lunes, 12 de mayo de 2025

El Testimonio de la Hermana Hortensia Ester Viuda de Bocaz.

 

Santiago, Chile. Jueves 17 de diciembre de 2009.

 

El Testimonio de la Hermana Hortensia Ester Viuda de Bocaz.

Buin 6 de diciembre de 2009 041

Hermana Hortensia de Bocaz

Mientras esperaba el inicio de la Reunión Sacramental y de Testimonios en la Rama de Buín el pasado domingo 6 de diciembre, se sentó a mi lado una hermana anciana que llegó a la capilla afirmándose con un bastón. En pocos minutos ella me relató que venía de muy lejos y que se había bautizado en la Iglesia en el Barrio de Lo Espejo en 1978 y que su esposo había fallecido en un accidente.

También me comentó que ella había cantado en el coro aquel día de la Primera Palada del Templo de Santiago en 1981, aquél lluvioso día que ella recuerda y que hizo que la flor de adorno que tenían las hermanas del coro como sobre sus blusas se destiñera quedando todas manchadas con la tinta que corrió por sobre sus ropas y recordó también el momento en que el profeta se paró para hablar a los Santos bajo el cielo cubierto de nubes y con fuerte lluvia, sin embargo, en ese momento, ésta se detuvo y rayos de sol brillaron por entre las oscuras nubes y cuando el Presidente Kimball regresó a su asiento la lluvia volvió a caer en forma torrencial sobre los Santos allí reunidos.

Aug23~04

Los Santos bajo la torrencial  lluvia el día 30 de mayo de 1981.

Ceremonia de la primera palada de la construcción del templo de Santiago.

  

Ella me dijo que su hijo Miguel quien sirvió una misión en la Misión de Chile Santiago Norte, había tocado el órgano ese día de la dedicación del sitio del Templo de Santiago y que otra hija, Iris, había servido su misión en la Misión Viña del Mar.

Cuando comenzaron a compartirse los testimonios en la reunión sacramental de la Ramita de Buín, la hermana Bocaz se paró y el siguiente testimonio fue el que ella compartió con sus hermanos esa hermosa mañana:

“Buenos Días hermanos y hermanas, yo también soy de las miembros antiguas y tengo mucho que contar, muchas de las experiencias vividas.  Desde el año 78 que soy miembro de la Iglesia, también me tocó trabajar duro en nuestra capilla, en nuestra capilla para así tener donde reunirnos. Tengo muy gratos recuerdos de la vida que yo llevé a pesar ahora de mi enfermedad y de lo lejos que estoy.  Quiero dar testimonio de que esta es la Iglesia verdadera, que Jesucristo vive, y que en cada momento Él está con nosotros.

Hoy día no más me pasó algo, chistoso puedo decir por un lado, pero triste por el otro. A mí me traen los dueños de la parcela donde vivo, tienen negocio y se vienen todos los domingos a las 7.20 a.m. de su casa y ellos me traen hasta acá para venir a la capilla. Yo me preparo con mis cosas en la noche, dejo todas mis cositas listas y me mandan a avisar que ya se van y voy a la puerta de salida.

Pero hoy día fue tan triste, llego a la puerta de salida y me dicen vecina perdone anoche llegamos tan tarde que no le pudimos avisar que no la vamos a poder llevar, porque tenemos visitas y no cabe usted en el auto.

Bueno vecino, gracias de todas maneras por avisarme, salió el auto, y se cerró el portón,  yo me tomo de portón y digo, ¿Y porque no voy igual?  ¿Por qué no le pido al Señor de que me de los medios de llegar? Y cerrando el portón un poquito empecé a meditar. Mi hija parada detrás de mí me decía, mamá no vayas, te sientes mal, aquí no hay salida porque  hay que tener suerte para que pase un colectivo. Ahí donde vivimos nosotros que es la Colonia Kennedy, hay una cancha de carreras de caballos, caminé como cinco cuadras, miré para todas partes, no pasaba nadie,  ni un auto, me quedé mirando y apareció un camión, le hice señas y paró, era un joven, y le dije, “Señor, usted no me puede llevar hasta la carretera para tomar bus para ir a Buín”. Como no, me dice, me ayudó a subir, y llegamos, el viaje fue bien largo, llegamos a la carretera y el joven me dice, pero como va a atravesar aquí, no se baje me dijo, vamos a viajar un poco más y vamos a encontrar los medios para que usted llegue a Buín.  Total que él tampoco conocía mucho por allí, anduve como un cuarto de hora con él, arriba del camión buscando para ver si pasaba algo, y yo con la fe no más decía, por favor Señor ayúdame, ayúdame, para que encontremos algo, de repente venía un auto y era un auto de arriendo, pero era de Hospital. Entonces el joven le dice al conductor, esta señora necesita llegar a Buín, ¿la puede llevar? Para que allí en Hospital tome algo para Buín y así llegué a llegué a Hospital y allí di nuevamente gracias al Señor, le dije gracias Señor porque me distes los medios para llegar.

