Santiago, Chile. Jueves 17 de diciembre de 2009.
El Testimonio de la Hermana Hortensia Ester Viuda de Bocaz.
Hermana
Hortensia de Bocaz
Mientras esperaba el inicio de la Reunión Sacramental
y de Testimonios en la Rama de Buín el pasado domingo 6 de diciembre, se sentó
a mi lado una hermana anciana que llegó a la capilla afirmándose con un bastón.
En pocos minutos ella me relató que venía de muy lejos y que se había bautizado
en la Iglesia en el Barrio de Lo Espejo en 1978 y que su esposo había fallecido
en un accidente.
También me comentó que ella había cantado en el coro
aquel día de la Primera Palada del Templo de Santiago en 1981, aquél lluvioso
día que ella recuerda y que hizo que la flor de adorno que tenían las hermanas
del coro como sobre sus blusas se destiñera quedando todas manchadas con la
tinta que corrió por sobre sus ropas y recordó también el momento en que el
profeta se paró para hablar a los Santos bajo el cielo cubierto de nubes y con
fuerte lluvia, sin embargo, en ese momento, ésta se detuvo y rayos de sol
brillaron por entre las oscuras nubes y cuando el Presidente Kimball regresó a
su asiento la lluvia volvió a caer en forma torrencial sobre los Santos allí
reunidos.
Los Santos bajo la
torrencial lluvia el día 30 de mayo de 1981.
Ceremonia de la primera palada de
la construcción del templo de Santiago.
Ella me dijo que su hijo Miguel quien sirvió una
misión en la Misión de Chile Santiago Norte, había tocado el órgano ese día de
la dedicación del sitio del Templo de Santiago y que otra hija, Iris, había
servido su misión en la Misión Viña del Mar.
Cuando comenzaron a compartirse los testimonios en la
reunión sacramental de la Ramita de Buín, la hermana Bocaz se paró y el
siguiente testimonio fue el que ella compartió con sus hermanos esa hermosa
mañana:
“Buenos Días hermanos y hermanas, yo también soy de
las miembros antiguas y tengo mucho que contar, muchas de las experiencias
vividas. Desde el año 78 que soy miembro de la Iglesia, también me tocó
trabajar duro en nuestra capilla, en nuestra capilla para así tener donde
reunirnos. Tengo muy gratos recuerdos de la vida que yo llevé a pesar ahora de
mi enfermedad y de lo lejos que estoy. Quiero dar testimonio de que esta
es la Iglesia verdadera, que Jesucristo vive, y que en cada momento Él está con
nosotros.
Hoy día no más me pasó algo, chistoso puedo decir por
un lado, pero triste por el otro. A mí me traen los dueños de la parcela donde
vivo, tienen negocio y se vienen todos los domingos a las 7.20 a.m. de su casa
y ellos me traen hasta acá para venir a la capilla. Yo me preparo con mis cosas
en la noche, dejo todas mis cositas listas y me mandan a avisar que ya se van y
voy a la puerta de salida.
Pero hoy día fue tan triste, llego a la puerta de
salida y me dicen vecina perdone anoche llegamos tan tarde que no le pudimos
avisar que no la vamos a poder llevar, porque tenemos visitas y no cabe usted
en el auto.
Bueno vecino, gracias de todas maneras por avisarme,
salió el auto, y se cerró el portón, yo me tomo de portón y digo, ¿Y
porque no voy igual? ¿Por qué no le pido al Señor de que me de los medios
de llegar? Y cerrando el portón un poquito empecé a meditar. Mi hija parada
detrás de mí me decía, mamá no vayas, te sientes mal, aquí no hay salida
porque hay que tener suerte para que pase un colectivo. Ahí donde vivimos
nosotros que es la Colonia Kennedy, hay una cancha de carreras de caballos,
caminé como cinco cuadras, miré para todas partes, no pasaba nadie, ni un
auto, me quedé mirando y apareció un camión, le hice señas y paró, era un
joven, y le dije, “Señor, usted no me puede llevar hasta la carretera para
tomar bus para ir a Buín”. Como no, me dice, me ayudó a subir, y llegamos, el
viaje fue bien largo, llegamos a la carretera y el joven me dice, pero como va
a atravesar aquí, no se baje me dijo, vamos a viajar un poco más y vamos a
encontrar los medios para que usted llegue a Buín. Total que él tampoco
conocía mucho por allí, anduve como un cuarto de hora con él, arriba del camión
buscando para ver si pasaba algo, y yo con la fe no más decía, por favor Señor
ayúdame, ayúdame, para que encontremos algo, de repente venía un auto y era un
auto de arriendo, pero era de Hospital. Entonces el joven le dice al conductor,
esta señora necesita llegar a Buín, ¿la puede llevar? Para que allí en Hospital
tome algo para Buín y así llegué a llegué a Hospital y allí di nuevamente
gracias al Señor, le dije gracias Señor porque me distes los medios para
llegar.
