. Con la ayuda del hermano Wells tuvimos éxito llevando la obra adelante entre gente de habla alemana en esa parte, y antes de que el hermano Wells tuviera que regresar fue nuestro privilegio llevar a seis de ellos a las aguas del bautismo, los primeros conversos bautizados en Sudamérica. El hermano Wells regresó con gran tristeza para nosotros a causa de su compañerismo y conocimiento del idioma alemán, pero su enfermedad fue tal,  y continuó repitiéndose que nosotros sentimos que su vida estaba en peligro. El era un hombre que estaba sumamente enfermo, y aun así al hermano Wells le hubiese gustado quedarse y dejar allí su vida. Fue una gran pena para nosotros dejarlo ir a casa, pero era necesario, y él estuvo dispuesto a responder a la sugerencia con jovialidad ya fuera para irse o para quedarse.

Entonces el hermano Pratt y yo continuamos nuestro trabajo con la gente alemana lo mejor que pudimos, pero fue difícil. Yo tenía que decirle al hermano Pratt en ingles lo que había de decirle a ellos, y él se lo decía en español a una niña alemana que hablaba un poquito español.

Ella lo interpretaba en alemán a nuestros amigos, y la respuesta regresaba en la misma forma. Pero tuvimos éxito apoyándoles y aumentando el interés entre otros hasta que nuestro pequeño grupo creció. Cuando el hermano Stoof llegó, siendo un experto en el idioma alemán, él fue capaz de mejorar ese trabajo y llevarlo hacia delante, así que está en una condición muy prospera hoy día. Hay muchos otros que han llegado a interesarse.

 

 

 

DIFICULTADES ENCONTRADAS

 

El trabajo principal que el hermano Pratt y yo emprendimos fue entre la gente de habla hispana, y me gustaría que ustedes sepan que el español es el idioma de Sudamérica. Mientras hay por aquí y por allí pequeños grupos de gente que habla inglés y pequeños grupos de gente que habla alemán, prácticamente todos ellos hablan español. Así que uno se siente impotente allí sin español como si se estuviera en los Estados Unidos sin el inglés. Nosotros emprendimos la tarea de encontrar un salón, pero no había salones como los que tenemos en este país. Las condiciones son diferentes. Cuando tratamos de arrendar algunos de ellos, no podíamos conseguirlos porque eran salones de recreación, y las actividades principales se realizaban los domingos por la noche, y ellos no deseaban que un servicio religioso les molestara. Así que por dos meses tuvimos que batallar con este problema. We tried to rent office quarters to make halls out of them, but were unsuccessful.

Finalmente encontramos un lugar y lo arrendamos, un negocio y habitaciones, y luego comenzamos a invitar a la gente a venir. En el intertanto, sin embargo, habíamos ido donde nuestros amigos que vivían en los suburbios o en las afueras de la ciudad. Ese no fue el trabajo más fácil para hacer, porque viajábamos dos horas en el tranvía y luego caminábamos dos millas, no por calles pavimentadas, sino por senderos, a través de los campos, por el barro, por el polvo y en medio de todo tipo de clima, y entonces cuando hicimos esto todo lo que pudimos conseguir para que vinieran a nuestras reuniones, por casi dos meses, fueron niños.

 

 

"UN NIÑO PEQUEÑO LOS GUIARÁ”

 

No había prejuicios contra nosotros, en efecto la gran mayoría de la gente nI siquiera sabía que existían los Estados Unidos de Norteamérica o nada acerca de ello, mucho menos ellos sabían algo acerca de la Iglesia  “Mormona”. La principal falta de interés fue porque no éramos católicos. Todo el país es católico, como ustedes saben.  Sin embargo, nosotros dijimos: "No abandonaremos nuestro esfuerzo por llegar a la gente". Y nosotros aprendimos nuevamente que "a little child shall lead them." Continuamos con aquellos niños, enseñándoles a cantar, enseñándoles a orar, a repetir la oración del Señor, los Artículos de Fe, y los Diez Mandamientos. Ellos llevaban estas oraciones y canciones a sus hogares, y entonces un padre apareció, y luego otro, y otro, y finalmente organizamos una reunión con adultos, y seguimos enseñándole a los niños.

Los niños trajeron a sus padres—y eso fue verdad en varios lugares que habían abierto para nosotros. Entonces fuimos a los hogares de aquellos que se habían interesado, y para nuestro gran gozo vimos que la misma maravillosa respuesta se estaba manifestando en los corazones de la gente de esa tierra así como en otras partes, y una espléndida mujer española, vino y manifestó su absoluta convicción de que habíamos traído la verdad. Ella resistió todo tipo de oposición que fue presentada en contra de ella, y fue nuestro privilegio traer a ella al rebaño de Cristo. Quiero dar mi testimonio de que no hay en la Iglesia en cualquier parte una más devota y fiel Santo de los Últimos Días como la  hermana Cifuentes, en la ciudad de Buenos Aires. Yo estoy por lo tanto persuadido a decir que creo que el Señor no hace acepción de personas o de naciones, y que todo el que le reciba a él y a su mensaje de igual manera tendrá los mismos privilegios en su bendito evangelio. Ella llegó a ser una activa y vigorosa misionera.

 

 

ITALIANOS INTERESADOS EN EL EVANGELIO RESTAURADO

 

Luego algunos italianos llegaron a interesarse. Hay dos millones de ellos en la República Argentina. Cuando nuestros asistentes vinieron, el hermano Stoof y su esposa, el hermano Sharp y el hermano Stoddard, esplendidos trabajadores, nosotros los introducimos a ellos en aquellos lugares que habían comenzado a tener reuniones, y nuestro grupo más grande aumentó hasta tener un promedio de asistencia de unos sesenta adultos. Los dejamos a ellos con lugares para reuniones cada noche de la semana, excepto los sábados por la noche, y tres lugares los domingos. Dejamos a un pequeño grupo convertido, porque once de ellos nos manifestaron su intención de unirse a la Iglesia y de compartir el testimonio de la verdad del mensaje que nosotros le habíamos traído. Cuando salimos finalmente, hubo tantas lágrimas derramadas en Buenos Aires como las había habido en Salt Lake City cuando salimos de aquí hace un año atrás. Cuando estábamos por salir de esa tierra cuatro esplendidos italianos, tres hombres y una mujer, se habían unido a la Iglesia, y otros además de los once a los que ya me he referido han llegado a interesarse.

 

Fue una larga y dura lucha para nosotros. No tengo palabra de reproche para la gente. Ellos tenían prejuicios en contra de la religión por la cual estábamos abogando porque no era Católica. Nosotros éramos extranjeros y extraños para ellos. Pero me regocijo diciéndoles a ustedes, mis hermanos y hermanas, que Dios fue bueno con nosotros y él abrió la puerta para que finalmente tuviéramos el privilegio de poner los fundamentos de la Iglesia en esa tierra, y desde una membrecía de cuatro adultos, cuando llegamos a esa tierra, hemos dejado veinte y cuatro Santos de los Últimos Días, con la obra iniciada en aquellos tres idiomas. No tuvimos oposición en lo que al gobierno se refiere, no obstante de que hay una unión de iglesia y estado en todas las repúblicas Sudamericanas con la excepción de Chile. Hubo una separación de la iglesia y el estado en Chile un año atrás (1925). Pero aun así hay libertad religiosa en todos aquellos países para nuestro trabajo misional.

