Yo llegue a la Iglesia porque mis padres decidieron unirse a la Iglesia,
yo tenía 9 años el año 61 cuando mis papas decidieron bautizarse. Mi madre era
protestante, mi abuela también era protestante (Metodista), y mi mamá nos
enseñó a orar cuando éramos niños, siempre nos hacía orar en las noches y nos
hacia dar las gracias por la comida y también nos leía la Biblia, y cuando los misioneros
pasaron por la casa, pasaron unos cuatro años antes de que nos bautizáramos y dejaron
folletos, el folleto del testimonio de José Smith y el folleto acerca del Libro
de Mormón. Y a mi mamá le gustó mucho la
doctrina y sintió que era verdadera. Posteriormente los misioneros no pasaron,
dejaron los folletos y no volvieron a tocar la puerta.
Rama de Providencia
Como no había Iglesia mormona en esa época construidas no había como
ubicarlos. Mi mamá quería por mucho tiempo que pasaran hasta que el año 61 volvieron
a pasar de nuevo, golpearon la puerta y ahí mi mamá los hizo pasar y empezamos
a recibir las charlas.
En algún momento, en esa época
las charlas tomaban bastante tiempo, tomaban como seis meses y en algún momento
los misioneros hicieron el desafío para bautizarnos y mi mamá le dijo no estar
segura todavía de tomar la decisión de bautizarse, pero que sí le gustaba la
Iglesia, y quien se sentía muy bien pero que prefería esperar un poco hasta
estar segura. Me acuerdo que esa fue la frase que ella ocupó y me acuerdo que
los misioneros le hablaron acerca de la fe y pudo entender porque le hablaron
de la fe y de no tener un conocimiento perfecto.
En aquella época mi papá hizo un
viaje por asuntos laborales a Puerto Montt al sur de Chile y al pasar por
Victoria esa ciudad que está cerca de Temuco, tuvo un accidente de tránsito en
el auto en que iba, en aquella época las carreteras pasaban por el medio de la
ciudad y un borracho, un hombre en manifiesto estado de ebriedad se
desestabilizó, se desequilibró, cayó a la calle y justo mi papá iba pasando y
lo pasó a llevar con el tapabarro trasero, por supuesto mi papá lo recogió, lo
llevó al hospital para que lo atendieran, el hombre no murió, tenía algunas
heridas, pero no era nada del otro mundo, pero mi papá quedó detenido porque
esa es la ley y me imagino que mi papá debe haber estado muy afligido, urgido
ya que era una situación my poco común para él estar detenido y rogó al Señor y
le pidió al Señor que lo ayudara y por lo que mi madre me ha comentado, entiendo
que allí ocurrió un milagro. El oficial, la persona a cargo de reten, lo llevó
a su oficina, le proveyó algo de abrigo y lo trató muy bien y debe haber sido
la respuesta que mi padre estaba esperando, eso fue un fin de semana, el día
lunes él fue liberado y fue a hacer lo que tenía que hacer en el sur, volvió y ya, ¡nos bautizamos todos!
Mi padre tomó la decisión que
nos bautizáramos y como familia nos bautizamos el día 2 de septiembre de 1961
en la Piscina Escolar, en el sector de Recoleta, Mapocho y lo que viene de ahí
en adelante es una feliz historia, mis padres eran adultos jóvenes en esa época
y yo tenía 9 años. Nos bautizamos, los misioneros que
nos bautizaron eran los élderes John B. Tenney que bautizó a mi padre y a mi hermana y el élder Glenn Van Tassel que me bautizó a mí
y a mi mamá.
Élder John B. Tenney.
Élder Tenney, primero a mano izquierda.
Fue muy bonito, había una
familia que nos había hermanado, eran los padres de Tito Muñoz, ellos nos
buscaron túnicas a la medida, las arreglaron, se preocuparon de las toallas y
cuando nos bautizamos en la Piscina Escolar que era una piscina temperada,
estaban las toallas calentitas cuando salimos, nos abrigaron, hubo un coro que
cantó muy bonito y alguien, no recuerdo quien habrá sido llevo un termo con agua
caliente, que es una cosa muy preciada cuando
uno tiene frío.
Misioneros frente a la casa de Av. El Bosque
547, sede de la Rama de Providencia.
Posteriormente a eso nosotros seguimos
asistiendo a la Iglesia, los días domingos asistíamos a la Rama de Providencia
que estaba en Av. El Bosque 547, el presidente de la Rama era Carlos Cifuentes
y yo iba a la primaria, la hermana Cifuentes era mi maestra de la Primaria,
también recuerdo que ahí estaba la hermana Elsa Colarte, la hermana Ercilia
Ocampo dirigía la música, a veces la Teresa Vásquez también dirigía la música. Ahí conocí a Juan
Bravo, a los padres de Juan Bravo. Estaba
Roberto Ortiz y su familia también, algún tiempo después llegó a la Rama
Roberto Delgado y algunas otras personas conocidas de la Iglesia. Esos fueron
nuestros comienzos y esa fue la historia de la conversión de mi padre a la
Iglesia y que nos llevó a nosotros a ser
miembros.
