La Primera Palada del Templo de Santiago.
Por Rodolfo Acevedo
Libro Alturas Sagradas, Capitulo 4.
Cuando el avión que traía al presidente Spencer W. Kimball y a su comitiva,
se posó en la loza del aeropuerto de Pudahuel en Santiago, un pequeño coro de
Santos les esperaba. El presidente Kimball llegó a Chile convaleciente de una
delicada operación que le había sido practicada hacía tan solo unos días atras,
al inplantarsele un marcapasos en su pecho para regular los latidos de su
corazón.[1]
Esta operación fue realizada por el Dr. Russell M. Nelson[2]
quien dijo que el profeta había soportado la operación muy bien. Tras una corta
recupación en casa, el Presidente Kimball se aprestó para retomar a sus
actividades habituales, actividades que incluían un largo viaje a Chile para
presidir la ceremonia de dedicación del sitio del templo de Santiago. Al llegar
a nuestro país, sintió muy fuerte en su pecho aún convaleciente, el calor y la
emoción con que ese humilde coro le daba la bienvenida a nuestro país.
Desde el aeropuerto, la comitiva salió escoltada por una guardia de honor
de Carabineros de la policía motorizada,
lo singular de esta experiencia, fue que dos élderes de la Iglesia servían de
escolta al representante personal de nuestro Señor Jesucristo, a su líder mayor
en el sacerdocio en la tierra.
Algunos años después me encontré con uno de ellos en los jardines del
Templo, el hermano Octavio Nuñez Rosales, quien al referirse a esta experiencia
vivida como un oficial de la policía uniformada, evocó con emoción esa
"maravillosa experiencia”, como él le llamó, en su vida profesional, junto
a su hermano Gabriel Ramírez Abarca, al tiempo que se le humedecían sus ojos a
causa de la gran emoción que sintió al recordar esos momentos tan especiales en
su vida como un sacerdote de la Iglesia de Jesucristo.
El día sábado 30 de mayo de 1981 fue el gran día esperado por los Santos
Chilenos, el sitio del templo recibió a miles de ellos y al propio presidente
de la Iglesia para proceder a los servicios de la primera palada, jornada ésta
inolvidable para quienes tuvimos la bendición de participar en ella.
La mañana de ese día me desperté
de una manera diferente, fuertes truenos se escuchaban en los collados eternos,
ellos me despertaron y me hicieron pensar en aquellas palabras que hablan de
que la voz del Señor es como una voz de trueno.[3]
Era como si los cielos aprobaban de esta forma la obra que en unas pocas horas
más se realizaría con la presencia del profeta del Señor.
Cuando salí en dirección
al sitio del templo llovía torrencialmente, con intensidad mientras los truenos
seguían haciendo estremecer nuestros hogares.
Al llegar al lugar de
reunión, este ya estaba colmado de fieles Santos esperando el inicio de la
ceremonia bajo la fuerte lluvia, llovía intensamente, mientras el Coro cantaba
bajo la lluvia, abrigados tan solo por el calor de sus corazones henchidos de
fe.
Este es mi testimonio personal de esta solemne ocasión,
momento en que escuchamos las palabras del Presidente Kimball dedicando el
terreno.
Foto Church News
Los Santos bajo la luvvia incesante.
La fuerza de la lluvia probó la fe de los Santos, quienes
desde el anuncio de que el profeta vendría a dedicar el sitio del templo, se
habían estado preparando para tomar parte en esta experiencia única en sus vidas.
Tras llegar al sitio del templo, pude ver la fe de mis hermanos y hermanas,
muchos de los cuales no tenían sombreros ni paraguas. En esta torrencial mañana
de mayo, miles de ellos aguardaban por el sublime momento en que el lugar fuera
dedicado.
La lluvia siguió cayendo con fuerza.
Todos los presentes estoicamente esperaban que la ceremonia comenzara. Mientras
aguardaban, el coro seguía cantando hermosos himnos bajo la lluvia incesante.
Sus ropas estaban empapadas, pero ninguno se movió de su
lugar, aún en los momentos cuando la lluvia se hacía más intensa. Nosotros
cantábamos y nos regocijábamos al vivir esta experiencia. Sin embargo una gran sorpresa nos
quedaba por vivir a los Santos allí
reunidos.