 

 

UNA DIFICIL OBRA MISIONAL

 

Encontré una gran dificultad en sentirme satisfecho conmigo mismo, a causa de mi inhabilidad para predicar el evangelio a ellos por no conocer su idioma; sin embargo, aprendí a leer y a conversar con la gente. Me sentí satisfecho en parte, sin embargo, por ayudar en el espléndido trabajo que el hermano Pratt estaba realizando, invitando a la gente a nuestras reuniones, y teniéndolo a él traduciendo al español el testimonio que yo quería compartir con la gente de esa tierra. Tuve el privilegio de visitar doce mil quinientos hogares, dándoles a ellos este mensaje impreso e invitando a la gente a nuestras reuniones. Tuvimos doscientas treinta y cuatro reuniones, así que el hermano Pratt estuvo muy ocupado predicando el evangelio a la gente. Disfrutamos la experiencia, aun cuando tuvimos que hacer cosas tales como las hicimos en los comienzos de nuestra obra misional, como cuando viajábamos sin bolsa ni alforja. Fue la parte más difícil de la obra misional que yo haya emprendido, pero agradezco al Señor por el éxito que resultará a causa de ello, que una fundación ha sido puesta, y estoy convencido de que es posible que el evangelio sea llevado a toda la gente de esa tierra.

 

 

VISITA A LOS INDIOS EN LA GRAN MESETA ANDINA

 

Fue nuestro privilegio, gracias al permiso de la Presidencia, regresar por la vía de la costa Oeste. Estábamos deseosos de no salir de Sudamérica hasta que no hubiésemos visto a los indios de esa tierra. Y así fue como en la parte norte de Argentina nos encontramos con ellos, cientos de miles de ellos. Pasamos por la meseta de las grandes montañas andinas, una meseta de quinientas millas de largo por ciento cincuenta millas de ancho, en una elevación de doce mil pies, habitado por indios. Vivimos por unas tres semanas con ellos, dormimos en sus casas, comimos en sus mesas, vimos a millones de ellos. Hay dos millones ochocientos sesenta mil personas en lal República de Bolivia, teniendo casi dos millones de ellos casi pura sangre india. Hay cuatro millones seiscientos veinte mil personas en Perú, y más de tres millones y medio de ellos son indios de sangre pura. Hay dos clases de indios. Uno es el half-breed, un descendiente del soldado español, y la mayoría de los líderes de los países de Sudamérica tienen sangre india en ellos, desafortunadamente ellos no estiman esa sangre india, sino que están más bien más orgullosos de su sangre española. No será hasta que el día cuando ellos comprendan quienes son, y que la sangre india es de Israel y que es la mejor sangre en el mundo, que sus corazones se tornaran en simpatía y en amor hacia sus propios oprimidos y perseguidos hermanos y hermanas, los indios de sangre pura.

 

 

CONDICION DE LOS INDIOS SUDAMERICANOS

 

Nunca he visto un grupo de gente más industriosa, y tan duros trabajadores en mi vida que los millones de indios que vimos en Bolivia y Perú. Mi corazón se volcó hacia ellos en ansioso ruego, porque los vi a ellos como están lo de México, en pobreza, despojados de sus tierras y de su gloriosa civilización, una civilización mucho mejor que la fue traída por Pizarro. Una mejor civilización que la que ellos tenían en aquellos países fue destruida cruelmente, y ellos fueron asesinados, y sus tierras tomadas. Ellos fueron saqueados y han sido  hollados y han permanecido por un tiempo muy largo en un estado de semi-esclavitud hasta hoy día. Con todo su trabajo arduo y esfuerzos ellos deberían ser un pueblo rico e independiente, si ellos solo pudieran tener la ganancia que viene de su trabajo. Pero la mayoría de las ganancias son tomadas por los propietarios de la tierra, porque el quince por ciento  de los hombres en Sudamérica son dueños del noventa y cinco por ciento de la tierra, y estas condiciones ellas las han tenido por muchos años, hasta permanecer en un estado de pobreza, y todavía ellos son la mayoría en muchos de aquellos países. Pero el derecho de sufragio es solo extendido a aquellos que pueden leer y escribir, y la mayoría de los indios no pueden leer ni escribir. Pocas escuelas son provistas para que ellos aprendan a leer y a escribir, y ellos son como un gigante dormido. Muchos de ellos hablan el idioma español. Así el hermano Pratt y yo no podemos ver  porque el trabajo misional no ha llegado prontamente a ellos.

 

 

EL DIA DE LA REDENCIÓN DE LOS INDIOS SE ACERCA

 

Fue nuestro privilegio visitar a oficiales de gobierno de ambos países, Bolivia y Perú, y explicarles nuestra misión y deseo de tener misioneros viajando a aquellas tierras. Se nos aseguró que nuestros misioneros serían bienvenidos, y que no habría objeción por parte del gobierno. Es nuestro deseo que aquellas preciosas promesas hechas a sus antepasados sean cumplidas. Ellos pasarán por los mismos cambios que están sucediendo en México, pero ellos saldrán de su servidumbre y esclavitud a la luz de la libertad, tanto en los asuntos religiosos como políticos, y el día de su retribución y de su redención, estoy seguro, no está muy distante.

 

ESPAÑA E ITALIA  ENTITLED A ESCUCHAR EL EVANGELIO

 

Deseo dar mi testimonio a lo que el Presidente Ivins dijo aquí esta mañana. Creo que el comienzo de esta dispensación del evangelio, como se declara en una de estas revelaciones, fue el comienzo del tiempo de los Gentiles. Creo que esa generación que vio la alborada de esta dispensación del evangelio no pasará hasta que los tiempos de los Gentiles sean cumplidos, y después de los días de los gentiles viene el día de Israel. Estoy deseoso, por lo tanto, que en el periodo que todavía queda a las naciones Gentiles para escuchar el mensaje del evangelio, nosotros enviaremos la ayuda necesaria, no solo para aquellos que están en los países sudamericanos, sino que mi alma se ha vuelto hacia España desde que he estado en esa tierra del Sur, y también hacia Italia. No siento que estemos justificados en la oportunidad que se nos ha dado, ya sea para España o Italia o Francia o China o a otras naciones, para que escuchen el evangelio; así, yo estoy mirando hacia el tiempo por venir en el muy cercano futuro cuando a aquellas tierras les será dada completamente la oportunidad. No muchos de ellos pueden venir al redil, y todavía yo creo que hay algo de la sangre de Israel en España y en Italia, y que la gente tiene derecho a la oportunidad de escuchar el evangelio antes de que venga el día del juicio. Testifico a ustedes que el Señor ya está comenzando la obra para la redención de la casa de Israel.

