lunes, 12 de mayo de 2025

“Una Conversión Caballuna”


        

Santiago, Chile. Sábado 7 de noviembre de 2009

 

Sacerdocio pionero chileno en la Rama de Ñuñoa en Santiago de Chile.

De izq. a der. Jorge Lazo, Isidro Saldaño, Hugo Plaza (en el centro), Ricardo García y Armando Álvarez.  La fotografía data del mes de julio de 1957


 

“Una Conversión Caballuna”

 

            Hace más de 52 años que tomé contacto con la Iglesia Restaurada, el hecho que produjo esto fue una violenta caída de un caballo, un potro para ser más exacto, el cual monté sin silla ni riendas, solo con un bozal hecho de cuerda. En estas precarias condiciones inicié mi cabalgata.

 

Al salir del fundo de La Reina al camino pavimentado un bus de locomoción conducido por un vecino espantó al potro cuando me dio un sonoro saludo de bocina. El potro dio una brusca frenada seguida de un levantamiento por sobre el cuello del inexperto jinete que cayó pesadamente al suelo siendo luego arrastrado por el caballo que solo pudo ser detenido al enfrentar de lleno un poste de alumbrado con un hombro. Con mucha dificultad logré levantarme del suelo y llegar a mi casa, con un brazo colgando y unas profundas heridas sangrantes. Allí me atendió inicialmente Don Diego, un trabajador agrícola y compositor de huesos, sin embargo me recomendó que fuera a la posta asistencial.

 

            Cerca de la posta vivía un tío político, es decir el esposo de una amiga de infancia de mi madre. Recurrí a mi tío Armando Alvarez con el objeto de que uno de sus hijos me acompañara al centro médico. Al fin de la atención médica quedé con un yeso “estilo Napoleón Bonaparte” (cuello, pecho, brazo y parte de la espalda cubierta).

 

            Al regresar a casa de mi tío, él me dijo: “Acaban de pasar dos misioneros de una Iglesia, yo les dije que si no los recibían en ninguna casa, yo los recibiría”. Al poco rato, estaban los misioneros en la puerta: Élder Joseph T. Bentley y Élder Verle M. Allred, intentaron presentar su mensaje, pero yo tenía intensos dolores así que solo me limité a señalar mi dirección y punto.

 

Los élderes Verle M. Allred y Joseph T. Bentley

que enseñaron el evangelio restaurado al hermano Hugo Plaza.

            Jamás pensé que llegarían, pero allí estuvieron. Con un rudimentario español pero con una amable sonrisa.

            Así comenzó mi conversión, después de haber estudiado más de 12 charlas y cumplido las asignaciones de lectura del Libro de Mormón, un  día 9 de febrero de 1957 fui bautizado junto con mi madre, por el Élder Dale O. Zabriskie, y confirmado por el Élder Allred, en una piscina pública a las 6:30 a.m.

 

            Mi testimonio del evangelio restaurado nunca ha estado en duda, he tenido el privilegio de estudiar y enseñar sus verdades en el Quórum de Élderes, la Escuela Dominical, e Institutos. Puedo testificar de su verdad absoluta contenida en los Libros Canónicos y también en la Revista Liahona, de la cual tengo el privilegio de tener una colección empastada desde el año 1955, es decir, desde el primer número como órgano oficial de la Iglesia.

           

            Así, gracias a la caída de aquel potrillo, logré conocer y aceptar la verdad restaurada. El Señor utiliza diversos medios para dar a conocer su verdad.

 

 

Hermano Hugo Plaza

 

Nota: Esta hermosa mañana de sábado 7 de noviembre de 2009, el hermano Hugo Plaza viajó desde Copiapó con una delegación de su estaca en bus para visitar el Templo de Santiago y realizar ordenanzas. Dejó en la recepción del edificio del Obispado Presidente un sobre conteniendo el relato de su conversión, con el siguiente comentario: “Hno. Acevedo. De acuerdo a lo conversado, le adjunto un apunte que espero cubra los antecedentes por Ud. solicitados. Si necesita más información me puede llamar…” Le saluda. Atte. Hugo Plaza.

 

Del Historiador Rodolfo Acevedo.

Santiago, Chile. Sábado 7 de noviembre de 2009.

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