Cuando el Presidente
Kimball se levantó de su asiento, para dirigirse a los miembros, por entre las
oscuras nubes un rayo de luz apareció, seguido de otro y de otro. Pronto las nubes se separaron y brillantes rayos de
sol abrigaron a todos los presentes por unos instantes. Durante todos estos
años seguimos recordamos la esperanza expresada bajo la lluvia, fue un
verdadero gozo, algo muy especial; sentimos la presencia del Espíritu del
Señor. Todos nos vimos inundados de calor y felicidad interior.
En realidad no había dejado de llover
en toda esa mañana, en ningún instante hasta el momento especial en que el
presidente Kimball se paró de su asiento para hablar a los Santos allí
congregados, produciéndose lo que sentimos en nuestro corazón como un milagro,
luego la lluvia continuó y persistió hasta que toda la ceremonia dirigida por
el elder W. Grant Bangerter hubo
concluido y todos los presentes hubieron regresado a sus hogares empapados, pero felices.
El Presidente Spencer W. Kimball da
la primera palada en la construcción del Templo de Santiago de Chile
Como una parte importante de nuestro legado espiritual permanecen hasta
nuestros días las palabras que expresara el Presidente Kimball para dedicar el
lugar aquel día inolvidable: "Mis queridos hermanos y
hermanas, este es un día que recordaremos por mucho tiempo, no sólo por el
hecho de que algunos estemos incómodos y mojados a causa de la lluvia, sino
también por los muchos otros inconvenientes que hemos tenido para tener este
servicio en este lugar y a esta hora.
Ahora, quisiéramos sugerir a todos los encantadores jóvenes y señoritas
aquí reunidos, que cuando estas fotografías estén desarrolladas, sean
multiplicadas y habrá 10.000 hogares con 10.000 fotografías en ellos, y cada
fotografía reflejará al Señor Jesucristo y a su amor por la humanidad. Me
deleité especialmente esta mañana cuando los hermanos hablaron de la vida
eterna. Pienso que la mejor forma de hacer que esto no se nos olvide, es
grabarlo en una forma visual. Supongamos que cada joven y señorita tuviera esta
fotografía en su dormitorio y al dejar sus casas cada mañana y al regresar a
éstas por las noches, pudieran mirarla siendo esto la primera y más importante
cosa que se les presentase en sus vidas. Esperamos que ellos siempre tengan
presente: “Cuando yo haya crecido, viviré una vida correcta, tendré mi propia
familia y muchos hijos, les enseñaré los principios del evangelio, les contaré
acerca de la venida del Salvador a la tierra, y sobre la seguridad que Él nos
da acerca de la veracidad de la gran obra que nosotros estamos llevando a cabo.
Cuando yo era un niño pequeño, de 8 o 10 años, le dije a mis padres:
"Voy a ir a Lago Salado para casarme". Eso era muy común en esos
días. Cada vez que había una Conferencia General de la Iglesia, los hombres y
mujeres jóvenes de todo el mundo encontraban la forma de llegar a la estación y
disfrutar de un placentero viaje; realmente era una gran experiencia para todos
los jóvenes. Sabíamos que al llegar a Lago Salado, allí nos serían entregadas
todas las bendiciones para las cuales estuviésemos preparados, también sabíamos
que cuando el programa terminase y nosotros regresáramos a casa, todas esas
especiales bendiciones que nos habían sido entregadas, estaban asignadas para
nosotros. Por lo tanto, les insto mis amados hermanos y hermanas a que cada uno
tome una posición definida, que plantee "Esto es lo que voy a hacer".
Ahora es nuestra gran responsabilidad recorrer esta larga distancia, para así
estar preparados para ser juzgados por nuestro Padre Celestial. Por eso le
pedimos a cada joven y señorita que comience a formarse este hábito.
Creemos en la eternidad
del convenio del matrimonio. Muchas personas cometen el error de casarse sin
meditarlo bien, pero cuando se dan cuenta y graban en sus mentes la idea de
constituir un matrimonio eterno, éste se convierte en algo totalmente diferente.
El Señor nos ha prometido estas bendiciones, y un buen joven y una buena
señorita que caminen juntos bajo estas circunstancias, llevarán las enseñanzas
del evangelio a sus hijos a través de todas las generaciones del tiempo, y
estos padres y madres esperarán el día en que sus hijos continúen llevando el
gozo de estas bendiciones. Resulta muy difícil para la mayoría de nosotros
entender porque existen personas que olvidan este importante elemento. Pero el
Señor promete que nosotros podemos obtener esas bendiciones.
