LOS MORMONES
¿Quiénes eran, de donde habían salido esos hombres
de los que tanto se habla y tan poco se sabe?
Estados
Unidos, Gran Aventura del Hombre
Arturo
Aldunate Phillips,
escritor
chileno.
1942
“Algo Muy Bueno”
Sé que muchos también hoy
día se preguntan por el origen de la palabra “Mormón” y porque a los miembros
de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les llama mormones,
así que para responder a esta pregunta y atendiendo al significado de la
palabra “mormón” me remitiré a lo que el propio profeta José Smith escribiera
sobre el tema:
“…yo puedo decir, sin temor, que la
palabra “Mormón” existe independientemente de la erudición y sabiduría de esta
generación. Sin embargo, antes de dar una definición de la palabra permítaseme
decir que la Biblia, en su significado más extenso, quiere decir bueno; porque
el Salvador dice, según el evangelio de S. Juan, “Yo soy el buen pastor”; y no
es perogrullada decir que la palabra “bueno” es de las más importantes que se
usan, y aunque se conoce por varios nombres en los diferentes idiomas, su significado
no cambia, y siempre es lo opuesto de “malo”. En el sajón (inglés) se dice
“good”; en danés, “god”; en godo “goda”; en alemán, “gut”; en holandés, “goed”;
en latín, “bonus”; en griego, “kalos “; en hebreo, “tob”; y en egipcio, “mon”.
De modo que añadiéndole la contracción “mor”, tenemos la palabra “mormón”, que
significa literalmente “muy bueno”.1
Y ahora como estamos
iniciando este estudio de la historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos
de los Últimos Días o “mormona” como mayormente se le llama o se le conoce en
Chile y su relación con nuestro país, permítaseme decir que el nombre del país
de Chile también desde sus orígenes ha tenido la connotación de ser “lo mejor de una cosa” y podemos decir basándonos tan solo en este
elemento básico de raíz etimológica que
el encuentro histórico entre “mormones” y “chilenos” fue en realidad “algo muy bueno” para el progreso de la vida
espiritual de nuestra nación.
Ya en mi niñez aprendí
sobre el origen del nombre de Chile y había varias teorías que trataban de
explicarlo, siendo algunas de ellas las siguientes:
“el nombre de Chile con que los
aborígenes designaban a nuestro territorio existió desde tiempos muy antiguos.
Fue transmitido por los indios peruanos a los conquistadores españoles” y sobre
el origen de este vocablo hay dos hipótesis. La más fundamentada es que se deba
a la palabra Tchili, del antiguo idioma quichua, que significa frío o nieve,
nombre con que los indios designaron el río y el valle de Aconcagua. Ellos
llamaban a la región Chili-mapu (tierra de Chile) y al mismo tiempo su idioma
era el Chili-dugu (lengua de Chile).”[2]
La otra hipótesis sugería
la posibilidad de que el nombre de nuestro país proviniera del grito de las
aves llamadas hoy triles, muy comunes entonces, que durante su vuelo repiten: “chi-lí, chi-lí”.
Los estudiosos también han
asociado el nombre de Chile con el nombre de un cacique del valle de Aconcagua
llamado Chili o Tili que dio su nombre a ese fértil valle desde tiempo inmemorial, sin embargo muy poco se ha citado el hecho de que el
nombre de Chile está asociado también desde tiempos inmemoriales con el
significado de ser “lo mejor de una cosa” y para corroborar ello me referiré al texto,“Chile-sus aborígenes y origen de su nombre” de don José Toribio Medina
quien en parte de su ensayo escribió:
“Cuando el inca Viracocha, allá por
los comienzos del siglo XV, visitaba los territorios de Tarapacá que sus
generales acababan de incorporar por la fuerza de las armas a su real corona,
presentáronse en su campamento ciertos embajadores tucmas, y le hablaron así:
“Te hacemos saber que lejos de nuestra tierra, entre el sur y el poniente, está
un gran reino llamado Chili, poblado de muchas gentes, con los cuales no
tenemos comercio alguno, por una gran cordillera de sierra nevada que hay entre
ellos y nosotros; más, la relación tenemos de nuestros padres y abuelos. Y
pareciónos dártela para que hagas por bien de conquistar aquella tierra”[3]
Citando
por otro lado al historiador Diego Rosales, él escribió que: “debemos, pues, deducir…que Chili es un vocablo que
puede atribuirse propiamente al idioma quichua, y cuyo significado verdadero,
“lo mejor de una cosa”, explica perfectamente la frecuencia con que ha sido
empleado tratándose de lugares, así como se explica que llegara a nosotros por
la conquista de los incas. Por tanto concluye Rosales,“no tiene nada de extraño
que las huestes peruanas que arribaron al valle de Aconcagua después de haber atravesado
regiones más o menos estériles, admiradas de su fertilidad y hermosura, lo
llamasen Chili.”[4]
También don Vicente Carvallo y Goyeneche escribió
que: “el río Aconcagua, que fertiliza los
valles de sus riberas hasta su desembocadura en el mar, de tiempo inmemorial se
llama Chili, y dio su denominación a la llanura de Quillota, de donde se
llevaban a la ciudad del Cuzco gruesas cantidades de oro, que generalmente se
decían iban de Chili, y a mi ver, de este principio vino que los españoles
diesen este nombre a todo el país, mudando la i en e”.[5]
Habiendo tratado
brevemente acerca de los orígenes y significado de los nombres de “Mormón” y
“Chile” a manera de introducción en este trabajo, y en su connotación de ser “muy
bueno” por un lado y “lo mejor de una cosa” por el otro, podemos decir sin
temor a equivocarnos que el encuentro entre chilenos y mormones fue algo muy
bueno, lo cual se ha visto manifestado en los frutos de la Iglesia y de sus
miembros tras 50 años establecida en nuestro territorio. Pasaremos ahora a
analizar los antecedentes que dan cuenta de la restauración del evangelio de
Jesucristo y de su historia como sinónimos también de “buenas nuevas” para los
habitantes de esta larga, estrecha y hermosa geografía chilena.
Rodolfo A. Acevedo A.
Santiago, Chile.
1 José Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith. Publicado por la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Salt Lake City, Utah. 1954
p. 364-66.
[2] José Toribio Medina, Ensayos, Chile.- Sus Aborígenes y Origen de su Nombre.
Ed. Del Pacífico, Santiago, Chile, 1952. p.40. Ver también de Manuel Torres
Marín, El Nombre de Chile y otros ensayos, Ed. Andrés Bello, Santiago, Chile,
1988. pp. 9-18.
[3] . Gracilazo de la Vega, Comentarios
Reales de los Incas, citado pro José Toribio Medina, Ensayos. op.cit. p. 33.
[4] Medina, op. cit. pp. 39-40.
[5] Medina, op. cit. p. 41.
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