 

EL EVANGELIO PARA LIBERAR A LOS HIJOS DEL PADRE LEHI DE LA ESCLAVITUD

 

Dios nos dio el Libro de Mormón y la principal razón, como set forth en una de las revelaciones, es que será el medio de traer a los  descendientes del Padre Lehi al conocimiento del Redentor del mundo, y para establecerlos en la fe de sus padres. Doy mi testimonio a ustedes que nada sobre la tierra los sacará a ellos de su thraldom salvo el evangelio del Señor Jesucristo. Me regocijo, por lo tanto, que el alba esté rompiendo, que la noche esté disipándose y que el día de su redención ya esté viniendo. He llorado por ellos, mientras los he visto viviendo en la ignorancia y en la pobreza en medio de las ruinas de las grandes y gloriosas ciudades que sus padres construyeron. Tales ruinas nunca las he visto en ninguna otra parte, de grandes templos y ciudades, la evidencia de su pasada y maravillosa civilización; y luego, mientras miraba sobre estas pobres, y desdichadas almas que han alcanzado un estado de degradación, de pobreza y de miseria, a causa del pecado, la transgresión y la opresión, he orado a Dios para llevar a cabo su liberación de acuerdo a sus promesas, y estoy seguro de que ese día está a la mano. Que el Señor pueda poner en los corazones de hombres y mujeres el continuar respondiendo y llevando el mensaje del evangelio a donde sea necesario,  y descargar la gran responsabilidad que descansa sobre esta Iglesia antes de que llegue el día del juicio, que la dispensación Gentil cuando termine, nos encuentre habiendo descargado nuestra obligación; entonces vendrá el día de Israel, el día de su redención en todas las tierras. Doy mi testimonio a ustedes que súbitos y emocionantes acontecimientos están a nuestras puertas. Doy mi testimonio de que Dios está pidiendo a gritos arrepentimiento al mundo en el testimonio de truenos, de  relámpagos y de tempestades, y si ellos no se arrepienten él trillará a las naciones.

 

 

LA TAREA Y EL DEBER DE LOS SANTOS DE LOS ULTIMOS DIAS

 

No hay seguridad, en lo que concierne a los Santos de los Últimos Días, solo por guardando los mandamientos de Dios. Mientras miraba a la Iglesia desde la distancia de once mil millas, admiraba lo que hemos hecho al dominar el desierto y al hacerlo florecer como la rosa, construyendo nuestros templos, tabernáculos, y fabricas; pero elevando sobre todos ellos y más esplendido y glorioso que todo es el la hombría es but rising above them all and more splendid and glorious than all else is the manhood and the womanhood que ha sido establecida en la tierra por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Es la mayor cosa que hemos hecho, y que Dios nos ayude para usar todo lo que tenemos como un medio para el glorioso fin de establecer aquí una civilización como el mundo no ha conocido; que ellos puedan venir del Este y del Oeste, desde el Norte y el Sur, para aprender de nuestros caminos y para caminar en nuestros senderos. Es nuestra la tarea de perfeccionar las vidas de estos hombres y mujeres, niños y niñas, hasta que sean una luz al mundo, la sal de la tierra. Que Dios nos de la visión para verlo, para trabajar hasta que tengamos éxito, Lo ruego, en el nombre de Jesucristo. Amén.[20]

 

Por su parte en su tiempo el Elder Rey L. Pratt del Primer Consejo de los Setenta y Presidente de la Misión Mexicana expresó: Estoy feliz, mis hermanos y hermanas, de estar con ustedes en esta conferencia de la Iglesia, y de estar reunido otra vez con mis hermanos y hermanas, y con mi familia, después de nuestra ausencia por casi un año en Sudamérica…

 

Nuestro viaje a Sudamérica trajo a mi atención muchas, muchas cosas que fueron nuevas para mí. Me pareció que estábamos en otro mundo, y yo observe las prácticas y las costumbres  de las gentes de los países donde fuimos con un deseo de aprender y de ver las cosas desde su punto de vista. Llegamos a estar en contacto con gente que tenía otras creencias religiosas. Diré con respecto a ellos que encontré una sinceridad que es muy loable, de su parte, en la fe que ellos tienen en Dios, como ellos lo entienden a él, y en su religión, o su evangelio, como le es enseñado a ellos, y como ellos han creído en él, y sus padres antes que ellos por muchos años. Pero diré que después de esta review he regresado con la convicción fortalecida más que nunca en mi mente de que somos un pueblo aparte del mundo, y aun cuando he visto mucho de los que es bueno y mucho de lo que es loable en las religiones y en las practicas de la gente del mundo, tengo en mi corazón un espíritu de agradecimiento que no puedo expresar, que mi parte ha sido  ha sido echada con un pueblo que sabe que tenemos la verdad del evangelio sempiterno restaurado a nosotros, que no hay incertidumbre en nuestras mentes, que podemos ir adelante con confianza y trabajar nuestra salvación en el reino de nuestro Padre, sabiendo que estamos en el sendero correcto.

 

Ha sido para mí una fuente de gozo, mis hermanos y hermanas, compartir mi testimonio de la restauración del evangelio a la gente de Sudamérica. Mientras ecsuchaba al Élder Ballard informar de nuestro viaje, mi mente fuie llevada a reflexionar en las palabras del Salvador que dicen: "Suffer the little children to come unto me, and forbid them not." He tenido un gozo que es inexpresable al asociarme con niños pequeños en estas naciones extranjeras, y mi corazón has gone out to them. Nosotros les preguntabamos a ellos si pertenecían a alguna iglesia e invariablemente decían: "Si". Les he preguntado a ellos, "¿En que creen? ¿Cuales son sus enseñanzas?  ¿Oran ustedes?" Y hermanos y hermanas, que lo que que es común con nuestros niños, enseñado a nosotros desde la infancia, esta faltando en los vidas de estos otros niños. Deseo que cada uno aquí pudiera ver los rostros de aquellos pequeños niños extranjeros iluminarse cuando les llevamos a ellos las cosas que parecen muy comunes para nosotros. Cuando les eneseñamos a ellos como orar, cuando les enseñamos a ellos como cantar, cuando les enseñamos a ellos las historias del Salvador, y el gran amor que él tuvo por la humanidad, y las grandes obras que él hizo entre los hijos de los hombres, encontramos sus ojos muy abiertos y sus bocas abiertas, luz en sus semblantes y gozo manifestándose a si mismo desde las profundidades de sus almas, por las verdades que les enseñábamos. Y ellos han dicho: "Nunca habíamos conocido estas cosas". Es notable tener la oportunidad de llevarlso a ellos, a los hijos de nuestro Padre que han sido dejados en oscuridad spiritual por un sistema en el cual ellos creen. Entonces, también, los niños no son dle todo pequeños en lo que concierne a los asuntosa del reino de nuestro Padre en los cielos. Los adultos son niños. Nosotros los encontramos como tales, y ha sido un gozo para mi, mis hermanos y hermanas, ser capaz de ayudar en la enseñanza de estos adultos niños de nuestro Padre celestial de las verdades que ellos nos confiezan a nosotros les han traido el más grande gozo que ellosa jamás hayan sentido en sus vidas. Recuerdo a la gente que el Élder Ballard se refirió ayer, cuando ellos vinieron por primera vze a nuestra reunión,  dos hombres italianos vinieron primero por curiosidad, yo pienso. Ellos habían estado en los Estados Unidos por un corto tiempo, muchos años atrás, y ellos supieron que nosotros los americanos estábamos teniendo servicios en su vecindario. Ellos vinieron a nuestras reuniones, pero ellos no sabían nada acerca de nuestra religión. Ellos no sabían nada acerca de la Biblia. Ellos deseaban conseguir las escrituras, y nosotros las conseguimos para estos hombres. Después de asistir a nuestra sreuniones por algún tiempo, y escuchándonos tartar de enseñar a los niños a orar en la escuela Dominical, uno de los hombres vino a mí y dijo: "¿Puede usted consegurime un libro de oraciones para que yo pueda orar, también?" Yo le expliqué a él, lo major que pude, que nosotros no oramos de libros, sino que así como un niño le pedirá a su padre lo que desea, nosotros le pedimos a nuestro Padre celestial las cosas que solo nosotros sabemos que necesitamos. "Bueno", dijo él, "Yo he sido miembro de una iglesia toda mi vida, pero nunca se me ha enseñado a orar de esa manera. Debo confesar a usted que yo no se como comenzar. ¿No quieren ustedes hacerme el favor de venir a mi casa alguna noche cuando haya llegado del trabajo y enseñarme a mi y a mi familia como orar?" Fue una de las más grandes oportunidades que jamás haya llegado a mi vida, mis hermanos y hermanas. Fui con él, y nos arrodillamos alrededor de au altar familiar, con su esposa y sus hijos y con el otro hombre cuya familia había quedado en Italia, y quien está luchando duro para conseguir los medios para traerlos allí. Nosotros pudimos enseñarles a ellos a como orar, como bendecir los alimentos, y a agradecer a Dios por aquellas bendiciones communes que siempre le agradecemos, y pienso muy poco acerca de la gran bendición que tenemos sabiendo como hacer esas cosas.

