lunes, 12 de mayo de 2025

Testimonio de Plinio Correa.

 

 

Yo llegue a la Iglesia porque mis padres decidieron unirse a la Iglesia, yo tenía 9 años el año 61 cuando mis papas decidieron bautizarse. Mi madre era protestante, mi abuela también era protestante (Metodista), y mi mamá nos enseñó a orar cuando éramos niños, siempre nos hacía orar en las noches y nos hacia dar las gracias por la comida y también nos leía la Biblia, y cuando los misioneros pasaron por la casa, pasaron unos cuatro años antes de que nos bautizáramos y dejaron folletos, el folleto del testimonio de José Smith y el folleto acerca del Libro de Mormón.  Y a mi mamá le gustó mucho la doctrina y sintió que era verdadera. Posteriormente los misioneros no pasaron, dejaron los folletos y no volvieron a tocar la puerta.

 

Rama de Providencia

 

Como no había Iglesia mormona en esa época construidas no había como ubicarlos. Mi mamá quería por mucho tiempo que pasaran hasta que el año 61 volvieron a pasar de nuevo, golpearon la puerta y ahí mi mamá los hizo pasar y empezamos a recibir las charlas.

                En algún momento, en esa época las charlas tomaban bastante tiempo, tomaban como seis meses y en algún momento los misioneros hicieron el desafío para bautizarnos y mi mamá le dijo no estar segura todavía de tomar la decisión de bautizarse, pero que sí le gustaba la Iglesia, y quien se sentía muy bien pero que prefería esperar un poco hasta estar segura. Me acuerdo que esa fue la frase que ella ocupó y me acuerdo que los misioneros le hablaron acerca de la fe y pudo entender porque le hablaron de la fe y de no tener un conocimiento perfecto.

                En aquella época mi papá hizo un viaje por asuntos laborales a Puerto Montt al sur de Chile y al pasar por Victoria esa ciudad que está cerca de Temuco, tuvo un accidente de tránsito en el auto en que iba, en aquella época las carreteras pasaban por el medio de la ciudad y un borracho, un hombre en manifiesto estado de ebriedad se desestabilizó, se desequilibró, cayó a la calle y justo mi papá iba pasando y lo pasó a llevar con el tapabarro trasero, por supuesto mi papá lo recogió, lo llevó al hospital para que lo atendieran, el hombre no murió, tenía algunas heridas, pero no era nada del otro mundo, pero mi papá quedó detenido porque esa es la ley y me imagino que mi papá debe haber estado muy afligido, urgido ya que era una situación my poco común para él estar detenido y rogó al Señor y le pidió al Señor que lo ayudara y por lo que mi madre me ha comentado, entiendo que allí ocurrió un milagro. El oficial, la persona a cargo de reten, lo llevó a su oficina, le proveyó algo de abrigo y lo trató muy bien y debe haber sido la respuesta que mi padre estaba esperando, eso fue un fin de semana, el día lunes él fue liberado y fue a hacer lo que tenía que hacer en el sur, volvió y ya,  ¡nos bautizamos todos!

                Mi padre tomó la decisión que nos bautizáramos y como familia nos bautizamos el día 2 de septiembre de 1961 en la Piscina Escolar, en el sector de Recoleta, Mapocho y lo que viene de ahí en adelante es una feliz historia, mis padres eran adultos jóvenes en esa época y  yo tenía  9 años. Nos bautizamos, los misioneros que nos bautizaron eran los élderes John B. Tenney que bautizó a mi padre y a mi hermana  y el élder Glenn Van Tassel que me bautizó a mí y a mi mamá.

 

Élder John B. Tenney.

 

 

Élder  Tenney, primero a mano izquierda.

 

                Fue muy bonito, había una familia que nos había hermanado, eran los padres de Tito Muñoz, ellos nos buscaron túnicas a la medida, las arreglaron, se preocuparon de las toallas y cuando nos bautizamos en la Piscina Escolar que era una piscina temperada, estaban las toallas calentitas cuando salimos, nos abrigaron, hubo un coro que cantó muy bonito y alguien, no recuerdo quien habrá sido llevo un termo con agua caliente,  que es una cosa muy preciada cuando uno tiene frío.

Misioneros frente a la casa de Av. El Bosque 547, sede de la Rama de Providencia.

 

                Posteriormente a eso nosotros seguimos asistiendo a la Iglesia, los días domingos asistíamos a la Rama de Providencia que estaba en Av. El Bosque 547, el presidente de la Rama era Carlos Cifuentes y yo iba a la primaria, la hermana Cifuentes era mi maestra de la Primaria, también recuerdo que ahí estaba la hermana Elsa Colarte, la hermana Ercilia Ocampo dirigía la música, a veces la Teresa Vásquez  también dirigía la música. Ahí conocí a Juan Bravo, a los padres de Juan Bravo.  Estaba Roberto Ortiz y su familia también, algún tiempo después llegó a la Rama Roberto Delgado y algunas otras personas conocidas de la Iglesia. Esos fueron nuestros comienzos y esa fue la historia de la conversión de mi padre a la Iglesia y  que nos llevó a nosotros a ser miembros.