Hermanos
yo no puedo dudar de que Dios nos ampara, nos guía y nos pone ángeles en el
camino porque, él me dijo “a una señora sola no la puedo dejar en el
camino. La voy a llevar hasta que encuentre como irse a Buín. Y aquí me
tienen dando mi testimonio de todos los años que le he servido al Señor. He
tenido experiencias buenas y malas, pero todas las he aceptado como Dios manda,
y siempre nos dice, se humilde y agacha la cabeza.
Hace unos cuatro meses que vivo en una parcela con mi
hija, queda muy lejos, allá en Kennedy arriba, cerca de Hospital y he sufrido
las mil y unas de tristeza, porque yo echo mucho de menos la Iglesia y como era
activa, me gusta trabajar en la Iglesia. Entonces todas esas penas ya no
me dejan dormir. Antes pasaba pegada a la máquina de coser, en la cocina,
cuidando a mis hijos pero ahora me siento acorralada sin hacer nada. Pero
poquito a poco tengo la fe que voy a salir, que voy a salir, quiero vivir aquí
en Buin y seguir sirviéndole al Señor como le he servido siempre. Y la fe
en él que no la pierdo permanece conmigo.
No pierdan nunca la fe en el Padre, yo lo amo mucho a
pesar de que esta prueba ha sido muy dura para mi, mucha soledad, los pajaritos
ya me conocen, esos bichitos que andan por ahí ya me conocen porque les doy
pancito en la mañana y con ellos juego. Porque mi hija se preocupa de lo que
tiene que hacer para sobrevivir, cuidar, y estar a cargo de una parcela dos
mujeres solas. Y ¿quién nos acompaña? El Padre que está en los cielos, porque
nunca nos falta nada, pero en la parte espiritual queremos trabajar, queremos
darle gracias por estar vivas, por darnos esta maravillosa oportunidad de
conocer el evangelio verdadero de Jesucristo.
Él
sufrió harto por nosotros, por eso nosotros tenemos que agradecerle a él y
aceptar cosas peores que van a venir. Siempre digo yo que una novela tiene su
fin, siempre leo la Biblia y estamos en las últimos hojas de la Biblia, es
tiempo de cuidarse, de creer, de no olvidarse de nuestro Padre Celestial y del
Señor Jesucristo. Les dejo mi testimonio que esta es la Iglesia verdadera en la
tierra. Y que quiero vivir y quiero tener salud para trabajar y darle las
gracias a Dios, lo digo en el nombre de Jesucristo, Amén.
Me alegro de haber conocido a hermana Bocaz ese día y especialmente por haber
escuchado su fuerte testimonio del evangelio restaurado en la tierra,
testimonio de verdad y de espíritu de servicio que ella llevará por siempre
consigo.
Plaza de Buín, 14 de Noviembre 1975.
Elder Acevedo y Élder Zenk y la apertura de la obra
del evangelio restaurado en la ciudad de Buín.
13 de
noviembre de 1975.
“A las 17.00 horas llegué a la casa de la misión
(Alcántara 360, Las Condes) con mi nuevo compañero Élder Stanley Zenk. La razón
fue para recibir nuevas instrucciones en relación a nuestro llamamiento de
servir en Buín. En la casa de la misión había un grupo de élderes que recién
empezaban su misión. Ellos estaban reunidos con el Presidente cuando llegamos,
cuando terminó la reunión salieron con lagrimas en los ojos, algunos se veían
muy grandes y fuertes físicamente, pero muy sensibles en las cosas del espíritu.
Después de recibir nuestras instrucciones del
presidente nos preparamos para salir a nuestra asignación. En esa reunión
estuvieron también Élder Garay y Élder Bishop quienes van a empezar el trabajo
misional en Peñaflor. Fuimos en el auto de la misión a Peñaflor primero para
instalar a ellos y después nos fuimos a Buín. Los asistentes al presidente
Elder Vilugron y Élder Haynie nos acompañaron.
Llegamos a Buin como a las 20.30, es un pueblito que
está a pleno campo. Nos instalamos en nuestra casa y conocimos el lugar donde
vamos a comer que es un restaurante cercano. También conocimos a una familia
que vive frente a nuestra casa…” Del Diario de Misión
de Élder Acevedo.
Del Historiador Rodolfo Acevedo.
Jueves 17 de diciembre de 2009.
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