 

Desearía que pudieran ver como la fe de aquel hombre creció. Desearía que ustedes pudieran darse cuenta y visualizar como lo hicimos, quienes estuvieron allí, como las cosas parecieron abrirse y desplegarse ante él y sus compañeros en ese hogar. Antes que saliéramos de allí, él dijo: "estoy dispuesto a renunviar a todo lo que ustedes me dijeron es erróneo, porque yo tengo una evidencia y un testimonio que ha venido a mi que ustedes han traído la verdad a esta tierra de Sudamerica".

 

"Bueno", yo dije, "prepárese, deje el tabaco, y haga otras cosas, y cuando el tiempo adecuado llegue, estos élderes que están aquí lo admitirán en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a través de las puertas del bautismo". Poco antes de salir de El Paso, recibí una carta del Élder Sharp, quien trabajó conmigo en la Ciudad de México y quien está ahora en Sudamérica, señalando que aquellos dos hombres, un muchacho de catorce años de edad, y la esposa de uno de los hombres, habían llegado a la Iglesia a través del bautismo, y él me dijo a mí: "Hermano Pratt, nunca he visto tanto gozo brillar en los rostros de los hombres y mujeres en todo el mundo como en las vidas de aquellas personas desde que ellos se han unido a la Iglesia... Un hermano me dijo: 'Yo preferiría perder todo lo que tengo, y dar mi vida, que perder la fe en el evangelio que ha sido traído a nosotros en esta tierra por sus misioneros'". "Dejad que los niños vengan a mí", el Salvador dijo, y nosotros, como un pueblo que tiene Su autoridad, tenemos una muy grande responsabilidad, una obligación de llevar a los muchos millones de los hijos de nuestro Padre en el mundo las nuevas de las cuales ellos son ignorantes.

 

Estoy de acuerdo con el hermano Ballard que mi idea de los hijos de nuestro Padre ha sido mejorada y ampliada, en mi contacto con la gente Latina. Yo tenían en algún grado prejuicios en contra de ellos. Mi contacto con ellos, en asociación con la gente Lamanita en México, made me so. Ellos fueron los conquistadores de la gente. Ellos los habían llevado a ellos a donde estan. Confieso que tenía un prejuicio en contra de ellos, pero todo ese prejuicio ha sido eliminado, y me siento feliz que pueda incluirlos a ellos entre los hijos de nuestro Padre que son herederos de salvación, a través del evangelio que ha sido restaurtado por medio de José Smith. Y como nuestro ultimo orador dijo, yo estoy dispuesto a concordar que aun la conquista de México, la conquista de Guatemala, de Centro América y Perú, y el resto de Sudamérica, a majos de aquellos crueles españoles que trajeron tanta miseria, y que han traído tanto sufrimiento en el despertar de aquella poderosa conquista, después de todo, be overruled for good, porque a lo menos ha preparado una manera a través de la cual podamnois llegar a estas personas por haber dado a ellos un idioma común, el idioma español, donde antes innumerables lenguajes tribales existieron que habría sido casi imposible para nosotros obtener a fin de prediucar el evangelio a estas personas. Estoy agradecido al Señor por la participación que he tenido en la aperture de esta nueva misión. Estoy deseoso de continuar sirviendo en cualquier posición donde quiera que sea llamado a trabajar.

 

Dejo con ustedes mi testimonio, mis hermanso y hermanas, que yo se que Dios vive. Yo se que Jesús es el Cristo, y yo se, también como se cualquier cosa en todo este ancho mundod, que José Smith es un profeta de Dios, y que él fue llamado para restaurar y para establecer este gran evangelio en este día, edad y dispensación en la cual vivimos, Yo se que si vivimos fieles y verdaderos a las enseñanazas de este evangelio, si yo desarrollo para mi mismo una salvación y una exaltación en el reino celestial de nuestro Padre en los cielos. Yo se que esto es verdad para ustedes y para mi familia, y para mí, y para todos a quienes amo. Yo se que si es predicado a la gente del mundo que no lo conoce, y ellos lo aceptan, resultará en lo mismo para ellos, porque este evangelio es el poder de Dios para salvación a todos los que creen; y aquellos que creen lo obedecerán. Que el Señor les bendiga, mis hermanos y hermanas, y nos ayude a todos a servile a él hasta el fin, lo ruego, en el nombre de Jesucristo. Amén.[21]

 

            El Élder Frederick S. Williams que sirvió una misión en Arhentina por aquellos días nos presenta el siguiente relato del regreso de los élderes Ballard y Pratt al fin de su misión:

            “A principios del otoño de 1926, el Élder Melvin J. Ballard habló en el Barrio Phoenix; él había recién regresado después de abrir la Misión Sudamericana y nos relató sus maravillosas experiencias allí. El narró el viaje que él y su compañero también una Autoridad General, Rey L. Pratt habían hecho en su regreso a casa, yendo por tren desde Buenos Aires a La Paz, cruzando el Lago Titicaca en barco, siguiendo luego por tren al Cusco.

            El habló de la grandeza de Machu Pichu y de las ruinas de la fortaleza de Sacsahuaman sobre el Cusco, y de su viaje desde la antigua capital Inca por tren hasta Arequipa y luego al puerto de Mollendo. Él dijo como ellos abordaron su barco por medio de una canasta desde una barcaza. Cuando su barco llegó al puerto del Callao en Lima, ellos fueron a la ciudad capital para visitar los museos donde ellos vieron hojas de oro cortadas del porte de las planchas. Desde el Callao, ellos viajaron hacia el norte a través del Canal de Panamá y finalmente desembarcaron en Nueva York.

            Su historia me cautivó. Después de la reunión, hablé con el hermano Ballard y le expresé el deseo de servir una misión en Sudamerica”.[22]

Los misioneros descubrieron finalmente que mediante el establecimiento de escuelas Dominicales en los varios suburbios de la ciudad, podía fomentarse el interés entre los jóvenes y eventualmente entre los padres.

“En aquella época, era muy difícil progresar significativamente en la obra, dado que los adultos no estaban muy interesados en ella. Los misioneros descubrieron finalmente que mediante el establecimiento de Escuelas Dominicales en los varios suburbios de la ciudad, podía fomentarse el interés entre los jóvenes y eventualmente entre los padres. El hermano Sharp hace referencia a dos eventos que él considera como decisivos con respecto al establecimiento de la Iglesia en Sudamérica.