Presidente Carlos Cifuentes de la Rama de Providencia.

Lo que los misioneros nos enseñaron no era tan distinto de las costumbres de la familia, ya había una base y nos sentíamos muy bien en la Iglesia, yo recuerdo haberme bautizado en la Iglesia porque mis papas dijeron nos vamos a bautizar, pero yo recuerdo haber tenido un testimonio de la Iglesia como a los 17 o 18 años cuando leí el Libro de Mormón completo por primera vez. Y seguí el desafío que hay al final de Moroni donde dice que hay que preguntar al Señor si es verdad, y yo sentí  que era cierto el Libro de Mormón.

 


 

Me acuerdo que los misioneros pasaban durante la semana, en la noche, era oscuro, parece después del horario laboral. Me acuerdo que tenían unos franelografos de color negro, los estiraban y pegaban imágenes y nos enseñaban acerca del Plan de Salvación y de otras cosas más. Para mí era muy entretenido, era alucinante ese mundo, no entendía mucho pero para mí era muy agradable. Me recuerdo que los misioneros se quedaban a comer en la noche, mi mamá preparaba comida y los misioneros comían, era muy agradable, los misioneros nos sentaban en sus faldas, nos hacían cariño, eran muy preocupados. En ese tiempo vivíamos en la Plaza Egaña, en  la Av. Larráin esquina Guemes, allí vivimos y de allí íbamos a El Bosque. Era el único lugar de reuniones que había cercano a nuestra casa. Yo recuerdo que nosotros fuimos a Providencia porque los misioneros nos dijeron que había que ir ahí, la verdad es que no entendíamos nada de ramas, limites, etc., no entendíamos ni una cosa, pero íbamos allí. Teníamos que ir los días sábados a la Primaria y me recuerdo que más de alguna vez mis padres se quedaban a hacer el aseo de la capilla, a barrer, a  encerar y nosotros como niños jugábamos, ayudábamos, no creo que ayudáramos mucho, pero jugábamos, nos divertíamos mucho con otros niños.

La hermana Colarte y la hermana Cifuentes eran nuestras maestras de la Primaria, me acuerdo de un árbol que había en el jardín al que nos trepábamos, y que teníamos una pelota de trapo escondida en el incinerador y entonces el día domingo entre el sacerdocio y la sacramental, mientras mi papá iba a buscar a mi mamá y a mis hermanos, yo me que quedaba allí y jugábamos una pichanga con Juan Bravo en la parte de atrás de la capilla y el hermano Cifuentes salía a quitarnos la pelota.

Ahí conocí a Hugo Plaza, me acuerdo mucho de Hugo Plaza porque él era joven y un poco mayor que yo y a Roberto Ortiz que era mayor y que me impresionaba mucho porque hablaba inglés y yo no tenía idea de lo que era hablar inglés.  Roberto Ortiz y su esposa Irma, ella está activa en la Iglesia hoy día y sus hijas también en Ñuñoa, la familia Ortiz eran muy buenas personas. Cuando nosotros llegamos a la Rama de Providencia ellos ya eran miembros de la Iglesia. Los papás de Juan Bravo eran miembros también, Jorge Morales y su esposa Rebeca que eran los papás de Selva, y Teresa Vásquez.

                La familia Correa se bautizó un mes antes de que se organizara la Misión Chilena el 8 de octubre de 1961.

                               Testimonio.