Presidente Carlos Cifuentes de la Rama de
Providencia.
Lo que los misioneros
nos enseñaron no era tan distinto de las costumbres de la familia, ya había una
base y nos sentíamos muy bien en la Iglesia, yo recuerdo haberme bautizado en
la Iglesia porque mis papas dijeron nos vamos a bautizar, pero yo recuerdo
haber tenido un testimonio de la Iglesia como a los 17 o 18 años cuando leí el
Libro de Mormón completo por primera vez. Y seguí el desafío que hay al final
de Moroni donde dice que hay que preguntar al Señor si es verdad, y yo sentí que era cierto el Libro de Mormón.
Me acuerdo que los misioneros
pasaban durante la semana, en la noche, era oscuro, parece después del horario
laboral. Me acuerdo que tenían unos franelografos de color negro, los estiraban
y pegaban imágenes y nos enseñaban acerca del Plan de Salvación y de otras
cosas más. Para mí era muy entretenido, era alucinante ese mundo, no entendía mucho
pero para mí era muy agradable. Me recuerdo que los misioneros se quedaban a
comer en la noche, mi mamá preparaba comida y los misioneros comían, era muy
agradable, los misioneros nos sentaban en sus faldas, nos hacían cariño, eran
muy preocupados. En ese tiempo vivíamos en la Plaza Egaña, en la Av. Larráin esquina Guemes, allí vivimos y
de allí íbamos a El Bosque. Era el único lugar de reuniones que había cercano a
nuestra casa. Yo recuerdo que nosotros fuimos a Providencia porque los misioneros
nos dijeron que había que ir ahí, la verdad es que no entendíamos nada de ramas,
limites, etc., no entendíamos ni una cosa, pero íbamos allí. Teníamos que ir
los días sábados a la Primaria y me recuerdo que más de alguna vez mis padres
se quedaban a hacer el aseo de la capilla, a barrer, a encerar y nosotros como niños jugábamos,
ayudábamos, no creo que ayudáramos mucho, pero jugábamos, nos divertíamos mucho
con otros niños.
La hermana Colarte y la hermana Cifuentes eran nuestras maestras de la
Primaria, me acuerdo de un árbol que había en el jardín al que nos trepábamos, y
que teníamos una pelota de trapo escondida en el incinerador y entonces el día
domingo entre el sacerdocio y la sacramental, mientras mi papá iba a buscar a
mi mamá y a mis hermanos, yo me que quedaba allí y jugábamos una pichanga con
Juan Bravo en la parte de atrás de la capilla y el hermano Cifuentes salía a
quitarnos la pelota.
Ahí conocí a Hugo Plaza, me acuerdo mucho de Hugo Plaza porque él era
joven y un poco mayor que yo y a Roberto Ortiz que era mayor y que me
impresionaba mucho porque hablaba inglés y yo no tenía idea de lo que era
hablar inglés. Roberto Ortiz y su esposa
Irma, ella está activa en la Iglesia hoy día y sus hijas también en Ñuñoa, la
familia Ortiz eran muy buenas personas. Cuando nosotros llegamos a la Rama de
Providencia ellos ya eran miembros de la Iglesia. Los papás de Juan Bravo eran
miembros también, Jorge Morales y su esposa Rebeca que eran los papás de Selva,
y Teresa Vásquez.
La familia Correa se bautizó un
mes antes de que se organizara la Misión Chilena el 8 de octubre de 1961.
Testimonio.