“En el barrio de Liniers (Buenos Aires), había una pequeña niña italiana de quiz´s seis años de edad, la cual vino a mí cierto día y me dijo que sus padres no la dejaban concurrir a la Escuela Dominical. Cuando le pregunté cómo era entonces posible que ella estuviera siempre presente en la misma, me contestó que junto con su hermano menor iban primeramente a la casa de su tía para poder desde allí, concurrir a la escuela Dominical con sus primos. Aconsejé a la niña que antes que nada debía de obedecer a sus Padres, lo cual ella prometió hacer.

Poco tiempo después la niña enfermó gravemente de sarampión, complicado con viruela. Tan enferma estaba, que en un día martes perdió el conocimiento. El viernes siguiente volvió en si  y reconociendo a su madre le preguntó: “¿Qué día es hoy?” Cuando supe que era viernes, agregó: “Todos los viernes los misioneros tienen una reunión en la casa  de la hermana Molares y si no llevo flores allí pensarán que me pasa algo’ Estas fueron las últimas palabras pronunciadas por Rosa –éste era su nombre- antes de expirar. Está de más decir que esto causó una profunda impresión entre los familiares y vecinos de la niña, quienes se maravillaron de que sus últimos pensamientos fueran para los misioneros y su obra. Llegamos a saber esto porque a raíz de sus pobres circunatsncias, la familia no podía solventar los gastos para el funeral y la iglesia a la que pertenecían no administraba funeral alguno a los que no podían pagarlo; y así fue que los misioneros ofrecimos efectuarle uno, lo cual se hizo con el consentimeinto de los padres.

“Entre aquellos que quedaron mas impresionados por la devoción de la pequeña niña, había una humilde familia de ascendencia italiana, de nombre Gianfelice, y también otro hombre llamado Domingo Guicci. Anmtes de la partida del Élder Ballard, él y yo dejamos un folleto en el hogar de esta gente. Subsiguientemnete, unos pocos días más tarde, ambos hombres (Donato Gianfelice y Domingo Guicci fueron atacados, seriamente heridos y despojados. Por un tiempo debieron permanecer en el hospital y luego regresaron al hogar de los Gianfelice para completar allí su convalescencia. En aquella época ninguno de los dos hombres podía leer, pero la hermana Gianfelice sí, quien entonces les leía el folleto UNA DISCUSIÓN AMIGABLE; y ellos comenzaron a interesarse en la Iglesia. Poco después eran visitados por los élderes Ballard, Pratt, Stoddard y yo mismo. Cuando el interés de la gente comenzaba a manifestarse, los hermanos Ballard y Pratt debieron regtesar a los Estados Unidos . Las familias menciobadas habían estado tambipen investigando otra iglesia. El pastor de la misma desafió al suscrito a un debate. Después de mucha conversación y renuencia se llegó a un acuerdo. Pero cuando el herkmano Gianfelice llevó la espuesta al pastor, éste dijo: “Le apuseto diez pesos a que ganaremos nosotros, porque yo soy nativo del país y el Élder Sharp no puede tener el conocimeinto del idioma que yo tengo”, Entonces el  hermano Gianfelice le respondió: “En tal caso no habrá deabte alguno, porque no puede haber sino una sola iglesia  y nosorros no apostamos acerca de algo tan sagrado  como lo es la Iglesia Verdadera. Postariormente esta familia fue bautizada.[23]  P. 7.


 

Reinholt Stoof

1926-35

“Una gran cosecha le espera a la Iglesia en Sudamérica. No tengo dudas en mi mente acerca de esto. El Señor me ha dado este testimonio. Que el Señor bendiga a esos lejanos países en el sur. La tierra de nacimiento de mis hijos. Que el Señor bendiga a Sudamérica es mi oración en el nombre de Jesucristo”.

Presidente Stoof. Conferencia Abril 1936.

 

Reinhold Stoof, un ex maestro alemán, que había aprendido inglés cuando lo tuvieron preso en Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial. Después emigró a los Estados Unidos donde publicó un periódico en alemán, llamado el Beobachter, antes de ser llamado como misionero a América del Sur.

“Después de la partida de los élderes Melvin J. Ballard y Ray L. Pratt, la Iglesia siguió creciendo lenta pero constantemente. El Élder Reinhold Stoof presidió durante nueve años. Los primeros misioneros se dedicaron a promover la obra entre los inmigrantes alemanes. Los primeros miembros de la Iglesia fueron en su mayoría inmigrantes alemanes, italianos y españoles. “El Presidente Stoof procuró establecer la Iglesia en varios lugares, indagó las posibilidades entre los lamamitas de Argentina llegando a la conclusión de que aún no era el momento de establecer la Iglesia entre ellos”.

Fue por estos días que el élder Frederick S. Williams llegó a servir su misión en Argentina, haciendo realidad el deseo que le había manifestado al élder Ballard en aquella reunión en Arizona en 1926 a la que ya hemos hecho referencia:

“El 2 de marzo de 1927, llegamos a Buenos Aires; mi hogar por los próximos dos años. Las primeras personas que conocimos fueron los élderes Waldo I. Stoddard, Heber M. Clegg, y Jewel C. Jensen. La tarifa del tranvía desde el puerto a la casa de la Misión en la Calle Rivadavia fue de cuatro centavos americanos.

            Conocí al presidente de Misión, Reinhold Stoof, a su esposa, Ella, y los otros misioneros que ya estaban sirviendo: Lewis E. Christian, I. Russell Spencer, y J. Vernon Sharp. Toda la fuerza misional hasta nuestro arribo consistía de seis misioneros, ocho contando al presidente de la misión y a su esposa. Nuestro arribo aumentó la fuerza misional en un cuarenta por ciento.

            Nos quedamos en la casa de la misión un día o dos y luego nos cambiamos a nuestra propia pensión que estaba a media cuadra de distancia. Al día siguiente retiramos nuestras maletas de la aduana y nos registramos en el consulado americano.

            Desde que escuchara por primera vez al Élder Ballard hablar en el viejo Barrio Phoenix, yo había esperado visitar el lugar donde la Misión Sudamericana había sido dedicada. Mis compañeros de misión estaban tan interesados como yo, y después de cumplir con los requisitos de residencia en Argentina y de conseguir adecuadas pensiones, le pedimos a los misioneros que tenían más tiempo que nos llevaran allí.

            El Parque Tres de Febrero en aquel tiempo estaba parcialmente mejorado. La parte norte todavía era una jungla de sauces, maleza y parronales. Mientras viajábamos hacia el parque, pensaba en los tres hombres que habían sido escogidos para abrir la misión y como ellos deben haber tenido sentimientos similares a los míos. Yo era un extranjero en una tierra extraña quien había viajado desde Salt Lake City a Buenos Aires, y ahora estaba en camino al lugar donde se había dado vuelta la llave para la predicación del evangelio en el Continente Sudamericano, una acción que había hecho posible para mí servir en aquella distante tierra. En mi mente, reviví las horas cuando mi propio barco había entrado a Buenos Aires, los rigores de pasar por aduana por primera vez, y luego el gozo de ver a gente de mi propia fe mientras abandonábamos el área portuaria. Los tres hermanos habían vivido las mismas experiencias solo dieciséis meses antes”.[24]

            Y con respecto al Presidente Stoof, el Élder Williams nos legó las siguientes impresiones:

            “El presidente Stoof invariablemente firmaba su nombre “R. Stoof”, El ha menudo decía que podría haber sido un hombre famoso a causa de que su firma era tan corta. Para mí y para muchos otros él fue un maravilloso y extraordinario hombre.