                Yo creo desde mi punto de vista que yo soy un milagro viviente, te voy a tratar de explicar porque razón pienso eso, uno es el juez más severo que uno puede ser de sí mismo. Recuerdo haber leído que en una oportunidad a Gandhi le preguntaron, cuando estaba con la doctrina de la no violencia y se oponía al imperio británico, si no le temía al Rey de Inglaterra, que lo mandase matar o encarcelar por esta postura separatista o de independencia que él tenía y él respondió “Al único tiramno que yo le temo es a mi propia conciencia”, obiviamente para todos en aquella época era claro que el Rey de >Inglaterra era un tirano, era una época colonialista. Peroe sta opinión o este decir de Gandhi refleja que nosotros tal vez somos los jueces mas severos de nosotros mismos. Mi decir de que yo soy un milagro viviente tiene que ver con lo severo que puedo ser conmigo mismo.  Con las posibilidades que yo vi en mi vida de niño de ser una persona de bien o de ser alguien o un buen miembro de la Iglesia por así sdceirlo cuando grande, la verdad que yo siempre he sido con conciente de mis limitaciones y de mis defectos que son muy numerosos por cierto y de las escasa virtudes que Dios me ha dado y estoy agradecidoi de ellas, ya que entiondo que las virtudes y talentpos que tenemos proviene de Dios, pero cuando decidiói estudfiar en la Universidad porqwue mis padres m,e podían mandar a la universidad decidií estudiar algo que me permitiera vivir y mantener una familia.  De ser lo mejor posible como estudiante y como profesional. Entendiendo que eso era una prioridad esencial en mi vida y familia, porque entnedía que mi principal responsabilidad era proveer para mi familia, tal vez eso es muy de españoles, de la usansa antigua. Creo que si volviera a vivir de nuevo pensaría un poco distinto. Concentré mucho esfuerzo de mi vida en ser un buen profesional para proveer y tal vez debía haber concentradfo en ser un mejor miembro de la Igleisa y de haber ernseñado mejor los principios del evangelio a mis hijos y a mi familia. Creo que eso es lo que cambiaría en mi vida.

Yo nunca vislumbre lo que podría ser de mi vida a futuro y de lo que podría hacer para el Señor, porque tenía una muy pobre y muy limitada opinión de mi mismo, entonces de hecho cuando me casé con mucha desilusion tampoco pensaba que fuera a durar muchos años casado, pensé que me iba a terminar divorciando y que no iba a durar mucho tiempo con mi señora producto de mi egoísmo y de  mi manera de ser media miserable, egoísta, todo para mí.

                Y sin embargo el Señor hizo el milagro, han pasado treinta años casado, tengo una muy buena relación con mi esposa y con mi familia y creo que la bendición mas grande que Dios me ha dado en esta vida es tener una familia al alero del evaneglio.  Nunca pensé que el Señor me diera este privilegio  de poder participar con un granito de arena en esto de edificar el reino y ayudar con el tema del terreno del Templo de la Iglesia en Concepción.  Nunca pensé que eso fuese a ocurrir, sin embargo los años han pasado y sucedió. Yo no tenían  en mis planes ni en mi idea, trabajar o ser empleado de la Iglesia para nada, nunca. Yo me titulé y aun antes de titularme ya trabajaba, y tenía mi propio negocio, mi propia empresa, fui socio con mi papá. Tenía otro socio más que era un hermano de la Iglesia de mi edad, muy buena persona, el hermano Hugo Riveros y siempre mis perspectivas estuvieron en ser empresario y en juntar una suma respetable de dinero para vivir tranquilo, pero nunca pensé ser empleado de la Iglesia. 

Con la crisis del año 83 – 84 por ahí, yo empecé a hacer cosas también como arquitecto y en el año 84 me ofrecieron trabajo en la oficina de la Iglesia como arquitecto y era una época de crisis, no había sido buena mi experiencia como empresario, ganaba dinero pero también había perdido dinero y mi esposa pensó que sería bueno aceptar un ofrecimiento laboral de la Iglesia y vine a trabajar con la Iglesia, me pareció bueno estoy muy agradecido y fue muy bueno venir a la Iglesia, me quedé con la Iglesia, he servido en diferentes posiciones en las oficinas de la Iglesia, he sido arquirtecto, he sido gerente de construcción, gerente de operación y mantenimiento como por 8 años, gerente de materiales, gerente de distribucion, gerente de propiedades, arquitecto de area un monton de años y mi último cambio fue a ser gerente de bienes raíces hoy dia hace 5 años atrás, nunca pensé que pudiera producirse este asunto que a mi me cambiarian a Bienes raíces y tuviera que hacerme cargo de buscar y comprar el terreno para el templo de Concepción, la verdad es que nunca me preparé pensando que so pudiera ocurrir, pero pareciera ser como las escrituras dice  el Señor se vale de los hombres y de sus habilidades y de sus defectos para quye sus designios se cumplan y supongo que el Señor necesitaba alguien para que buscara y comparar el terreno del templo y buscó a alguien calificado y en ese momento yo estaba a cargo de Bienes Raices, calificaba para lo que había que hacer y fue así como me cayó la bendición de hacerlo. Si me lo hubieran dicho cuando me bautice nunco lo habrá creido obviamente, pero considero que es un privilegio lo que me ha tocado hacer, me siento muy honrado por eso y no siento para nada que sea un mérito atribuible a virtudes celestiales que yo tenga, creo que son los talentos que Dios me dio, 

El hermano J. Vernon Sharp, presidente de la Misión Andina le dio el sacerdocio mayor al Presidente Cifuentes y él me lo dio a mí.

 

 

 

Del Historiador Rodolfo Acevedo, 1951-2012

 

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