miércoles, 7 de mayo de 2025

“Abramos Buin a la Luz del Evangelio”

“Abramos Buin a la Luz del Evangelio”: El Nacimiento de una Rama en el Corazón del Campo Chileno.

Redactado por Cristobal E. Acevedo, del diario de misión del Historiador Rodolfo Acevedo. (1951-2012)

En noviembre de 1975, el fértil valle de Buin, conocido por sus huertos y su tranquilidad rural, fue escogido por el Señor como el escenario para una nueva siembra espiritual. Allí, por primera vez, se llevaría a cabo la predicación del Evangelio restaurado de Jesucristo. Élder Rodolfo Acevedo y su compañero, élder Stanley Zenk, fueron llamados a abrir esta ciudad a la obra misional. Su llamamiento era singular: no existía aún un solo miembro de la Iglesia en Buin.

"Vamos a ser los primeros misioneros en Buin", escribió élder Acevedo con entusiasmo. "Tengo mucha fe de que haremos un buen trabajo y pronto una nueva Rama nacerá en Chile."

Sin embargo, sus primeros pasos no fueron enseñar ni bautizar, sino intentar obtener la autorización legal para siquiera hablar con la gente. En sus propios registros, el élder escribió: "No podemos hacer nuestro trabajo porque si no, vamos detenidos." Durante varios días recorrieron oficinas gubernamentales intentando conseguir los permisos necesarios para ejercer su labor como misioneros. El alcalde se negó dos veces a aceptar sus credenciales, y fue necesario que el presidente de la misión, William R. Bradford, interviniera personalmente.

Solo el 18 de noviembre de 1975, tras varios encuentros y gestiones frustradas, el alcalde finalmente dio su autorización: los misioneros ya podían enseñar sin temor a ser arrestados. Ese mismo día, al atardecer, por fin comenzaron su labor. “Este es el comienzo de la Obra Misional en Buín”, escribió el élder. Una obra que comenzaba, literalmente, bajo prueba de fe y obediencia a la ley.

Con la autorización en mano, los misioneros iniciaron una intensa jornada de primer contacto. Caminaban las calles de tierra, golpeando puertas, conversando con desconocidos y compartiendo folletos. Muchos los confundían con otras religiones. La mayoría de las personas eran profundamente católicas, pero aun así se encontraban almas receptivas.

El 30 de noviembre de 1975 se celebró la primera reunión de la Iglesia en Buin. Fue en su propia habitación, con una asistencia de dos personas: los propios élderes. Participaron de la Santa Cena, compartieron discursos y sintieron el Espíritu confirmando la validez y el poder de su humilde reunión. Así nació oficialmente la Rama Buin.

Los primeros frutos no tardaron en llegar. Pilar Contreras fue la primera persona bautizada en Buin el 20 de diciembre de 1975. Le seguirían las familias Lemus y Alarcón. Los nuevos conversos no solo abrazaron el Evangelio, sino que empezaron a recibir llamamientos y responsabilidades en la pequeña rama, que crecía semana a semana.

Durante los siguientes meses, los misioneros enfrentaron rechazos, pobreza de medios y mucho esfuerzo físico, pero también vivieron innumerables experiencias espirituales: bendiciones de salud, respuestas al ayuno y al estudio de las escrituras, y testimonios que empezaban a brillar en el corazón de los conversos. Se organizaron reuniones sacramentales, noches de hogar, exposiciones abiertas al público y actividades de fortalecimiento.

“El miedo es el enemigo de la paz interior”, dijo élder Acevedo en uno de sus discursos. A pesar de la incertidumbre legal, de la desconfianza inicial y de los escasos recursos, los misioneros vivían con fe, paz y propósito.

El 10 de abril de 1976, élder Acevedo fue relevado de su servicio en Buin. Lo despidieron con una pequeña pero emotiva reunión sorpresa, organizada por los primeros siete miembros de la rama. “Estas hermosas experiencias solo se pueden tener en la Iglesia”, escribió. “Estoy agradecido a mi Padre Celestial por estos maravillosos momentos postreros de mi misión.”

Lo que comenzó con dos misioneros, sin capilla, sin permiso, sin miembros, se convirtió en una rama viva, con líderes locales y un futuro prometedor. Buin ya no sería la misma. La semilla del Evangelio había echado raíz.

Hoy en día buín tiene Su Propia Estaca, Sin duda una historia de Fe y de perseverancia.

 


 

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