Yo creo desde mi punto de vista
que yo soy un milagro viviente, te voy a tratar de explicar porque razón
pienso eso, uno es el juez más severo que uno puede ser de sí mismo. Recuerdo
haber leído que en una oportunidad a Gandhi le preguntaron, cuando estaba con
la doctrina de la no violencia y se oponía al imperio británico, si no le temía
al Rey de Inglaterra, que lo mandase matar o encarcelar por esta postura
separatista o de independencia que él tenía y él respondió “Al único tiramno
que yo le temo es a mi propia conciencia”, obiviamente para todos en aquella
época era claro que el Rey de >Inglaterra era un tirano, era una época
colonialista. Peroe sta opinión o este decir de Gandhi refleja que nosotros tal
vez somos los jueces mas severos de nosotros mismos. Mi decir de que yo soy un
milagro viviente tiene que ver con lo severo que puedo ser conmigo mismo. Con las posibilidades que yo vi en mi vida
de niño de ser una persona de bien o de ser alguien o un buen miembro de la
Iglesia por así sdceirlo cuando grande, la verdad que yo siempre he sido con
conciente de mis limitaciones y de mis defectos que son muy numerosos por
cierto y de las escasa virtudes que Dios me ha dado y estoy agradecidoi de
ellas, ya que entiondo que las virtudes y talentpos que tenemos proviene de
Dios, pero cuando decidiói estudfiar en la Universidad porqwue mis padres m,e
podían mandar a la universidad decidií estudiar algo que me permitiera vivir y
mantener una familia. De ser lo mejor
posible como estudiante y como profesional. Entendiendo que eso era una
prioridad esencial en mi vida y familia, porque entnedía que mi principal
responsabilidad era proveer para mi familia, tal vez eso es muy de españoles,
de la usansa antigua. Creo que si volviera a vivir de nuevo pensaría un poco
distinto. Concentré mucho esfuerzo de mi vida en ser un buen profesional para
proveer y tal vez debía haber concentradfo en ser un mejor miembro de la
Igleisa y de haber ernseñado mejor los principios del evangelio a mis hijos y a
mi familia. Creo que eso es lo que cambiaría en mi vida.
Yo nunca vislumbre
lo que podría ser de mi vida a futuro y de lo que podría hacer para el Señor,
porque tenía una muy pobre y muy limitada opinión de mi mismo, entonces de
hecho cuando me casé con mucha desilusion tampoco pensaba que fuera a durar
muchos años casado, pensé que me iba a terminar divorciando y que no iba a
durar mucho tiempo con mi señora producto de mi egoísmo y de mi manera de ser media miserable, egoísta,
todo para mí.
Y sin embargo el Señor hizo el milagro, han pasado treinta años casado, tengo una muy buena relación con mi esposa y con mi familia y creo que la bendición mas grande que Dios me ha dado en esta vida es tener una familia al alero del evaneglio. Nunca pensé que el Señor me diera este privilegio de poder participar con un granito de arena en esto de edificar el reino y ayudar con el tema del terreno del Templo de la Iglesia en Concepción. Nunca pensé que eso fuese a ocurrir, sin embargo los años han pasado y sucedió. Yo no tenían en mis planes ni en mi idea, trabajar o ser empleado de la Iglesia para nada, nunca. Yo me titulé y aun antes de titularme ya trabajaba, y tenía mi propio negocio, mi propia empresa, fui socio con mi papá. Tenía otro socio más que era un hermano de la Iglesia de mi edad, muy buena persona, el hermano Hugo Riveros y siempre mis perspectivas estuvieron en ser empresario y en juntar una suma respetable de dinero para vivir tranquilo, pero nunca pensé ser empleado de la Iglesia.
Con la crisis del año
83 – 84 por ahí, yo empecé a hacer cosas también como arquitecto y en el año
84 me ofrecieron trabajo en la oficina de la Iglesia como arquitecto y era una
época de crisis, no había sido buena mi experiencia como empresario, ganaba
dinero pero también había perdido dinero y mi esposa pensó que sería bueno
aceptar un ofrecimiento laboral de la Iglesia y vine a trabajar con la Iglesia,
me pareció bueno estoy muy agradecido y fue muy bueno venir a la Iglesia, me
quedé con la Iglesia, he servido en diferentes posiciones en las oficinas de
la Iglesia, he sido arquirtecto, he sido gerente de construcción, gerente de
operación y mantenimiento como por 8 años, gerente de materiales, gerente de
distribucion, gerente de propiedades, arquitecto de area un monton de años y
mi último cambio fue a ser gerente de bienes raíces hoy dia hace 5 años atrás,
nunca pensé que pudiera producirse este asunto que a mi me cambiarian a
Bienes raíces y tuviera que hacerme cargo de buscar y comprar el terreno para
el templo de Concepción, la verdad es que nunca me preparé pensando que so
pudiera ocurrir, pero pareciera ser como las escrituras dice el Señor se
vale de los hombres y de sus habilidades y de sus defectos para quye sus
designios se cumplan y supongo que el Señor necesitaba alguien para que
buscara y comparar el terreno del templo y buscó a alguien calificado y en ese
momento yo estaba a cargo de Bienes Raices, calificaba para lo que había que
hacer y fue así como me cayó la bendición de hacerlo. Si me lo hubieran dicho
cuando me bautice nunco lo habrá creido obviamente, pero considero que es un
privilegio lo que me ha tocado hacer, me siento muy honrado por eso y no
siento para nada que sea un mérito atribuible a virtudes celestiales que yo
tenga, creo que son los talentos que Dios me dio,
El hermano J. Vernon
Sharp, presidente de la Misión Andina le dio el sacerdocio mayor al Presidente
Cifuentes y él me lo dio a mí.
Del Historiador Rodolfo Acevedo, 1951-2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario