Santiago, Chile. Sábado 7 de noviembre
de 2009
Sacerdocio pionero
chileno en
De izq. a
der. Jorge Lazo, Isidro Saldaño, Hugo Plaza (en el centro), Ricardo García y
Armando Álvarez. La fotografía data del
mes de julio de 1957
“Una Conversión Caballuna”
Hace más de
52 años que tomé contacto con la Iglesia Restaurada, el hecho que produjo esto
fue una violenta caída de un caballo, un potro para ser más exacto, el cual
monté sin silla ni riendas, solo con un bozal hecho de cuerda. En estas
precarias condiciones inicié mi cabalgata.
Al salir del fundo de La Reina al camino pavimentado
un bus de locomoción conducido por un vecino espantó al potro cuando me dio un
sonoro saludo de bocina. El potro dio una brusca frenada seguida de un
levantamiento por sobre el cuello del inexperto jinete que cayó pesadamente al
suelo siendo luego arrastrado por el caballo que solo pudo ser detenido al
enfrentar de lleno un poste de alumbrado con un hombro. Con mucha dificultad
logré levantarme del suelo y llegar a mi casa, con un brazo colgando y unas profundas
heridas sangrantes. Allí me atendió inicialmente Don Diego, un trabajador
agrícola y compositor de huesos, sin embargo me recomendó que fuera a la posta
asistencial.
Cerca
de la posta vivía un tío político, es decir el esposo de una amiga de infancia
de mi madre. Recurrí a mi tío Armando Alvarez con el objeto de que uno de sus
hijos me acompañara al centro médico. Al fin de la atención médica quedé con un
yeso “estilo Napoleón Bonaparte” (cuello, pecho, brazo y parte de la espalda
cubierta).
Al
regresar a casa de mi tío, él me dijo: “Acaban de pasar dos misioneros de una
Iglesia, yo les dije que si no los recibían en ninguna casa, yo los recibiría”.
Al poco rato, estaban los misioneros en la puerta: Élder Joseph T. Bentley y
Élder Verle M. Allred, intentaron presentar su mensaje, pero yo tenía intensos
dolores así que solo me limité a señalar mi dirección y punto.
Los élderes Verle M. Allred y Joseph T. Bentley
que enseñaron el evangelio restaurado al hermano Hugo Plaza.
Jamás pensé que llegarían, pero allí estuvieron. Con un rudimentario español pero con una amable sonrisa.
Así
comenzó mi conversión, después de haber estudiado más de 12 charlas y cumplido
las asignaciones de lectura del Libro de Mormón, un día 9 de febrero de 1957 fui bautizado junto
con mi madre, por el Élder Dale O. Zabriskie, y confirmado por el Élder Allred,
en una piscina pública a las 6:30 a.m.
Mi
testimonio del evangelio restaurado nunca ha estado en duda, he tenido el
privilegio de estudiar y enseñar sus verdades en el Quórum de Élderes, la
Escuela Dominical, e Institutos. Puedo testificar de su verdad absoluta
contenida en los Libros Canónicos y también en la Revista Liahona, de la cual
tengo el privilegio de tener una colección empastada desde el año 1955, es
decir, desde el primer número como órgano oficial de la Iglesia.
Así,
gracias a la caída de aquel potrillo, logré conocer y aceptar la verdad
restaurada. El Señor utiliza diversos medios para dar a conocer su verdad.
Hermano
Hugo Plaza
Nota: Esta hermosa mañana de sábado 7 de noviembre de
2009, el hermano Hugo Plaza viajó desde Copiapó con una delegación de su estaca
en bus para visitar el Templo de Santiago y realizar ordenanzas. Dejó en la
recepción del edificio del Obispado Presidente un sobre conteniendo el relato
de su conversión, con el siguiente comentario: “Hno. Acevedo. De acuerdo a lo
conversado, le adjunto un apunte que espero cubra los antecedentes por Ud.
solicitados. Si necesita más información me puede llamar…” Le saluda. Atte.
Hugo Plaza.
Del Historiador Rodolfo Acevedo.
Santiago, Chile. Sábado 7 de noviembre de 2009.
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