Existen además muchas otras
bendiciones que están disponibles para los fieles Santos de los Ultimos Días y
con esta fidelidad a sus obispados y a sus barrios y estacas, harán que
aquellos hermanos conscientes de los esfuerzos que ustedes han hecho, estén
complacidos de ayudarles en sus programas. Esperamos que ningún joven o
señorita Santo de los Ultimos Días quede sin recibir estas bendiciones. Hay
muchas cosas que pueden venir a cada familia si tan sólo ellos oran y trabajan
por ellas. ¡Pensar que existe un Templo en el punto más lejano de Sudamérica!
Esto es en verdad lo más importante, significa que cada hombre y cada mujer
puede recibir las bendiciones, puede lograr un continuo y eterno matrimonio, y
no habrá razón alguna por la cual alguien deje de recibir estas bendiciones, ya
que las pueden lograr fácilmente en sus propias vidas.
Mis amados hermanos y hermanas, he viajado por Sudamérica muchas veces, he
venido en numerosas oportunidades a Chile, y espero que sea mi privilegio venir
a Chile a efectuar ordenanzas en el sagrado Templo que estará en este lugar, y
que gradualmente todo el pueblo chileno se una a la Iglesia y acepte el
programa completo. Es maravilloso estar con ustedes aquí en este día; esa
hermosa canción que entonaron al comienzo, su propia canción[4],
fue algo realmente hermoso; así como esos himnos de Sión tan selectos. Con esto
espero que ustedes y su pueblo acepten la verdad y lleven adelante este
programa.
Hermanos y hermanas, esta
es una ocasión de gozo, ustedes, han tenido inconvenientes, es verdad. Que el
Señor les bendiga para que puedan tener salud y no cojan un resfriado, nosotros
pediremos que Él los bendiga continuamente como lo ha hecho con muchos de sus
hermanos y hermanas, a medida que ustedes hacen la obra por los muertos.
Contamos con muchas personas a quienes vemos cada mañana temprano al caminar
grandes distancias desde los distritos rurales al Templo, y a personas que
ellos llevan a las organizaciones de la Iglesia. El hermano Cowley, que formó
parte del Consejo de los Doce Apóstoles, decía que su madre iba al Templo cada
día. No importa que fuera viernes, lunes o domingo, ella siempre estaba yendo
al Templo. Ella decía: "Me encanta ir al Templo. Es agradable ante los
ojos del Señor y Él desea que yo venga". Y todos los años, durante muchos
años, ella iba al Templo.
Ahora bien, hermanos y
hermanas, este es realmente un trabajo muy serio. No todos los día habrá
temporales; no todos los días habrá esta multitud. Algunos días serán
brillantes, despejados y hermosos, y esos serán los días que esperaremos
ansiosos. Que cada joven y señorita ansíe el día de su boda, para que puedan
celebrar tan importantes días para su vidas.
Hermanos y hermanas, este es el sitio que ha sido elegido por las
autoridades generales para ser dedicado al Señor para que El lo use como su
Templo. Y llegará el día en que muchos de ustedes mirarán hacia atrás y podrán
contemplar los muchos años en que habrán gozado de las bendiciones del Templo.
Es mi privilegio como
presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días,
dedicar este terreno y el edificio que sobre él será construido para ser un
Templo del Señor. Él estará complacido y gozoso. Miles de ustedes, también lo estarán,
y miles más, aquellos que todavía se están uniendo a la Iglesia, estarán
agradecidos de que ustedes hayan preparado este Templo para ellos. De esta
forma terminamos esta dedicación para comenzar con la construcción de un
hermoso edificio.
Pedimos a Nuestro Padre
Celestial que esté con ustedes constantemente y que les bendiga y les permita
seguir adelante enlazando sus vidas a la verdad y justicia.
Ahora, en el nombre del
Señor Jesucristo, dedicamos este terreno con todo lo que a él pertenece, y lo
entregamos a Nuestro Padre Celestial para ser usado como él estime conveniente.
Mis amados hermanos y
hermanas, estamos orgullosos de todos ustedes, hablamos de ustedes a menudo en
nuestras reuniones allá en Lago Salado, expresándoles nuestro amor y
preocupación. Nos complace mucho poder extenderles hoy nuestro amor
personalmente. Que el Señor esté con ustedes, en sus hogares y en sus vidas,
que cada jóven y señorita adapte su vida al gran programa como el Señor lo
desea. Y con la dedicación de este terreno para esta construcción, dejamos una
bendición especial a todos los poseedores del Sacerdocio y miembros de la
Iglesia en este lugar. La Paz sea con ustedes, les amamos mucho; en el nombre
de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Amén".[5]
Lágrimas de emoción
corrían por las mejillas de los Santos mientras escuchaban a su profeta hablar,
lágrimas que se confundieron con las gotas de la lluvia incesante.
El capítulo del trabajo de la construcción del Templo de Santiago quedaba
abierto y comenzaba a ser escrito con los hechos que lo llevarían a su feliz
realización y serena presencia en uno de los sectores más hermosos de Santiago,
y en las cercanías de la Cordillera de los Andes.
Al volver a casa esa noche escribí en mi diario: “Esta noche es feliz,
afuera está lloviendo torrencialmente. En la mañana vivimos la maravillosa
experiencia del momento de la dedicación del terreno donde va a ser construido
el templo de Chile en Pocuro con Pedro de Valdivia”.
Tres días estuvo el Presidente Kimball entre nosotros en aquella memorable
ocasión, y sus palabras se hicieron eco también en este mensaje que pronunciara
durante su visita a Santiago y que fuera publicado in extenso por la prensa chilena
bajo el título “Quita tu calzado de tus pies”.
Las siguientes son las palabras del Presidente Spencer W. Kimball
dirigidas especialmente a la juventud de Sión.
“Mis queridos hermanos, estamos muy agradecidos de estar en Chile.
Este es el evangelio de Jesucristo; esta es su Iglesia la cual nos enseña
toda doctrina, todas las ordenanzas y está organizada tal como lo hizo Jesús en
el comienzo de los siglos. Estamos totalmente seguros de que cualquier nación
que ayude a su pueblo a obtener el evangelio, será bendecida por nuestro Padre
Eterno.
Anoche presenciamos un programa cultural, llevado a cabo por muchos de los
jóvenes que son la esperanza de Israel. Fue un programa muy bien presentado.
Amo a la juventud, y esta mañana me gustaría dirigirme a ella. Siento un gran
placer cuando nuestros jóvenes son limpios e irradian una buena influencia a su
alrededor. Siento mucha pena cuando, debido a las circunstancias, los jóvenes
no alcanzan el grado máximo de su potencialidad.
Ha habido muchos desastres por el choque de buques en el mar o cuando
chocan con el hielo. Muchas personas han muerto en esas ocasiones. Dentro de
poco tales cosas no serán posibles porque todos los buques tendrán equipo de
radar que alertarán a los oficiales de los mismos, quienes podrán saber cuando hay
peligro. El capitán podrá oír lo siguiente: “Atención, este buque se acerca a
un objeto peligroso”.
Yo pienso que nuestros jóvenes son básicamente buenos y que ellos también
están viajando en áreas peligrosas de la vida. A veces corren por caminos
desconocidos, lo cual puede resultar en grandes desastres. Esto nos recuerda
una vez más que, cuando se nos advierte de algo, debemos escuchar e incorporar
en nuestra vida esa advertencia para que nos sea de protección. Los hombres que
particpan en la construcción de edificios, pueden contribuir con sus
habilidades; si las han olvidado, pueden aprenderlas de nuevo, pero cuando han
perdido su comunicación, como en el caso de la Torre de Babel, no es facil
volver a obtenerla. Por lo tanto debemos mantenernos en contacto con nuestro
Padre Eterno.
El apóstol Pablo dijo que no había que relacionarse con fornicadores. Por
lo tanto,
alejáos de esa clase de personas. ¡Oh, si nuestra juventud pudiera
aprender esta básica lección!. Buscad siempre las buenas compañías. No os
asociéis nunca con aquellos que tienen valores más bajos que los vuestros.
Deberíamos repetir lo que hemos dicho una y otra vez. La fornicación, en todos
sus grados, es algo terrible, y es totalmente deplorada por el Señor.
Desde el principio, Él ha
condenado las relaciones inmorales y ha sido lo mismo en todas las
generaciones; en los días de Adán, de Abraham, de Moises, de Pedro y en la
actualidad.
Es posible arrepentirse
de los pecados, pero debe haber un arrepentimiento total y completo. El mismo
apóstol Pablo condenó los pecados de su época. Los placeres de la carne, el
adulterio, la fornicación, la inmundicia. Dijo: “Los que practican tales cosas
no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5: 21).
Dios es el mismo ayer,
hoy y para siempre. A pesar de que el mundo se ha vuelto inicuo, esta Iglesia
no ha cedido, ni cambiado sus normas. Cuando las Escrituras hablan en forma tan
clara, ¿como puede uno justificar el hacer tales cosas?, ¿es que lo negro es
blanco? ¿es que lo malo es bueno?, ¿es que la suciedad es limpieza?. Si una
persona ama a otra verdaderamente, ésta preferiría morir antes que hacerle
daño. Cuando se hace algo malo se pone en peligro el verdadero afecto. Cuando
el soltero cede a la lujuria que lo induce al pecado, esto se llama
fornicación. Y cuando lo hacen los casados, se llama adulterio. El perdón, tal
como se ha prometido, sólo puede lograrse mediante un arrepentimiento total.
Una persona no se ha arrepentido de pecados graves hasta que no haya sufrido
por haberlos cometido. Estos deben confesarse ante las debidas autoridades de
la Iglesia, a lo que debe seguir un cambio total de vida. ¡Una transformación!.
Para entender la posición
de la Iglesia con respecto a la moral, declaramos firme e inalterablemente que:
No se trata de una vestimenta gastada por el uso o pasada de moda. Dios es el
mismo y su doctrina es la misma en todas las partes del mundo y en toda época.
Aun cuando se envejezca y el sol y las estrellas pierdan su brillo, la ley de
la castidad será todavía básica en el mundo moral de Dios. Y es por eso que
pedimos a nuestra juventud que permanezca moralmente limpia y libre de toda
indecencia. Y que todos los padres se mantengan puros, santos y fieles a su
cónyuge.
La práctica indebida del
sexo promete una felicidad que no puede brindar. Cuando Moisés fue llamado por
el Señor al Monte de Sinaí, Él le dijo: “Quita tu calzado de tus pies, porque
el lugar en que tú estas, tierra santa es”. (Éxodo 3: 5). Una de las declaraciones
de los Diez Mandamientos es: “No cometerás adulterio”. (Éxodo 20: 14).
Esperamos que nuestros
miembros den siempre un buen ejemplo para que el resto del mundo vea las buenas
obras de los Santos de los Últimos Días e imiten nuestras vidas.
Nadie puede cometer un
pecado y acultarlo. Caín, uno de los primeros pobladores de esta tierra pecó y
trató de ocultar su pecado después de haber matado a su hermano. A la pregunta
del Señor, contestó diciendo: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? (Génesis 4:
9).
Cada hombre es el
guardían de su hermano. El Señor había visto lo que había hecho; sabía lo que
sentía en su corazón, de modo que no había lugar a dudas. Entonces el Señor le
dijo: “Errante y extranjero serás en la tierra”. Y Caín le contestó: “He aquí
me echas hoy de la tierra” (Génesis 4: 14). Nuestro Padre Eterno no desecha a
nadie, sino que cada persona se priva a sí misma de la asociación con personas
justas.
Este es el evangelio de
Jesucristo. “Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes,
virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres” (13 Artículo de Fe). Decimos
a todas las personas del mundo que ésta es la verdad. Venid y uníos a nosotros,
y disfrutad de la felicidad que viene por vivir una vida justa. Compartimos
este testimonio con vosotros en el nombre de Jesucristo. Amén.[6]
La visita del Presidente
Kimball contó con una amplia cobertura peridistica, la que llevo la noticia de
la dedicación del tereno para la construccion del templo a cada rincón de
nuestro pais, siendo ejemplo de ello las siguientes palabras que bajo el
título “Mormones construirán su primer
templo en el país” informaban lo siguiente:
“A un costo de un millón
de dólares se construirá el primer templo que levantará en Chile la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida como Mormones, cuya
primera piedra se puso ayer en presencia del presidente mundial, Spencer W.