Hermanos yo no puedo dudar de que Dios nos ampara, nos guía y nos pone ángeles en el camino porque, él me dijo “a una señora sola no la puedo dejar en el camino.  La voy a llevar hasta que encuentre como irse a Buín. Y aquí me tienen dando mi testimonio de todos los años que le he servido al Señor. He tenido experiencias buenas y malas, pero todas las he aceptado como Dios manda, y siempre nos dice, se humilde y agacha la cabeza.

Hace unos cuatro meses que vivo en una parcela con mi hija, queda muy lejos, allá en Kennedy arriba, cerca de Hospital y he sufrido las mil y unas de tristeza, porque yo echo mucho de menos la Iglesia y como era activa, me gusta trabajar en la Iglesia.  Entonces todas esas penas ya no me dejan dormir.  Antes pasaba pegada a la máquina de coser, en la cocina, cuidando a mis hijos pero ahora me siento acorralada sin hacer nada. Pero poquito a poco tengo la fe que voy a salir, que voy a salir, quiero vivir aquí en Buin y seguir sirviéndole al Señor como le he servido siempre.  Y la fe en él que no la pierdo permanece conmigo.

No pierdan nunca la fe en el Padre, yo lo amo mucho a pesar de que esta prueba ha sido muy dura para mi, mucha soledad, los pajaritos ya me conocen, esos bichitos que andan por ahí ya me conocen porque les doy pancito en la mañana y con ellos juego. Porque mi hija se preocupa de lo que tiene que hacer para sobrevivir, cuidar, y estar a cargo de una parcela dos mujeres solas. Y ¿quién nos acompaña? El Padre que está en los cielos, porque nunca nos falta nada, pero en la parte espiritual queremos trabajar, queremos darle gracias por estar vivas, por darnos esta maravillosa oportunidad de conocer el evangelio verdadero de Jesucristo.

Él sufrió harto por nosotros, por eso nosotros tenemos que agradecerle a él y aceptar cosas peores que van a venir. Siempre digo yo que una novela tiene su fin, siempre leo la Biblia y estamos en las últimos hojas de la Biblia, es tiempo de cuidarse, de creer, de no olvidarse de nuestro Padre Celestial y del Señor Jesucristo. Les dejo mi testimonio que esta es la Iglesia verdadera en la tierra. Y que quiero vivir y quiero tener salud para trabajar y darle las gracias a Dios, lo digo en el nombre de Jesucristo, Amén.

            Me alegro de haber conocido a hermana Bocaz ese día y especialmente por haber escuchado su fuerte testimonio del evangelio restaurado en la tierra, testimonio de verdad y de espíritu de servicio que ella llevará por siempre consigo.

Foto Buin

Plaza de Buín, 14 de  Noviembre 1975.

Elder Acevedo y Élder Zenk y la apertura de la obra del evangelio restaurado en la ciudad de Buín.

 

 

13 de noviembre de 1975.

“A las 17.00 horas llegué a la casa de la misión (Alcántara 360, Las Condes) con mi nuevo compañero Élder Stanley Zenk. La razón fue para recibir nuevas instrucciones en relación a nuestro llama­miento de servir en Buín. En la casa de la misión había un grupo de élderes que recién empezaban su misión. Ellos estaban reunidos con el Presi­dente cuando llegamos, cuando terminó la reunión salieron con lagrimas en los ojos, algunos se veían muy grandes y fuertes físicamente, pero muy sensibles en las cosas del espíritu.

Después de recibir nuestras instruc­ciones del presidente nos preparamos para salir a nuestra asignación. En esa reunión estuvieron también Élder Garay y Élder Bishop quienes van a empezar el trabajo misional en Peñaflor. Fuimos en el auto de la misión a Peñaflor primero para instalar a ellos y después nos fuimos a Buín. Los asistentes al presidente Elder Vilugron y Élder Haynie nos acompañaron.

Llegamos a Buin como a las 20.30, es un pueblito que está a pleno campo. Nos instalamos en nuestra casa y conocimos el lugar donde vamos a comer que es un restaurante cercano. También conocimos a una familia que vive frente a nuestra casa…”  Del Diario de Misión de Élder Acevedo.

 

 

 

Del Historiador Rodolfo Acevedo.

Jueves 17 de diciembre de 2009.

 

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