            Karl Bruno Reinhold Stoof nació en Pfaueninsel (Peacock Island) cerca de Postdam, Alemania, el 12 de enero de 1887. Él asistió a una pequeña escuela y tuvo solo un maestro hasta los catorce años. Un muchacho inteligente, él amó los libros y la naturaleza. Cada Navidad él deseaba un libro. Él deseaba llegar a ser un jardinero, pero sus padres insistieron en que llegara a ser un maestro.

            El viajó una hora y media cada día por tres años para asistir a la escuela secundaria en Potsdam. Él después asistió a un college de Maestros en el pequeño pueblo de Drossen, y después de tres años recibió sus credenciales de maestro, el 11 de febrero de 1917. Tres semanas después él estaba enseñando a noventa y nueve niños, de seis a catorce años, en un pequeño poblado campesino a tres horas a pie de su vecino más cercano.

            Durante la vacación de verano antes de su último año de college él encontró el folleto , “Una Discusión Amigable”, en el hogar de sus padres y lo llevó con él a la escuela. Su madre lo había recibido de un hombre que había visitado la isla, y que le había dicho a ella que lo leyera, que le daría a ella felicidad, ella nunca lo hizo. El mensaje en el folleto interesó a Reinhold, pero lo dejó de lado para concentrarse en sus estudios. Durante su primer año de enseñanza, él escribió a la dirección que estaba en la parte de atrás del folleto y recibió desde Berlín “Una Voz de Amonestación”, “Una Corta Historia de la Iglesia”, y un Libro de Mormón.

            Él leyó y estudió todos estos libros, oró acerca a de lo que leyó, y recibió un testimonio de la veracidad del evangelio. Cuando él estuvo listo, escribió a las oficinas de la misión y pidió para que alguien vinera y lo bautizara. Hasta la noche de su bautismo, él nunca había asistido a una reunión mormona, ni aún conocido a un Mormón, ni a un misionero.

            Dos élderes llegaron a su pueblo una calurosa tarde. El hermano Stoof suspendió su clase en el colegio e invitó a los misioneros a su cuarto. Él entonces se excusó y regresó a pocos minutos después con tres botellas de cerveza fría. Los misioneros aprovecharon la ocasión para enseñarle la Palabra de Sabiduría, la cual él acepto rápidamente. Ellos continuaron enseñándole los principios del evangelio hasta las dos de la mañana, cuando él les pidió que lo bautizaran en el rio. Esto ellos hicieron inmediatamente. Era el 21 de septiembre de 1907.

            Los élderes le sugirieron que mantuviera su membrecía en secreto de la gente del pueblo a causa del extendido prejuicio en contra de la Iglesia. Él encontró un pequeño grupo de miembros en un pueblo distante con quienes se reunía tan a menudo como le era posible:

 


            En 1927 el Élder Soof, acompañado por el Élder Stoddard, viajó a Brasil en el intento de encontrar miembros de la Iglesia en las colonias alemanas de ese país. En 1928 viajó nuevamente a Brasil, esta vez acompañado por dos misioneros. Encontraron un pequeño grupo de Santos alemanes en una población llamada Joinville. Allí se estableció una rama de la Iglesia y el 25 de octubre de 1931, el presidente Stoof dedicó el primer edificio de la Iglesia en Sudamérica.

            En 1933 el presidente J. Reuben Clark de la Primera Presidencia visitó Buenos Aires. Llegó a Montevideo como delegado de los Estados Unidos a un congreso panamericano. Durante su corto viaje a Buenos Aires dio un mensaje a los hermanos en la rama de Liniers e instruyó a los Élderes en una misión especial”.[25] El presidente Stoof finalizó su misión en América del sur viajando el año 1935 de regreso a los Estados Unidos y en n la conferencia general del abril de 1936 él dio el siguiente informe.

Mis hermanos y hermanas, ustedes excusarán kindly excuse el pobre ingles de un extranjero. Los miembros y amigos de los lejanos países bajo la Cruz del Sur en Argentina y Brasil extienden a ustedes sus heartiest saludos. Ellos se regocijan en la luz que salió de Sión y vino a ellos; y ustedes en Sion pueden estar orgullosos de sus fieles miembros en los lejanos países del sur. No ha habido un misionero en Sudamérica que no haya apreciado la interesante labor pionera entre la gente Latinoamericana en Argentina y entre las colonias brasileñas de sangre Alemana

 

Varios misioneros que han trabajado en Sudamérica me han dicho que si las circunstancias lo permitieran para que la Iglesia estableciera una misión en Italia o España ellos feliz irían allí y predicarían el evangelio a la fine gente de aquellos países. Argentina, al igual que los estados Unidos es a melting-pot para las naciones.

 

La mayoria de aquellos que emigraron a Sudamerica son de los países del sur de Europa y España, haciendo que el carácter de los Argentinos sea el de un verdadero pueblo latino. La mayoría de nuestros miembros en Argentina sin italianos y españoles. Tenemos algunos pocos alemanes también allí.

 

Nuestras experiencias con la gente Latinoamericana con respecto a la enseñanza del Evangelio son muy encouraging. Puede haber algunos que piensen que el campo ideal de trabajo en el cual encontrar a la sangre esparcida de Israel está en los países del norte. Para ellos puede ser un consuelo saber que unos pocos siglos deespues del nacimiento de Cristo tribus del norte invadieron España e Italia, y puede ser que sus remanentes sean los que hoy siguen la voz del Buen Pastor. El hecho es que una gran cosecha será brought en Argentine entre la gente Latinoamericana. No tengo dudas en mi mente acerca de ello.

 

Estoy muy contento que los líderes de la Iglesia hayan enviado a Sudamérica a dos hombres muy buenos para presidir sobre las dos misiones allí; y estoy seguro de que ellos esparcirán el Evangelio en una forma muy maravillosa en aquellos países.

Fue mi buena fortuna ser bendecido y sostenido por la ayuda de muchos fieles y capaces misioneros, y esta misma bendición será disfrutada por mis dos sucesores en Sudamérica. La gente en Sudamérica son sin duda una gente maravillosa. El ejemplo de los misioneros ha ejercido una maravillosa influencia en la conversión de la gente al Evangelio. Tuvimos varios amigos que no sabían leer ni escribir; ellos no podían probar la veracidad de nuestro mensaje por estudiando las escrituras ya que no podían leerlas, pero el ejemplo de los misioneros les dio a ellos convicción, y sobre todo, estas personas vivieron el Evangelio antes de su bautismo.

 

Semanas y meses antes de su bautismo ellos guardaron la Palabra de Sabiduría, ellos aún pagaron sus diezmos honestamente sin ser instados a hacerlo, y por vivir el Evangelio ellos recibieron un fuerte testimonio, fueron convertidos y fueron bautizados, y son algunos de nuestros más maravillosos miembros en la Argentina.

 

Es mi opinión que a causa de la integridad y fidelidad de aquellos miembros, el Señor los ha bendecido con muchas manifestaciones.

 

Testifico a ustedes que nunca he visto en mi vida antes el poder del sacerdocio manifestado en tan maravillosa forma como en Sudamérica. Testifico a ustedes que fui testigo de la interpretación de lenguas, y del don de sanidad a los enfermos en casos cuando los doctores no podían ayudarles. Puedo testificar que la vista le fue restaurada a un joven portugués ciego. I tengo una declaración escrita en mi poder en la cual aquel joven portugués dice: "Estaba dispuesto a arrojarme bajo la ruedas de un wagon en la calle para ser muerto,  los doctores no podían darme ninguna esperanza". Pero el poder del sacerdocio restauró su vista.