Kimball, y otras altas autoridades y jerarcas venidos especialmente para la
ocasión.
La sede del templo está
ubicada en Pocuro 1940, donde funcionan las oficinas principales de la Iglesia,
cuya construcción estará a cargo de una empresa chilena, pero los planos y la
supervisión corresponden a una asesoría profesional de la misma Iglesia.
Disponer de un templo es
para los mormones la culminación de una misión evangélica después de completar
100.000 nuevos miembros o “bautizados” como los llaman ellos a quienes ingresan,
que es el caso de Chile, y cuyo financiamiento es también por cuenta de los
“hermanos” nacionales. Para llegar a tener un templo, los mormones chilenos
debieron esforzarse en la capacitación de prosélitos, debiendo pasar
primeramente por lugares de reunión, que ya son 208, y capillas de las cuales
constan ya 46.
En conferecia de prensa
afrecida por el embajador “viajero” ante los gobiernos del mundo David Kennedy,
quien forma parte de la comitiva del jerarca, dijo que “Chile es el país que
proporcionalmente es el que más ha cumplido las metas de evangelización”.
Casi cuatro millones de
mormones predican y practican su doctrina evangélica, que se basa en el respeto
a las leyes de cada país, para ser buenos ciudadanos, no ingieren alcohol,
café, té ni cigarrillos, pero promueven la armonía, la sana convivencia física
y espiritual, y creen en la resurrección como felicidad eterna.
Están contra el aborto y
el divorcio, y sobre el extremismo reconocen que es un problema de difícil
solución, pero que debe enfrentarse dentro del orden y la seguridad que los
gobiernos deben otorgar a sus pueblos.
En medio de rigurosas
medidas de seguridad, el profeta actual de la Iglesia, Spencer W. Kimball, con
86 años de clara lucidez mental, pero con problemas de salud propios de su
edad, alternó brevemente con los periodistas y viajó ayer mismo a Brasil continuando
con su gira mundial.[7]
Con su partida el Presidente
Kimball dejó atrás una misión cumplida y un gran desafío para los miembros y
lideres de la Iglesia en Chile, esto es, el inicio y la realización de lo que llegaría
a ser una gran jornada, la edificación
del primer templo de habla hispana en el mundo. El liderismo de la Iglesia en
estos días estaba representado por los Representates Regionales Polibio
Gonzalez, Carlos Cifuentes, Julio Jaramillo, A Delbert Palmer, Joseph A. Farnworth
y Héctor Camacho, los presidentes de
misión, los élderes H. Von Packard de la Misión de Chile Santiago Norte,
Leonard Hartley de la Misión de Chile Santiago Sur, Gerald Day de la Misión de
Chile Viña del Mar, Max Willis de la Misión de Chile Concepción y Fernando
Caballero de la Misión de Chile Osorno. Agregándose a ellos los hermanos
Richard D. Sabel, Director de Asuntos Temporales y Pedro Piaggio, Director del Programa
de Seminarios e Intitutos. Todos ellos sirviendo bajo la dirección del Élder
Gene R. Cook, el Administrador Ejecutivo del Área de Chile.
Entre las tareas más
importantes a realizar por los miembros y el liderismo estuvo la recaudación de
los fondos de la cuota asignada a Chile para la construcción del Templo, tarea
que se dio a todas las unidades del país, también la asignación dada por Élder
Gene R. Cook de llamar a un matrimonio por estaca para servir como misioneros
de Genealogía Élder Cook exhortó a
los Representantes Regionales a que instruyeran a sus Presidentes de Estaca con
respecto a los beneficios “que se obtienen al hacer las cosas que nos ha
mandado el Señor”. Se necesita el milagro espiritual en los líderes, señaló, y
el manifestó también su confianza en que así lo harían.
