miércoles, 7 de mayo de 2025

“Algo Muy Bueno”

 

 

 

LOS MORMONES

 

¿Quiénes eran, de donde habían salido esos hombres

de los que tanto se habla y tan poco se sabe?

 

Estados Unidos, Gran Aventura del Hombre

Arturo Aldunate Phillips,

escritor chileno.

1942

 

 

 

                                    “Algo Muy Bueno”

 


 

Sé que muchos también hoy día se preguntan por el origen de la palabra “Mormón” y porque a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les llama mormones, así que para responder a esta pregunta y atendiendo al significado de la palabra “mormón” me remitiré a lo que el propio profeta José Smith escribiera sobre el tema:

“…yo puedo decir, sin temor, que la palabra “Mormón” existe independientemente de la erudición y sabiduría de esta generación. Sin embargo, antes de dar una definición de la palabra permítaseme decir que la Biblia, en su significado más extenso, quiere decir bueno; porque el Salvador dice, según el evangelio de S. Juan, “Yo soy el buen pastor”; y no es perogrullada decir que la palabra “bueno” es de las más importantes que se usan, y aunque se conoce por varios nombres en los diferentes idiomas, su significado no cambia, y siempre es lo opuesto de “malo”. En el sajón (inglés) se dice “good”; en danés, “god”; en godo “goda”; en alemán, “gut”; en holandés, “goed”; en latín, “bonus”; en griego, “kalos “; en hebreo, “tob”; y en egipcio, “mon”. De modo que añadiéndole la contracción “mor”, tenemos la palabra “mormón”, que significa literalmente “muy bueno”.1

 

Y ahora como estamos iniciando este estudio de la historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días o “mormona” como mayormente se le llama o se le conoce en Chile y su relación con nuestro país, permítaseme decir que el nombre del país de Chile también desde sus orígenes ha tenido la connotación de ser “lo mejor de una cosa” y podemos decir basándonos tan solo en este elemento básico de raíz etimológica  que el encuentro histórico entre “mormones” y “chilenos” fue en realidad  “algo muy bueno” para el progreso de la vida espiritual de nuestra nación.

Ya en mi niñez aprendí sobre el origen del nombre de Chile y había varias teorías que trataban de explicarlo, siendo algunas de ellas las siguientes:

 

“el nombre de Chile con que los aborígenes designaban a nuestro territorio existió desde tiempos muy antiguos. Fue transmitido por los indios peruanos a los conquistadores españoles” y sobre el origen de este vocablo hay dos hipótesis. La más fundamentada es que se deba a la palabra Tchili, del antiguo idioma quichua, que significa frío o nieve, nombre con que los indios designaron el río y el valle de Aconcagua. Ellos llamaban a la región Chili-mapu (tierra de Chile) y al mismo tiempo su idioma era el Chili-dugu (lengua de Chile).”[2]

 

La otra hipótesis sugería la posibilidad de que el nombre de nuestro país proviniera del grito de las aves llamadas hoy triles, muy comunes entonces, que durante su vuelo repiten: “chi-lí, chi-lí”.

 

Los estudiosos también han asociado el nombre de Chile con el nombre de un cacique del valle de Aconcagua llamado Chili o Tili que dio su nombre a ese fértil valle desde tiempo inmemorial, sin embargo muy poco se ha citado el hecho de que el nombre de Chile está asociado también desde tiempos inmemoriales con el significado de ser “lo mejor de una cosa” y para corroborar ello me referiré al texto,Chile-sus aborígenes y origen de su nombrede don José Toribio Medina quien en parte de su ensayo escribió:

 

“Cuando el inca Viracocha, allá por los comienzos del siglo XV, visitaba los territorios de Tarapacá que sus generales acababan de incorporar por la fuerza de las armas a su real corona, presentáronse en su campamento ciertos embajadores tucmas, y le hablaron así: “Te hacemos saber que lejos de nuestra tierra, entre el sur y el poniente, está un gran reino llamado Chili, poblado de muchas gentes, con los cuales no tenemos comercio alguno, por una gran cordillera de sierra nevada que hay entre ellos y nosotros; más, la relación tenemos de nuestros padres y abuelos. Y pareciónos dártela para que hagas por bien de conquistar aquella tierra”[3]

 

Citando por otro lado al historiador Diego Rosales, él escribió que: “debemos, pues, deducir…que Chili es un vocablo que puede atribuirse propiamente al idioma quichua, y cuyo significado verdadero, “lo mejor de una cosa”, explica perfectamente la frecuencia con que ha sido empleado tratándose de lugares, así como se explica que llegara a nosotros por la conquista de los incas. Por tanto concluye Rosales,“no tiene nada de extraño que las huestes peruanas que arribaron al valle de Aconcagua después de haber atravesado regiones más o menos estériles, admiradas de su fertilidad y hermosura, lo llamasen Chili.”[4]

 También don Vicente Carvallo y Goyeneche escribió que: “el río Aconcagua, que fertiliza los valles de sus riberas hasta su desembocadura en el mar, de tiempo inmemorial se llama Chili, y dio su denominación a la llanura de Quillota, de donde se llevaban a la ciudad del Cuzco gruesas cantidades de oro, que generalmente se decían iban de Chili, y a mi ver, de este principio vino que los españoles diesen este nombre a todo el país, mudando la i en e”.[5]

Habiendo tratado brevemente acerca de los orígenes y significado de los nombres de “Mormón” y “Chile” a manera de introducción en este trabajo, y en su connotación de ser “muy bueno” por un lado y “lo mejor de una cosa” por el otro, podemos decir sin temor a equivocarnos que el encuentro entre chilenos y mormones fue algo muy bueno, lo cual se ha visto manifestado en los frutos de la Iglesia y de sus miembros tras 50 años establecida en nuestro territorio. Pasaremos ahora a analizar los antecedentes que dan cuenta de la restauración del evangelio de Jesucristo y de su historia como sinónimos también de “buenas nuevas” para los habitantes de esta larga, estrecha y hermosa geografía chilena.

 

Rodolfo A. Acevedo A.

Santiago, Chile.

 

 

 

 



 

 

 



1 José Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith. Publicado por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Salt Lake City, Utah. 1954 p. 364-66.

[2] José Toribio Medina, Ensayos, Chile.- Sus Aborígenes y Origen de su Nombre. Ed. Del Pacífico, Santiago, Chile, 1952. p.40. Ver también de Manuel Torres Marín, El Nombre de Chile y otros ensayos, Ed. Andrés Bello, Santiago, Chile, 1988. pp. 9-18.

[3] .  Gracilazo de la Vega, Comentarios Reales de los Incas, citado pro José Toribio Medina, Ensayos. op.cit. p. 33.

[4] Medina, op. cit. pp. 39-40.

[5] Medina, op. cit. p. 41.

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