 

Nunca olvidaré esa tarde cuando fuimos llamados al hogar de una familia italiana cuya hija estaba muy enferma; esa familia había ayunado y orado un día entero, siguiendo el consejo de un buen miembro italiano de la Iglesia. Era una extraña enfermedad la que le había sobrevenido a la hija. Ella durmió por cuatro días y no podía comer ni hablar, y luego, después de un día de ayuno y oración, los padres llamaron a los élderes para ministrar a ella. Cuando entramos al cuarto la hija abrió sus labios por primera vez en días, sus ojos estaban cerrados, y ella dijo en una baja pero clara voz: “Un ser supremo ha entrado”.

 

El joven élder, y muy ambicioso y buen muchacho de Idaho, fue llamado a ungirla, y fue tan asombrado cuando escuchó aquellas palabras que ólvido el nombre de la jovencita y tuvo que que ser repetdo a él. Nosotrps pronunciamos una bendición sobre le cabaza de aquiella niña y reprendimos el poder del Destructor. Dimos consuelo a sus padres, y de acuerdo a la promesa dada apor los siervos del Señort a través del poder del sacerdocio su salud fue restaurada. Ella no record nada de lo que le había sucedido a ella y no supo lo que sus ojos espitiuales habían contemplado, que ser supremo había entrado con nosotros, ningún misionero es un ser supremo que nosotros sepamos, pero no podemos decir quien estaba a nuestro lado. No tenemos duda que un  ser celestial estuvo allí para dar Fortaleza y testimonioo a sus padres. El poder del Señor está sobre la tierra, el poder del sacerdocio está aquí, y ese poder calls to its y aun a seres celestials cuando es necesario.

 

Estoy agradecido por el testimonio que he recibido, y de que otros hayan visto el poder del sacerdocio manifestado en tan maravillosa forma, y estoy contento de que a¿quellas bendiciones hayna sido dadas a aquella maravillosa gente en ASrgentina y Brasil. Ellos son fieles y fuertes.

 

Recuerdo a un magnífico misionero, un kuy capaz joven, que estaba por dejar el campo misional  a causa de falta de recurdoss financieros, pero no fue necvesario para él salir, ya que un matrimonio Italiano se ocupó de todo. Ellos le dieron albergue; le dieron comida, y proveyeron todo para él. Después esta misma fidelidad fue manifestada en su conrtibución de una casa y un sitio en Buenos Aires a la Iglesia para su uso como capilla. Esta es una evidencia de la fidelidad de aquellas personas. Los siervos del Señor pueden predicar sin  impedimento en asquellos países de Sudamérica. El grito de Libertad, Libertad, Libertad, suena por toda la maravillosa nación Argentina. Aquellas personas aman la libertad, ellos conceden libertad a todos, y así es en todas las repúbliocas de Sudamérica. En mi opinion es un maravilloso campo de trabajop para la gente.

 

Una gran cosecha está esperando para la Iglesia en Sudamerica. No tengo dudas en mi mente con respecto a ello. El Señor me dio ese testimonio. Que Dios bendiga a aquellos lejanos países en el sur que son el hogar de mis hijos. Que Dios bendioga a mi Sudamerica, es mi oración en el nombre de Jesucristo. Amén[26]

 


El Espíritu de Sión

 

“Pero, dijo él, a pesar de nuestras aflicciones, hemos obtenido una tierra de promisión, una tierra escogida sobre todas las demás; una tierra que el Señor Dios hizo convenio conmigo de que sería una tierra para la herencia de mi posteridad. Sí, el Señor me ha dado esta tierra por convenio a mí y a mis hijos para siempre, y también para todos aquellos que la mano del Señor conduzca de otros países.

   “Por tanto, yo, Lehi, profetizo según el Espíritu que obra en mí, que nadie vendrá a esta tierra a menos que sea traído por la mano del Señor.

   “Por tanto, esta tierra está consagrada a quienes él traiga. Y en caso de que le sirvan según los mandamientos que él ha dado, será para ellos una tierra de libertad; por lo que nunca serán reducidos al cautiverio; si tal sucediere, será por causa de la iniquidad; porque si abunda la iniquidad, maldita será la tierra por causa de ellos; pero para los justos será bendita para siempre.

   “Y he aquí, es prudente que esta tierra no llegue todavía al conocimiento de otras naciones; pues he aquí, muchas naciones sobrellenarían la tierra, de modo que no habría lugar para una herencia.

   “Por tanto, yo, Lehi, he obtenido la promesa de que, si aquellos que el Señor Dios trae de la tierra de Jerusalén obedecen sus mandamientos, prosperarán sobre la superficie de esta tierra y serán preservados de todas las demás naciones, a fin de que posean esta tierra para sí mismos. Y en caso de que guarden sus mandamientos, serán bendecidos sobre la superficie de la tierra; y no habrá quien los moleste ni les quite la tierra de su herencia; y habitarán seguros para siempre”.  2 Nefi 1: 5-9.

 

 

            El hermano Nestor Curbelo escribió con respecto al Espíritu de Sión presente en la Misión Sudamericana por aquellos días,  en que la Iglesia era esencialmente una Iglesia de inmigrantes: “Los primeros miembros de la Iglesia fueron en su mayoría inmigrantes o hijos de éstos, alemanes, italianos, españoles. El conocer el Evangelio fue una gran bendición en sus vidas, sin que ellos lo supieran inicialmente, ésta fue la razón por la que llegaron a América, a Sión. El Élder Henry D. Moyle así lo expresa en esta pequeña historia: “Deseo relataros la historia de un joven alemán que nació de padres muy ricos. Su padre era dueño de grandes propiedades en Alemania.

Un día llamó a su hijo para hablar con él: “Hijo mío, todo esto es tuyo –le dijo- voy a retirarme de los negocios”.

El joven miró a su padre y le dijo: “No sé por qué, pero no voy a aceptarlo. Voy a viajar”. Este hombre siguió diciendo: “Fui conducido, como si fuera por un espíritu, aquí al Brasil, y durante ocho largos años a menudo me preguntaba porque habría dejado mi casa. No era porque me sintiera descontento. Me sentía feliz, pero no sabía por qué había salido de casa, hasta que por fin un día llegaron dos misioneros mormones y me predicaron el evangelio”. Afortunadamente estos dos hombres que difícilmente hablaban el idioma portugués podían hablar suficiente alemán para enseñar el evangelio a este joven. Concluyó diciendo: “No bien hubieron terminado su primera conversación conmigo, cuando yo sabía por qué me había venido de la casa de mi padre”.

“En la actualidad su casa es un centro para los misioneros. Ha dejado a su esposa y familia de cinco hijos y está obrando en una lejana ciudad de Brasil como misionero. Está predicando el evangelio a los que hablan alemán en esa ciudad”.

Después de 9 años de servicio devoto y sacrificado el Pdte. Reinhold Stoof finalizó su misión en América del Sur, y en el año 1935 partió de regreso a los Estados Unidos.[27]

 

La original Misión Sudamericana, con sede en Argentina, fue dividida en 1935 para formar las misiones Argentina y brasileña. La piedra cortada del monte no por mano de hombre había comenzado a rodar por la tierra sudamericana con la creación de la Misión Sudamericana y ahora comenzaba a llenar otros países.