Todos los Representantes
Regionales aceptaron el desafío de llegar a la meta prometida, una escritura
inspiradora para ellos señalaba que “Así como el Señor vive, y como nosotros
vivimos, no descenderemos hasta nuestro padre en el desierto hasta que hayamos
cumplido lo que el Señor nos ha mandado”.[8]
A
mediados del año 1981 se dio comienzo a los trabajos preliminares de la
construcción, y a diferencia de los tiempos antiguos, esta vez el ruido de las maquinas
removiendo escombros, allanando terrenos y haciendo heridos, comenzó a dejar en
evidencia para los automovilistas y peatones de la transitada Avenida Pocuro en
la Comuna de Providencia, que un nuevo edificio sería levantado en este sector
de la ciudad, pero éste no sería un edificio más, ni tampoco sería una capilla
como las muchas que ya adornaban las diversas ciudades de nuestro país con su
típica aguja simbolizando el progreso eterno, esta nueva construcción en
nuestro país, sería un Templo o Casa del Señor, lugar santo donde se
realizarían ordenanzas sagradas que trascenderían esta vida y a donde sólo los
miembros fieles y dignos de la Iglesia podrían asistir para realizar ordenanzas
primero por ellos mismos y luego por sus antepasados ya fallecidos.
La posibilidad de poder
entrar o no entrar a este edificio que se construiría descansaría únicamente en
la fidelidad de los miembros de la Iglesia. El Templo al fin de su construcción
estaría disponible para todos aquellos que estuvieran dispuestos a vivir los
sagrados principios del evangelio restaurado de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.
Para fines del año 1981 y
ya bajo la dirección del nuevo administrador Ejecutivo del Área, el élder Gene
R. Cook quedó constituido el Comité del Templo y de Genealogía para Chile.
Fueron llamados para formar parte de este comité los hermanos: Carlos Cifuentes
(Presidente), Claudio Magnere y Marble Palmer (Programa de Cuarta Generación),
Raúl Dote (Fondo Pro-Templo, Eduardo Garrido (Recomendaciones para el Templo),
Osvaldo Muñoz (Programa de extracción de nombres) y Elsa Colarte de Cifuentes
(Secretaria).
También 1981 fue el año de la
creación del Centro de Entrenamiento Misional de Chile, hecho acaecido el día 13 de julio de 1981, el cual inició sus
actividades atendiendo a un grupo de 18 misioneros chilenos en las antiguas
salas de clases del Colegio Deseret.
El objetivo de este centro era
preparar a los misioneros chilenos que empezaban su labor proselitista, y
quienes ya no viajarían a Sao Paulo, Brasil para recibir su capacitación y se prepararían
para recibir sus investiduras en el Templo de Santiago que ya se encontraba bajo
construcción.
Este Centro funcionó en sus primeros
días bajo la supervisión del Administrador Ejecutivo del Área, el Élder Gene R.
Cook, un miembro del Primer Quórum de los Setenta, y con la coordinación del
Representante Regional, el hermano A. Delbert Palmer[9]
y la administración del Hermano Joseph Farnsworth y su esposa Hanna Launa
Farnsworth, quienes eran misioneros de tiempo completo de la Misión Santiago
Norte. Se señaló en su momento que la apertura del Centro de Entrenamiento
Misional de Chile fue un hecho “emocionante, exitoso, y que cerró una era en
que los misioneros chilenos eran enviados a Sao Paulo a un gran costo para la
Iglesia”.
Joseph y Hanna Launa Farnsworth
En menos de dos décadas, 3 millones de
personas habían llegado a la Iglesia, en los días en que había alrededor de 30
mil misioneros sirviendo en 71 naciones del mundo y en Chile se iniciaba la
gran obra de la construcción del templo de Santiago.
Desde el momento que el Presidente Kimball
dedicó el sitio del Templo y dio la Primera Palada hasta el fin de ese año
1981, cuatro estacas más se agregaron a las 27 ya existentes, estas fueron las
estacas de Quillota, Rancagua, San Pedro y Peñaflor.
Enseñando
acerca de los principios de la obra del templo, el Élder Mark E. Petersen
señaló al fin del año 1981: “Debemos recordar constantemente que el Profeta
José Smith enseñó que no podemos salvarnos en la ignorancia, pero muchos de
nosotros permanecemos ignorantes en cuanto a las grandes y hermosas razones por
las cuales tenemos templos.
El templo
nos enseña los hechos de la creación. Los universos -aún nuestras propias
vidas- no llegaron a ser solo por accidente, sino por designio. Dios planeó la
tierra - y con un propósito. Él la planeó como un medio de llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna de ustedes y yo y de todos los otros seres
humanos. El templo nos ayuda a comprender eso. Nos da una nueva y una amplia
visión de nuestro origen y de nuestro potencial destino. La creación es la obra
de Dios, no el resultado de algún big bang[10]
de billones de años atrás que ocurrió por accidente o por alguna forma
desconocida, como algún científico lo ha declarado. ¿No es el templo una
institución de enseñanza?
Nosotros somos un pueblo de
convenios. Nosotros hemos nacido bajo el convenio de Abraham, y hacemos
nuestros propios convenios. ¿Los comprendemos? Nosotros entramos en convenios
de obediencia al bautizarnos y con el sacramente de la Santa Cena del Señor.
Nosotros aceptamos el sacerdocio a través de convenios. Pero ¿Porque? Nosotros
entramos todavía en más convenios en el templo. Todos son convenios de
obediencia.
Élder A. Delbert Palmer y su esposa Marble.
Pioneros en la construcción del templo y de la creación del Centro de
Capacitación Misional de Santiago de Chile.
¿Por qué el Señor nos pone bajo
tantos convenios? ¿Por qué es tan estricto? Porque él desea que lleguemos a ser
como él. Él nos da el plan del evangelio; él nos da la Iglesia, pero él sabe
que muchos de nosotros somos descuidados y que llegamos a ser indiferentes con
el paso del tiempo. Por lo tanto, él nos da convenios para recordarnos ser
obedientes y nunca ir atrás.
Nuestros convenios nos recuerdan de
nuestro gran potencial y de que podemos verdaderamente llegar a ser como Él.
Ellos nos recuerdan también que no hay bendiciones sin obediencia, y por lo
tanto debemos ser estrictos en guardar los mandamientos”.
Nuestra gente necesita leer lo que
está disponible antes de que vayan al templo. Debemos enseñarles todo lo que
podamos para prepararlos para que sean admitidos allí. Tenemos varias cosas que
podemos leer con beneficio:
1. El folleto El Propósito de los Templos del Presidente David O’McKay.
2. El folleto misional ¿Por qué los Mormones Construyen Templos?.
3. El nuevo libro del Élder Boyd K. Packer
titulado El Santo Templo.
4. El libro titulado La Casa del Señor de James E. Talmage.
1981 fue un gran año en cuanto a
anuncios de construcción de nuevos templos en el mundo. Cuando se dio la
primera palada del templo de Santiago de Chile, la Primera Presidencia recién había
anunciado la construcción de otros nueve templos, los que serían construidos en
Chicago, Illinois; Dallas, Texas; Ciudad de Guatemala; Lima, Perú; Frankfurt,
Alemania Occidental; Estocolmo, Suecia; Seúl, Corea; Manila, Filipinas, y
Johannesburgo, en Sudáfrica.
[1] Al Presidente Kimball se le había practicado una
operación a corazón abierto hacia nueve
años atrás.
[2] El Élder
Russel M. Nelson fue ordenado Apóstol el 12 de abril de 1984.
[3] Ver Salmos 77:
18.
[4] El Profeta Kimball se está
refiriendo a la entonación del Himno Nacional de Chile.
[5] Un
templo para el Señor. Diario La Nación, 7 de junio de 1981.
[6] La
Nación, Santiago. Domingo. Chile 31 de mayo de 1981. p. 15 A.
[7] La
Tercera de la Hora, Domingo 31 de mayo de 1981. p. 22.
[8] 1
Nefi 2: 15.
[9] A. Delbert
Palmer llegó a Chile a principios de la década de los ochenta, para suceder al
Élder Charles Lewis. La región que le fue asignada para presidir comprendió las
estacas de Ñuñoa, República, 5 de Abril, y los Distritos de Osorno, Valdivia,
Temuco y Puerto Montt. El Élder Palmer había nacido el 29 de junio de 1918 en
Calgary, Canadá. Estaba casado con Marble Palmer, también de Canadá con quien
tuvo 4 hijos y una hija. El Élder Palmer
había realizado una misión de regla en Argentina (1939-1941), y fue presidente
de la Misión Chilena (1961-1964) En 1980 fue llamado como Director del CEM de
Sao Paulo, Brasil. Élder Palmer obtuvo su Master en Estudios Latinoamericanos
en BYU en 1977.
[10] El físico George Gamow, planteó en 1948 que el Universo se creó en una explosión gigantesca y que los diversos elementos que hoy se observan se produjeron durante los primeros minutos después de la Gran Explosión o Big Bang.