En la Conferencia General de la Iglesia de abril de 1978 el Presidente Thomas S. Monson, por ese entonces miembro del Consejo de los Doce Apóstoles, se refirió a estos primeros días de establecida la Iglesia en Sudamérica con las siguientes palabras: “Otra demostración del poder de la oración la tuve el invierno pasado cuando fui a la hermosa ciudad de Buenos Aires, Argentina. Estaba en el Parque Palermo, situado en el centro de la ciudad, y de pronto me di cuenta que estaba parado en terreno sagrado, porque allí, en la Navidad de 1925, el Élder Melvin J. Ballard, un Apóstol del Señor, había dedicado toda América del Sur para la predicación del evangelio. Es evidente que esa oración inspirada se cumplió, puesto que el crecimiento de la Iglesia en esas tierras ha sobrepasado las esperanzas más optimistas”.[28]

Por su parte el Élder M. Russell Ballard, un descendiente del élder Melvin J. Ballard, expresó en la Conferencia de abril de 1986: “Mis hermanos y hermanas, es difícil expresar mis sentimientos mientras leo de los tempranos comienzos de la obra misional en Sudamérica. Me siento profundamente emocionado al saber que por casi dieciocho meses mi abuelo caminó por las calles de Buenos Aires repartiendo doscientos a quinientos volantes cada día excepto los domingos, invitando a la gente a conocer el mensaje de la Restauración”.[29]

Algunos años después el Élder M. Russel Ballard volvió a señalar con respecto a los días pioneros de la Iglesia en Sudamérica, mientras su abuelo servía en Argentina: “En la oración dedicatoria que él ofreció, el Élder Ballard pidió que el Señor bendijera a los líderes de los gobiernos en los países involucrados. A los miembros se les prometió que la Iglesia crecería sin cesar, que habría barrios y estacas presididas por líderes locales en sus áreas”.

Las palabras inspiradas del élder Melvin J. Ballard expresadas entre los años 1925 y 1926 con respecto al progreso de la obra en Sudamérica se han visto cumplidas a cabalidad, y de ello somos testigos, ante una obra todavía grande que queda por realizar no solo en nuestras tierras Sudamericanas sino que en todo el mundo, en todo lugar por donde hoy día los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días llevan las buenas nuevas de la restauración del evangelio de nuestro Señor Jesucristo en la tierra.

            Durante este periodo y ya en la vida nacional argentina, el gobierno radical que se había mantenido en el poder desde 1916 había tenido un abrupto fin en 1930 tras un golpe militar que dejó el poder de la nación Argentina en manos de gobiernos conservadores.

            Ahora seguiremos los pasos de los primeros misioneros en Sudamérica a través del progreso de la Misión Argentina, lo cual es el propósito de esta obra. El siguiente capítulo nos mostrará el progreso de la original misión Argentina creada en 1935 hasta los días de su división, ocasión en que da nacimiento a nuevas misiones en el país del Río de la Plata.

obra del Señor enviando misioneros a otras naciones”.[30]

           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Briant S. Hinckley,  Sermons and Missionary Service of Melvin Joseph Ballard, ed., Deseret Book Co., 1949, p. 100.

[2] The South American Mission,  Ensign, Feb 1975, 20

 

[3] La Plaza de Mayo fue la plaza mayor en la segunda fundación de Buenos Aires, y como tal cumplió con su doble función de mercado y de carácter cívico al rodearla los edificios más importantes

[4] From Oak to Oak Three. Cap. 3.

[5]  Encyclopedia of Mormonism, 1-4 vols., edited by Daniel H. Ludlow (New York: Macmillan, 1992), 1399.

 

 

[6] President Heber J. Grant, Conference Report, October 1925, First Day—Morning Session. 10.

[7] Referencia a las palabras de José Smith en la Conferencia de abril de 1844. “Todas las Américas son Sión, de norte a sur…” Enseñanzas del profeta José Smith. Compilación de Joseph Fielding Smith. La Iglesia de Jesucristo de los santos de los Últimos Días. Salt lake City, Utah. 1954. Pp. 449-50.

[8] Elder Melvin J. Ballard CONCERNING GOING ON THE MISSION TO SOUTH AMERICA , Conference Report, October 1925, Afternoon Session 129-130.)

 

[9] Cita de Marco Tulio Cicerón: “Historia magistra vitae et testis temporum est”– La Historia es maestra de la vida y testigo de los tiempos.

[10] Job 38: 7.

[11] Génesis 49: 22, 25.

[12] p. 160-63. Élder Rulon S Wells del primer Quórum de los Setenta. Tercer día, sesión de clausura de la conferencia por la tarde. Elder Rulon S. Wells Of the First Council of Seventy. (Elder Rulon S. Wells, Conference Report, October 1925, Closing Session 163).

 

[13] President Heber J. Grant, Conference Report, October 1925, Closing Session 169.

[14] Libro de Mormón. 2° Nefi 1: 1-11.

[15] Élder Rey L. Pratt, Conference Report, October 1925, Closing Session 173.

 

[16] 1925-2000 Conmemoración del inicio de la predicación en Sudamérica. Asuntos Públicos. Área Sudamérica Sur. P. 3.

 

 

[17] El hermano Wells no gozaba entonces de buena salud  y su problema había sido diagnosticado como disminución sanguínea, resultante del endurecimiento de sus arterias; por consiguiente, después de comunicarse con el presidente Grant, regresó por barco a los Estados Unidos. El apóstol Ballard  y el presidente Pratt continuaron diligentemnete su trabajo misional”. 50 Años de la Iglesia en Argentina.  P. 5.

[18] 50 Años de la Historia de la Iglesia en Argentina. p. 6 Sistema Educativo. Seminario 1986.

[19] Melvin J. Ballard. (Palabras registradas por el Élder J. Vernon Sharp en su diario personal). James Vernon Sharp interview, The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints Oral History Program,” p. 10, Church Historical Departmemt.

 

[20] Élder Melvin J. Ballard, Conference Report, October 1926, Afternoon Session 40.

 

[21] Élder Rey L. Pratt, Conference Report, October 1926, Second Day—Morning Session 99.)

 

 

[22] From Acorn to Oak Tree, A Personal History of the Establishment and First Quarter Development of the South American Missions. Frederick S. Williams and Frederick G. Williams. 1987. Et Cetera, Et Cetera Graphics. Fullerton, California. USA. P. 3.

[23] 50 años de la Igleaia en Argetina p. 7.

[24] From Acorn…p. 10.

[25] 50 Años de la Historia de la Iglesia en Argentina. Seminario 1986. Sistema Educativo. P. 8.

[26] (3128elder Reinhold Stoof, Conference Report, April 1936, Third Day—Morning Meeting 88.)

 

[27] 50 años de la Historia de la Iglesia en Argentina. P. 9.

[28] Elder Thomas S. Monson – Liahona Agosto 1978 – p. 29. Ensign, Aug 1995, 2  “The Prayer of Faith,”

[29] M. Russell Ballard, “The Kingdom Rolls Forth in South America,” Ensign, May 1986, 12

[30]  “News of the Church,” Ensign, Jun 1990, 76–80

 



[i] Ver carta de Melvin J. Ballard al Presidente Heber J. Grant, 15 de diciembre de 1925, extractos de la cual fueron publicados en la Liahona, Vol. 23 (Martes, 26 de eenro de 1926), p. 312.

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